Hasta hace poco, Europa “presumía” de tener una moneda fuerte, el euro, que valía más que el dólar, la divisa rey por excelencia. Desde el año 2002, cuando entró en circulación como moneda física, el euro inició una racha alcista frente al billete verde. Pasó de intercambiarse por 0,82 dólares, su mínimo marcado el 25 de octubre del año 2000, a hacerlo por 1,59 dólares en abril de 2008. Sin embargo, desde entonces, la crisis económica le ha pasado factura. La moneda única ha perdido un 23% de su valor frente al dólar, hasta rozar los 1,21 euros (a cierre de mayo de este año). Y todo apunta a que, ante la descoordinación para atajar la crisis griega y la debilidad económica manifiesta en la zona euro, continuará su caída, si bien algunos expertos no descartan una vuelta a la paridad con el dólar.
Por qué cae el euro
Son varios los aspectos que explican la caída del euro en la actualidad. De hecho, los expertos hablan de debilidad de esta moneda, más que de fortaleza del dólar. Los principales motivos proceden de la inestabilidad y de la situación económica europea. Los argumentos más importantes que explican el retroceso son los siguientes:
Crisis en Grecia: el estallido de la crisis en Grecia, que ha reconocido estar al borde de la quiebra, está en el origen de la desconfianza que muestran los inversores hacia el euro. El país ha admitido la delicada situación de sus cuentas, con un déficit público superior al 13,5% del PIB (Producto Interior Bruto) y una deuda pública superior al 110% del PIB. A esto se suma la elevada deuda privada que acumula el país helénico. Su déficit por cuenta corriente alcanzó el 14,5% del PIB en 2008, con lo que la deuda total exterior llega al 144% del PIB, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Para Europa, conocer estas cuentas ha supuesto la voz de alarma y ha abierto las dudas sobre la posibilidad de que otros estados estén en una situación similar a la de Grecia, que ha necesitado de la ayuda del FMI y del Banco Central Europeo. Ahora, preocupa el estado de las finanzas de los denominados países periféricos,como Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España.
Descoordinación política: una vez conocida la situación griega, el mercado requería una respuesta contundente por parte de las autoridades, que ha llegado de forma descoordinada, un hecho que ha seguido sin dar confianza a los inversores y ha llevado a presionar a la baja sobre el euro. Numerosos expertos admiten que la mala gestión de la crisis de Grecia por parte de la Unión Económica Monetaria ha redundado en la debilidad de su divisa. En principio, la creación del fondo de emergencia de 750.000 millones de euros para ayudar a esta economía y otros potenciales mercados con problemas se tomó con bastante rapidez. No obstante, la actitud de algunos países, como Alemania, que han mostrado una falta de visión global y un mayor interés por anteponer sus intereses particulares a los del conjunto de la región, también ha hecho perder credibilidad a la moneda. La banca alemana tiene invertidos más de 200.000 millones de euros en deuda griega.
Déficits públicos: el mercado ha puesto la vista en los elevados déficits públicos de todos los países de la zona euro, no sólo Grecia, y se ha topado con cifras que no gustan. En España, el déficit público sobre el PIB se sitúa en el 11,2%, en Portugal en el 9,4%, en Irlanda en el 14,3%… Incluso, los países más fuertes incumplen el límite permitido por la Comisión Europea, establecido en el Pacto de Estabilidad, que prohíbe sobrepasar el 3% del PIB. Alemania es el país en mejor situación, ya que su déficit público se sitúa en el 3,3% (incumple el Pacto de Estabilidad, aunque por sólo tres décimas). En Holanda alcanza el 5,3%, en Bélgica llega al 6% y en Francia, al 7,5%.
El problema de la deuda de Grecia se ha extendido a otros países del Viejo Continente, como España y Portugal, lo que también genera un efecto negativo sobre el euro. Ahora no sólo se le penaliza por cuestiones de solvencia, por ser una divisa respaldada por algunos países demasiado endeudados, sino por la descoordinación entre las autoridades para atajar la crisis.
