El procedimiento para contratar un préstamo hipotecario es bastante conocido: tenemos que ir al banco, presentarle la documentación que pida, aceptar su oferta y firmar la escritura ante notario. Muchos solicitantes, sin embargo, no saben que las condiciones presentadas por la entidad en un primer momento no siempre son definitivas. En muchas ocasiones, si jugamos bien nuestras cartas, podemos llegar a un acuerdo para que nos apliquen un interés más bajo, nos quiten comisiones o productos asociados o hasta que nos presten más dinero, por ejemplo. En este artículo ofrecemos varios consejos que nos ayudarán a negociar con la banca para conseguir una mejor hipoteca.
Hay que demostrar solvencia
En primer lugar, si queremos negociar unas buenas condiciones para nuestra hipoteca, debemos demostrar que somos solventes. Y es que cuanto mejor sea nuestro perfil, menos se arriesgará el banco al prestarnos el dinero, así que más barato será el préstamo ofrecido. Por lo tanto, tenemos que asegurarnos de cumplir todos los requisitos básicos: tener ahorros para cubrir hasta el 30 % de la compra, contar con un buen salario y con una situación laboral estable, tener pocas o ninguna deuda…
Asimismo, nuestra posición para negociar con la entidad será mejor si le ofrecemos más garantías de pago. En ese sentido, tendremos más opciones de conseguir unas condiciones más atractivas, si la futura hipoteca tiene dos titulares en vez de uno, si trabajamos en un sector en alza (informática o nuevas tecnologías, por ejemplo), si llevamos un tiempo pagando un alquiler sin ninguna demora…
Es importante consultar ofertas de otros bancos
En segundo lugar, es aconsejable no limitarnos a un solo banco. Si pedimos financiación a varias entidades (tres como mínimo), podremos comparar distintas ofertas y decantarnos por la que nos parezca más atractiva. Además, esto nos permitirá saber si la propuesta inicial de un banco es competitiva o no.
Otra ventaja de solicitar la hipoteca a varias entidades es que podemos provocar que se “peleen” por nosotros. Si una nos hace una oferta atractiva y se la presentamos a otra financiera, quizás esta nos presente una contraoferta igual o mejor que la de su competidora: con un interés más bajo, con menos comisiones o menos productos asociados (seguros, planes de pensiones…), con un importe mayor, etc.
Pero es importante que valoremos todas las condiciones en conjunto, y no nos quedemos únicamente con el tipo de interés. Una hipoteca con un interés más bajo tendrá unas cuotas más económicas, pero si esta incluye otros gastos adicionales (comisiones, primas de seguros, etc.), quizás su precio sea más caro que el de otro préstamo con un tipo más alto y con menos costes extra.
Podemos ofrecer algo a cambio
En tercer lugar, también podemos ofrecer algo al banco a cambio de que nos mejore las condiciones que nos brinda, siempre dentro de nuestras posibilidades. Por ejemplo, podemos proponerle la contratación de productos que nos interesen para que nos rebaje el interés o nos quite comisiones, aportar más dinero para la compra a cambio de que no nos pida suscribir otros servicios…
Imagen: Tumisu
La alternativa: contratar a un bróker hipotecario
Seguir todo este proceso (ir a varias entidades y tratar de llegar a un acuerdo con cada una de ellas) requiere tiempo. Por ello, lo idóneo es que nos reservemos unos dos o tres meses para conseguir la hipoteca que necesitamos. Las prisas son malas consejeras, pues nos pueden llevar a aceptar una oferta más cara de la cuenta. Y es posible, sin embargo, que no dispongamos de tiempo o de ganas de negociar con varios bancos.
En estos casos, existe una alternativa que puede ser interesante: contratar los servicios de un bróker hipotecario que se encargue de lograr las mejores condiciones en función de nuestro perfil. Este profesional tiene un amplio conocimiento del mercado financiero y buenos contactos en la banca, así que le resultará más fácil negociar la concesión de una buena hipoteca.
Ahora bien, los brókeres cobran unos honorarios por sus servicios, cuyo coste oscila entre el 2 % y el 5 % sobre el importe del préstamo (se paga tras firmar la hipoteca). En general, compensa abonar ese dinero si las condiciones obtenidas son buenas, pero es conveniente hacer números para valorarlo.