El poder adquisitivo en Europa

Un español gana menos de la mitad que un noruego
Por Clara Fraile 18 de septiembre de 2003

Dime dónde vives y te diré cuanto tienes. Esta podría ser la conclusión si intentamos comparar los niveles de vida de los países de la Unión Europea, donde la mayor parte de la población “vive bien”. Por lo general existe una relación directa entre salario y poder adquisitivo. A más salario, mayor poder adquisitivo, aunque el resultado definitivo de éste depende también de otros condicionantes, como el coste de la cesta de la compra en cada país, región o ciudad. Los productos no siempre valen más donde más se gana.

Países caros, países baratos

Andrés Rodríguez Pose, profesor de Geografía Económica de la London School of Economics, explica que en términos absolutos los países con el nivel de vida más caro de Europa son los siguientes: Suecia, Dinamarca, Reino Unido y Finlandia. Por el contrario, los más baratos dentro de la UE actual son Portugal, Grecia y España y entre los que entran el próximo año destacan Eslovaquia y la República Checa.

Ahora bien, ¿cómo se mide esto y cuáles son los indicadores? Rodríguez Pose asegura que el indicador más usado son las Paridades de Poder Adquisitivo (PPA). “Se calcula mediante la evaluación del coste en moneda nacional de una cesta de la compra que incluye varios productos y servicios que se consideran representativos de la actividad económica de todos los países que se comparan. Los productos y servicios que se incluyen en esta cesta varían y son siempre objeto de críticas”, aclara.

Parece que este método puede provocar ciertas distorsiones. “Si queremos saber cuál es la clase media europea mejor dotada económicamente la estadística nos lo pone difícil, ya que los cálculos se hacen teniendo en cuenta las personas de un país y no las que pertenecen a la clase media”, explica Pose. Los países con mayor poder adquisitivo son Luxemburgo, Irlanda y Dinamarca y los que tienen una clase media más amplia son los países escandinavos.

Si atendemos a los datos de las Paridades de Poder Adquisitivo de 2001 (UE), sólo Portugal y Grecia, con índices de 74 y de 80, respectivamente, eran más baratos que España. Alrededor de la media (que se sitúa en 100) hay bastantes países: Bélgica (98), Países Bajos (100), Austria y Francia (101) y Alemania (105). El nivel de precios en España era un 17% inferior al nivel medio de la Unión Europea.

Por ejemplo, la mayoría de los productos de alimentación, bebidas y tabaco en España tienen precios inferiores a la media comunitaria (100). Destacan las bebidas alcohólicas (65), el agua mineral, los refrescos y los zumos (65) y la carne (69). Sólo el pan, los cereales (101), el azúcar, chocolate y dulces (106) superan ligeramente la media comunitaria. El pescado, del que España es el segundo consumidor mundial por habitante, tiene precios inferiores en un 10 por ciento a la media comunitaria y muy similares a los portugueses.

Economía familiar

Cuanto mayores son los niveles de deuda alcanzados por las familias, más sensibles son a posibles evoluciones desfavorables. Según un trabajo realizado por Ana del Río, del Servicio de Estudios del Banco de España, los hogares de Holanda y Alemania presentaban en 2001 el nivel de deuda sobre su Renta Bruta Disponible (RBD) más elevado dentro de la zona euro: 190% y 111%, respectivamente. En este contexto, el endeudamiento de las familias españolas se encontraba en torno a la media europea, con un nivel de deuda que representaba cerca del 77% de su RBD.

En lo que se refiere a la finalidad de los créditos, las familias de europeas mantienen de media un 64% del total para la financiación de sus viviendas, mientras que en torno al 16% lo destinan al consumo. Aunque en Francia el porcentaje dedicado al consumo es comparativamente superior, alrededor del 20%, y en Italia y Austria el peso de la financiación destinada a la vivienda es relativamente más bajo, alrededor del 39% y 47%, respectivamente.

Para del Río, en Portugal, Irlanda y España, el crecimiento de la deuda ha venido acompañado de un aumento relativamente mayor de la renta real de los hogares y de una reducción de los tipos de interés más pronunciada.

Pero, ¿es más caro un piso en París o en Barcelona? En términos absolutos en París el metro cuadrado costaba el doble que en la capital catalana en el año 1999 (3.846 euros frente a 1.923 euros), según datos recogidos por la Federación Internacional de Profesiones Inmobiliarias (FIABCI) y aportados por la doctora en Ciencias Económicas Carme Trilla Bellart, quien considera que esto no significa necesariamente que a un parisino le suponga mayor esfuerzo que a un barcelonés adquirir una vivienda, ya que aunque los intereses de los créditos se están aproximando en toda la Unión, no sucede lo mismo con “la capacidad adquisitiva de las familias”.

Carme Trilla, autora del estudio de la Fundación La Caixa “La política de vivienda en una perspectiva europea comparada”, comenta que por debajo de los precios de Barcelona y Madrid se encuentran ciudades como Ámsterdam, Estocolmo, Bruselas o Dublín. No obstante, esta especialista en vivienda asegura que la realidad es muy cambiante y que los datos son escasos y “están falseados, ya que se comparan precios de viviendas céntricas y periféricas, grandes y pequeñas, pluri y unifamiliares”.

Sueldos y protección social

En efecto, cuando intentamos encontrar cifras que nos ayuden a comparar las clases medias de unos y otros países tenemos que enfrentarnos a la escasez de conceptos homogéneos actualizados y contrastables para que se puedan cotejar.

