Coronas danesas, florines húngaros, francos suizos, rublos… y, por supuesto, el euro. Solo en Europa conviven más de una veintena de monedas distintas y la cifra se eleva a 180 en todo el mundo. Viajar a destinos como Londres, Ginebra, Tokio o Nueva York nos obligará a utilizar una moneda distinta a la nuestra. Ante esta situación, muchos viajeros se preguntan dónde es mejor cambiar divisas o, en resumen, dónde resulta más barato hacerlo: en el aeropuerto, en el banco o en un cajero automático. Analizamos las tres opciones.
Comprobar el tipo de cambio real
Antes de cambiar nuestros euros por otra moneda, debemos consultar el tipo de cambio, es decir, el valor que tiene una moneda, en este caso el euro, respecto a otra, por ejemplo el dólar. Podemos recurrir a Internet o alguna app especializada para saberlo. No obstante, el tipo de cambio real no será el que nosotros obtengamos, ya que, por lo general, cuando cambiemos una moneda siempre tendremos que hacer frente a algún tipo de sobrecoste, ya sea en forma de comisión o de sobreprecio sobre el tipo de cambio. La cuestión será que, en función del sistema que utilicemos para cambiar divisas, pagaremos más o menos.
Imagen: Thomas Breher
Opción 1: tarjeta de débito
La opción más cómoda y la más barata será usar una tarjeta de débito. Pero solo podremos recurrir a ella, si en nuestro destino el pago con tarjeta está lo suficientemente aceptado y si hay cajeros suficientes como para extraer efectivo. Si abonamos una compra en dólares con una tarjeta de débito, tendremos que hacer frente a dos comisiones:
- El tipo de cambio de Visa o Mastercard: entre el 0,20 % y el 0,50 % en función de la divisa.
- La comisión por cambio de divisa de nuestro banco: alrededor de un 3 %.
Ejemplo. Supongamos que nuestra cuenta corriente está denominada en euros y queremos pagar una compra en una moneda extranjera cuya paridad es uno a uno. En ese caso, por cada cien unidades de la moneda del país de destino, nos descontarán de nuestra cuenta 103,20 euros aproximadamente: un sobrecoste del 3,20 %.
Si en lugar de pagar directamente en el comercio, sacamos dinero de un cajero, tendremos que sumar dos comisiones más:
- La comisión por usar un cajero internacional: alrededor del 4 % con un mínimo de tres euros.
- La surcharge fee: la comisión aplicada por el propietario del cajero -no por nuestra entidad- que variará en función de dónde saquemos el dinero.
En el ejemplo anterior, si queremos obtener cien unidades de la moneda extranjera a través de un cajero, acabaríamos pagando 7,2 euros más la surchage fee.
Sin embargo, todas estas comisiones, salvo el tipo de cambio de Visa o Mastercard, se pueden evitar si utilizamos tarjetas para viajar que no cobren comisiones por cambio de divisa ni por el empleo de cajeros extranjeros y, además, sacamos dinero de un terminal que no aplique la surcharge fee (se trata de probar hasta que encontremos uno que no la tenga). En ese caso, solo tendríamos que abonar un sobreprecio de entre 0,20 % y 0,50 % que, a efectos prácticos, sería casi como obtener el tipo de cambio real. En la última situación, sacar cien unidades de moneda extranjera nos costaría solo 100,20 euros.
Opción 2: bancos
Si queremos comprar divisas en España, podemos recurrir a nuestro banco, aunque el precio será superior al que obtendremos con las tarjetas sin comisiones. En este caso, tendremos que hacer frente a dos gastos:
- Un tipo de cambio desfavorable.
- La comisión por cambio de divisa: las principales entidades del país cobran entre un 1 % y un 3 % por la compraventa de billetes extranjeros, normalmente con un mínimo a partir de los seis euros.
Por otra parte, el cambio no será instantáneo como ocurriría con la tarjeta, sino que tendríamos que esperar unos días para obtener nuestras divisas. Eso sí, algunos bancos ya permiten solicitar divisas a través de Internet o de su aplicación móvil, lo que facilita el trámite.
Opción 3: casa de cambio
Las casas de cambio son una de las opciones clásicas para obtener divisas extranjeras. Podemos encontrarlas tanto en los aeropuertos como en lugares turísticos, normalmente en los centros de las ciudades. En función de la moneda que queramos cambiar, de la ubicación de la casa de cambio (las de los aeropuertos son menos asequibles), de la compañía y de la competencia que haya, el cambio será más o menos desfavorable. Pero, por lo general, siempre será más caro acudir a una casa de cambio que usar una tarjeta sin comisiones.