Tensión en el mercado de deuda: la caída del euro también tiene una clara relación con la subida de la percepción del riesgo que se palpa en los mercados de deuda. Los estados con una peor disciplina fiscal (Grecia, pero también España, Italia, Irlanda y Portugal, los denominados PIGS) han visto cómo sus respectivos Tesoros Públicos tienen que pagar más ahora por colocar sus activos de deuda pública y conseguir financiación. El bono español a diez años paga ahora una rentabilidad del 4,3%, el italiano abona un 4,150%, el irlandés llega a un 4,90% y el griego, a un 7,83%. Estas cifras contrastan con lo abonado por otras economías más fuertes y sobre las que no se ha puesto en duda su capacidad de pago, como Alemania o Estados Unidos. Los bonos a diez años de estos países ofrecen en la actualidad un 2,6% y un 3,2%, respectivamente. Los altos intereses que deben pagar los países periféricos por colocar su deuda pública explican la tensión que percibe el mercado y la falta de confianza y credibilidad sobre su solvencia. El euro, como moneda que respalda a estas economías, acusa estos mismos síntomas por parte de los inversores, que optan por deshacer posiciones en esta moneda y refugiarse en dólares.
Debilidad frente a otras divisas: al tratarse de las principales economías, las divisas más importantes a escala mundial son el euro y el dólar, de ahí su protagonismo en los mercados. El euro también se ha depreciado con fuerza frente a otras divisas de referencia, como el yen, la libra esterlina o el franco suizo. Desde mediados de agosto, ha perdido un 34% respecto al yen (ha pasado de intercambiarse por 169 yenes a hacerlo por 110 yenes, a cierre de mayo). Frente a la libra, la depreciación ha sido del 14%. A mediados de 2008, el euro casi alcanzaba la paridad con la moneda británica ante los problemas económicos y la apuesta de su Gobierno por debilitar su divisa.
Mejora de la economía estadounidense: la debilidad europea es la principal culpable de la caída del euro. No obstante, también la agrava la notoria recuperación de la economía norteamericana frente a la frágil mejoría europea. En el primer trimestre, el PIB de Estados Unidos se expandió un 3,2%. El principal motor del crecimiento fue el consumo de los hogares, que aumentó un 3,6%. Esta cifra alcanzó su nivel más elevado desde el inicio de 2007. El gasto en bienes duraderos se incrementó un 11,3% respecto al trimestre anterior. El gasto en servicios también creció a su ritmo más rápido desde los primeros tres meses de 2007. Además, las empresas continuaron con la recuperación de sus existencias, lo que también impulsó el crecimiento. Para el dólar, estas cifras son positivas, ya que refuerzan la idea de que es una moneda fuerte, que respalda a un país con potencial económico. Por contra, esta misma idea perjudica al euro.
Análisis técnico: los expertos más sofisticados ven una justificación a la caída en la sobrevaloración que había alcanzado el euro. Desde el punto de vista del análisis fundamental y técnico (que se fija en parámetros como soportes y resistencias alcanzados), no era sostenible un euro por encima de 1,50 dólares. En 2000, se cambiaba por 0,85 dólares, así que no hay que descartar nuevas caídas.
Hasta dónde puede llegar
Prever un tipo de cambio para el euro, el dólar o para cualquier otra moneda es muy difícil, ya que es un mercado muy volátil, afectado por numerosos altibajos. No obstante, la mayoría de los expertos estiman que en el corto-medio plazo seguirá su caída frente al dólar. Sobre todo, por los aspectos estructurales y económicos que apoyan un mayor crecimiento para Estados Unidos que para Europa y la continuación de las tensiones en el mercado de deuda. Aunque desde algunas entidades, como Lombard Odier, no descartan la paridad entre ambas divisas.
¿Perjudicial o beneficioso?
Desde el punto de vista económico, la caída del euro tiene un efecto positivo para la competitividad de la eurozona, ya que potencia las exportaciones. En particular, se beneficiará Alemania, la principal economía exportadora de la región.
Para la competitividad de la eurozona es positiva la caída del euro, ya que potencia las exportaciones
Para los ahorradores, sin embargo, es perjudicial que se deprecie más el euro por los motivos comentados: descoordinación europea y debilidad económica. Ello implica una pérdida de confianza de los inversores institucionales, sobre todo de bancos centrales, que han comenzado a diversificar reservas en otros activos, como el dólar o, incluso, el oro.
Desde el punto de vista del turismo, también salen más caros los viajes a Estados Unidos, Reino Unido, Suiza, Japón o Noruega, dado el retroceso del euro frente a sus divisas de referencia.