Cualquiera que tenga un perro como mascota sabrá que este animal es especialmente sensible a ruidos intensos como los truenos, los cohetes o las armas de fuego. Ante uno de estos sonidos el animal manifiesta diversas reacciones: esconderse en lugares insólitos, correr y destrozar cosas para exteriorizar su ansiedad, aullar, lloriquear, etc. Las fiestas del pueblo o la Nochevieja se convierten en todo un infierno para estas mascotas y este miedo se acentúa año tras año, de manera que el perro se asusta cada vez con estímulos de menor intensidad. Aunque resulte difícil quitarles un temor tan arraigado, los siguientes consejos pueden resultar útiles:
-En primer lugar hay que saber cómo actuar con nuestro perro en estas situaciones para no reforzar su fobia. Es importante ponernos en su lugar para entender cómo se siente y comprender que si ladra, aúlla o llora es porque necesita desahogarse, por lo que ello no puede enojarnos. Por lo tanto, en ningún caso hay que castigar al animal, ya que se agravará el problema y se resentirá la relación entre la mascota y su amo. No obstante, tampoco hay que acariciarle ni hablarle en tono dulce, porque el animal puede interpretar esta actitud cariñosa como un premio a su conducta temerosa. Por lo tanto, la actitud correcta es simplemente actuar con normalidad, como si no nos diéramos cuenta del temor de nuestra mascota.-Es muy importante averiguar el origen de la fobia: si es un miedo innato, si es fruto de una situación traumática o se debe a la gran sensibilidad auditiva del animal o a un carácter especialmente nervioso. Esta información resultará muy útil cuando acudamos al veterinario para que éste pueda recomendar un remedio eficaz.
-Sin embargo, antes de acudir a un especialista podemos intentar alguno de los siguientes métodos:
Por una parte, suele resultar útil crear un lugar seguro como refugio en el que el perro sienta una menor ansiedad ante el fenómeno que le asusta. Aunque lo ideal es que en el refugio creado se oigan menos los ruidos, si esto no es así podemos poner un radiador u otro objeto que genere un sonido que distraiga al animal de los truenos, cohetes, etc. También conviene dejar comida en ese lugar para que le animal lo asocie a estímulos agradables. Evidentemente, obligar al perro a refugiarse en su escondite será contraproducente; sólo hay que recordarle su existencia y el perro decidirá por sí mismo si se siente más seguro en ese lugar.
Por otra parte, cuando intuimos que se avecina una tormenta o que es la hora de los fuegos artificiales, podemos intentar distraer a nuestra mascota jugando con ella con una pelota o cualquier otro juego que le guste. Esto sólo será eficaz cuando la actitud del perro sea sólo de alerta, puesto que en situaciones de pánico es impensable que el animal consiga abstraerse.
-Un último método, y probablemente el más eficaz, es la técnica de desensibilización sistemática. Se trata de reproducir el ruido mediante una grabación a un volumen en el que el perro no sienta miedo. Cuando se habitúe al sonido, lo iremos intensificando gradualmente. Si finalmente conseguimos reproducir el ruido en su volumen original sin que nuestra mascota se asuste, probablemente hallamos solucionado el problema. No obstante, este método puede no ser eficaz para las tormentas, ya que es imposible reproducir estímulos como los rayos o el viento.
-Si ninguna de estas técnicas resuelve el problema, habrá que acudir a un veterinario. Puede que éste recomiende la administración de tranquilizantes, pero antes de aceptar esa vía es conveniente atender a las experiencias de dueños de perros que aseguran resultados desagradables como que el perro sienta el mismo miedo pero se quede inmovilizado, que su organismo no acepte el medicamento o que se quede sedado durante horas. Una alternativa a estos agresivos fármacos es la homeopatía o las formulas magistrales tranquilizantes. Pero cualquier producto que le demos a nuestra mascota debe ser previamente aconsejado y aprobado por el especialista.