Aunque está vigente desde 2008, la adaptación de la banca a la normativa que pretende instaurar una zona única de pagos en toda Europa aún no es absoluta. Sus ventajas redundan en agilidad, mejor calidad de información y un ahorro significativo en las tasas, pero aún se benefician solo unos pocos consumidores. El informe de una consultora de referencia indica que las tasas interbancarias se abaratarían en 11.600 millones de euros con su plena aplicación, mientras que en el empleo de tarjetas, esta reducción sería superior a 20.000 millones de euros. Esto supone un aliciente, ya que cada año en Europa ciudadanos, empresas y administraciones públicas realizan más de 50 millones de transacciones bancarias.
Lenta implantación
Apenas algo más del 9% de las transferencias se tramitan según el nuevo sistema. Las domiciliaciones bancarias, que debían estar exentas de comisiones en los 32 países desde noviembre de 2009, también han tenido escaso alcance durante la migración. La inversión que debe realizar la banca y el temor a la competencia son las principales razones citadas por los especialistas para explicar el problema. No obstante, algunos consumidores europeos se benefician de este mecanismo bancario, que no distingue entre pagos internos y transfronterizos, y que dispone una serie de instrumentos de pago de alta seguridad y fidelidad tecnológica.
Las tasas interbancarias se abaratarían en 11.600 millones de euros
Desde la introducción del euro como moneda única, los consumidores europeos pueden abonar en una misma moneda cualquier producto o servicio en cualquiera de los países de la UE, sin necesidad de comprar y vender divisas, y con una integración y versatilidad económica transnacional sin precedentes. Para completar el proyecto de la unión económica y monetaria mediante su extensión a las transacciones bancarias, la Comisión Europea lanzó en 2007 la Single Euro Payments Area (SEPA). Su finalidad es renovar los medios de pago y los estándares bancarios en 32 estados europeos: los 27 de la UE más Islandia, Liechtestein, Noruega, Suiza y Mónaco. La paulatina implantación del plan debía cumplir tres objetivos marcados en tres etapas:
Implantar un nuevo sistema de transferencias bancarias. Vigente desde enero de 2008, permite realizar pagos en euros a cualquier beneficiario dentro de la UE, sin distinciones entre pagos internos y transfronterizos, ni comisiones especiales en las operaciones.
Instrumentar un sistema de adeudos domiciliados, de modo que el pago periódico de cualquier servicio contratado en alguno de los 32 países pueda devengarse de la cuenta personal que el cliente tenga en su país de origen, sin comisiones ocultas.
Adaptar el sistema de identificación de las tarjetas de crédito y débito a la nueva tecnología, que incorpora un chip a las tarjetas para lograr mayor agilidad y seguridad en las transacciones, al reforzar el grado de autentificación tanto de la tarjeta como del titular, y que debía estar en plena vigencia desde el pasado mes de diciembre.
Múltiples beneficios
La adaptación del sistema es lenta y la Zona Única de Pagos, aunque se halla en pleno vigor desde el punto de vista legal, aún no es la norma. El Banco Central Europeo indica que apenas el 9,6% de las transferencias bancarias en la zona euro se tramitaron hasta el momento bajo el SEPA. El Banco de España, por su parte, señala que en fecha de diciembre de 2010, solo el 19,4% de las transferencias españolas emitidas correspondieron al SEPA.
En lo referente a las domiciliaciones bancarias, la adaptación no convence demasiado. El pasado mes de diciembre, la Comisión Europea decidió intervenir, al margen de la lógica de la autorregulación adoptada hasta el momento. La propuesta de reglamento estaría vigente desde 2012 y busca prohibir las comisiones bancarias ocultas sobre las domiciliaciones, que a día de hoy se facturan, según la CE, en seis países: España, Portugal, Francia, Italia, Bélgica y Suecia.
La adaptación del sistema es lenta y la Zona Única de Pagos, aunque en pleno vigor desde el punto de vista legal, aún no es la norma
Respecto a la adecuación a la nueva tecnología en las tarjetas de crédito y débito, según una prestigiosa consultora internacional, los bancos grandes y medianos deberían asumir una inversión de entre 3.000 y 8.000 millones de euros para adaptarse al SEPA. Gran parte de esta cantidad se destinaría a la adecuación de las tarjetas con chip en plásticos, cajeros y Terminales de Puntos de Venta.
Beneficios en domiciliaciones
Una de las características más destacadas de la SEPA es el apartado de las domiciliaciones bancarias. Las nuevas medidas tienen efecto sobre diversos sectores de la economía: desde la inversión inmobiliaria, hasta los viajes de negocios, la inversión financiera y los viajes de estudios. Con la nueva norma, un español que viaje a menudo al extranjero puede, entre otras cosas, contratar una línea de telefonía móvil en cualquier capital y domiciliar el pago en su cuenta española, con los mismos costes y beneficios de su línea nacional.
Además, las principales novedades acerca de los adeudos domiciliados son:
Se puede determinar la fecha exacta para el cobro y pago.
Se concilian de manera automática las cuentas por los cobros recibidos, al incluir campos adicionales que se ajusten a las facturas.
Es posible automatizar las transacciones excepcionales (devoluciones, rechazos…).
Cada entidad debe facilitar los plazos para las devoluciones ordinarias y para las excepcionales. Para que se pueda realizar el trámite de una domiciliación, el único requisito es que el deudor autorice al acreedor para el cobro en una cuenta de cualquier entidad de crédito situada en la zona SEPA. El sistema es válido tanto para pagos únicos como para los recurrentes o periódicos, sin límite de importe.
Beneficios en transferencias bancarias
Las novedades no solo incluyen la exención de comisiones especiales en pagos realizados en cuentas extranjeras. La nueva normativa implica también un acceso inmediato a la información. Ahora es posible realizar una transferencia a Francia con el mismo sistema de comisiones pactado con la entidad financiera en España para los pagos nacionales, pero se conoce cuándo se abonará esa transferencia en la cuenta del receptor.
SEPA es un estándar único para la identificación y validación de las cuentas bancarias europeas: el IBAN («International Bank Account Number»), que contiene información estandarizada para todos los países. Los formatos de todas las cuentas bancarias deben ya estar adaptados a este sistema. Si las entidades no lo han implantado aún, deben poder brindar el nuevo número de cuenta si el cliente lo solicita.
Ciertas herramientas en Internet permiten conocer el IBAN de cualquier cuenta bancaria. Su formato aporta la siguiente información: Código País, Dígito de control IBAN, Entidad, Oficina, Dígito de control del Banco, Número de cuenta corriente (ES-70 -0128-0001-01-0123456789).
En la práctica, el nuevo sistema de transferencias bancarias implica que:
Los pagos se realizan por la totalidad del importe, sin deducción de gasto alguno de la cantidad transferida. Si hubiere algún cargo, deberá repercutirse a los clientes por su propia entidad de crédito.
Seguridad sobre la fecha en que el dinero estará. La Zona Única de Pagos fija un límite máximo de tres días hábiles, que puede reducirse entre las entidades.
Los pagos pueden ser únicos y masivos (un único adeudo en la cuenta del ordenante, con múltiples abonos para diferentes beneficiarios).
Se deben identificar los motivos del pago mediante campos específicos de datos.
Debe haber liquidación separada de comisiones, posibilidad de información complementaria y, además, cada entidad debe desarrollar normas para pagos rechazados o devueltos.