Sin embargo, existen varios indicadores válidos, un ejemplo son los utilizados por Eurostat, la oficina de estadística de la Unión Europea, como el de los costes laborales que aglutinan, además de lo que cobra el empleado, todos los pagos que el empresario hace a un trabajador, incluidas las cuotas obligatorias a la seguridad social, planes de pensiones, etc.

Si analizamos este dato comprobamos que los costes laborales más caros son los nórdicos y que lo que le cuesta a un empresario pagar a un trabajador en España es menos de la mitad que lo que le costaría en Noruega. Así:

  • La mano de obra más cara se encuentra en Noruega, donde los costes laborales en 2000 alcanzaban los 48.856,21 euros por trabajador y año.
  • Le siguen, muy de cerca y por este orden, Suecia, Dinamarca, Inglaterra y Alemania.
  • En el número trece de los Quince, es decir, sin tener en cuenta a los países candidatos, se sitúa España, con 24.366,81 euros. Por debajo, Grecia (18.842,9) y Portugal (14.269,94).

Si nos fijamos solamente en los sueldos (lo que el trabajador se lleva a casa) las diferencias son aún mayores. En el año 2000 un noruego ganaba más de 40.000 euros frente a los 18.000 euros de un español medio. La proporción en millones de pesetas era de 7 a 3.

En cuanto a las cotas de protección social, la forma de medir el sistema es a través del dinero que un Estado destina a la enseñanza, la sanidad, el desempleo, ayudas a las familias… en relación con su propio Producto Interior Bruto (PIB). Así, según datos facilitados por Eurostat, la media de la Europa de los Quince entre los años 1997 y 2000 era del 28% del PIB, con Suecia a la cabeza (33,8%), seguida de Francia (30,8%) y Dinamarca (30,4%). Los niveles inferiores estaban ocupados en aquellas fechas por Irlanda (16,7 %), España (21,2%) y Portugal (21,4%). Como referencia, Noruega y Luxemburgo superaban en 2001 en más de un 125% la media comunitaria del PIB. España se encontraba en el cuarto grupo, con un producto interior bruto inferior entre un 75 y un 50% a la media, seguida por Hungría, Chequia, Grecia, Eslovenia, Portugal y Chipre.

Precios

En economía todo está relacionado y, aunque estos datos de costes laborales, salarios y nivel de protección social corroboran la percepción que todos tenemos de que los países del norte son los “que mejor viven”, también hay que tener en cuenta que allí, normalmente, los precios son más altos.

Por lo general, los países más desarrollados económicamente poseen niveles de precios más elevados, por lo que con una misma cantidad de dinero se pueden comprar menos bienes o servicios. Es decir, para comprar lo mismo hay que gastar más en el país caro, aunque esta regla dista mucho de ser directa. No hay más que comprobar los precios en el sector del automóvil. Las diferencias son sustanciales, según los últimos datos facilitados por la Comisión Europea a finales de 2002. Los países más caros a la hora de comprar un coche son Reino Unido, Alemania y Austria, frente a Dinamarca, Grecia y los Países Bajos, que serían los más baratos.

La proporción en los productos de primera necesidad tampoco es la más lógica, tal y como puede apreciarse en el estudio que UBS Investment Funds realizó en el año 2000 teniendo en cuenta las disparidades en cuanto a los ingresos por los rendimientos del trabajo en cada país. Los datos indican que para comprar un kilo de pan es necesario trabajar 28 minutos en Helsinki, 25 en Budapest, 22 en Milán, 17 en París, 15 en Lisboa, 14 en Oslo, 13 en Viena y Bruselas, 12 en Copenhague, 11 en Luxemburgo, 10 en Ámsterdam (lo mismo que en Atenas, Zurich y Berlín), 9 en Madrid, Barcelona, Frankfurt y Ginebra, 8 en Dublín y 6 en Londres.

Tendencia

La tendencia lógica y objetiva de las instituciones europeas apunta hacia la unificación. Pero en la práctica esto es algo que cada vez se pone más difícil, ya que las cifras de todos los países candidatos se encuentran por debajo de los 8.000 euros anuales por trabajador, y si nos fijamos en Bulgaria el listón cae hasta los 2.300 euros brutos, lo que en sueldo neto se queda en unas 280.000 pesetas al año.

“Mucho tendrán que correr”, comentan desde el INE sobre los nuevos miembros, abundando en que la unificación real será muy complicada (“no se puede decretar”) y aventurando que no podrá efectuarse ni siquiera en quince años por mucho que se intente controlar el crecimiento de los costes laborales y la inflación merced a los Pactos de Estabilidad. Tampoco tienen por qué acrecentarse las diferencias, ya que los “países más baratos” suelen beneficiarse de la implantación de empresas precisamente por el bajo coste de su fuerza de trabajo.

Lo cierto es que una cosa es el poder adquisitivo y otra la calidad de vida. El poder adquisitivo se mide, entre otros, según los indicadores materiales que se han comentado y es muy importante dentro del bienestar en términos generales. Pero la calidad de vida, según el sociólogo José García López, “sólo puede medirse a través de nuestra propia subjetividad”, mediante encuestas basadas en preguntas del tipo “¿tiene lo que necesita para ser feliz? ¿qué es y qué echa de menos?” y las respuestas pueden ser muy dispares en países tan distintos.

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