La renta variable predice una leve recuperación económica

Las recientes subidas en Bolsa son fruto de un cambio de ciclo ante la mejoría de las perspectivas económicas
Por José Ignacio Recio 8 de junio de 2009
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Imagen: Nick Benjaminsz

Las bolsas adelantan los ciclos y la realidad económica de los países. Ésta es una pista de gran importancia proporcionada por la renta variable para que los pequeños y medianos inversores puedan canalizar sus inversiones con cierta antelación, en especial en un momento de gran incertidumbre financiera y bursátil como el actual, en el que las economías de los principales países del mundo están sumergidas en un proceso de carácter recesivo. Algunas voces autorizadas advierten de que probablemente se haya tocado fondo, o de que a finales de este año o en el curso del próximo se darán los primeros síntomas de recuperación. Aplicado a la Bolsa, esto significaría que la renta variable, tanto nacional como internacional, estaría ya en condiciones de anticiparlo. Las recientes subidas en Bolsa son probablemente fruto de un cambio de ciclo ante las mejores perspectivas económicas en un futuro no muy lejano.

Detectar el cambio a tiempo

Antes de que la crisis económica aterrizara en los hogares, las bolsas ya la habían anunciado con descensos en los precios desde finales de 2007. Cuando organismos o instituciones apenas hablaban de una probable recesión, la renta variable en todo el mundo lanzaba un mensaje muy claro: «algo va mal». En estos casos, la medida más prudente para pequeños y medianos ahorradores es abstenerse de realizar operaciones de compra en Bolsa -ya que se anuncia un cambio de ciclo-. Si el inversor está posicionado, la solución más inteligente es deshacer posiciones, en especial cuando se encuentre con plusvalías, ya que los efectos de los nuevos ciclos pueden ser desoladores para sus intereses al durar mucho tiempo, un mínimo de dos años. Además, las cotizaciones de los valores tienen unas correcciones muy bruscas, en la mayoría de las ocasiones por encima del 50%, como se ha podido comprobar con la renta variable nacional a finales de 2007 y durante todo el ejercicio 2008. Por el contrario, cuando la Bolsa anticipa un escenario económico favorable, y siempre que le sea posible recoger esta tendencia, resulta una ocasión inmejorable para incrementar de forma notable el capital invertido e ir iniciando una toma de posiciones en los valores que mejores perspectivas presenten. Muchas fortunas se han fraguado en esos momentos en que la Bolsa adelantaba un cambio de tendencia en la economía. ¿Cómo reconocerlo?

Meses antes de producirse una recesión o una reactivación de la economía, la renta variable experimenta fuertes subidas o bajadas respectivamente, señales inequívocas de la nueva situación. Muchos inversores no se explican, en principio, el cambio de tendencia cuando la economía está situada en terreno positivo o negativo. Es entonces cuando hay que entrar o salir en el mercado, aunque se plantea la duda del momento exacto, ya que un cambio de ciclo puede confundirse con un rebote o una corrección puntual en los precios de las acciones. Para estos casos, es muy acertado el dicho popular tan común entre los inversores: «hay que comprar con el rumor y vender con la noticia».

Un incremento en el volumen de contratación, posicionamientos masivos o subidas ilógicas son señales de un cambio de tendencia

El refrán encaja como un guante en estas situaciones ya que, antes de que se produzca el cambio de tendencia o ciclo, la Bolsa da respuestas a las expectativas de crecimiento o recesión para, una vez instalada en la nueva situación económica, estabilizarse en sus precios. Para no llevarse a engaño, los pequeños y medianos inversores deben prever estos cambios, tanto por su propia experiencia bursátil como a través de la interpretación de los brokers o intermediarios financieros, encargados de lanzar las alertas sobre la nueva situación. Los inversores más avezados encuentran señales muy estimables para detectar estos cambios de tendencia o ciclos, como el incremento en el volumen de contratación, un posicionamiento masivo por parte de los brokers más importantes o subidas ilógicas en la cotización de las empresas. Más sencillo resulta adivinarlo a través de las reuniones que celebran los organismos monetarios de un lado y otro del Atlántico, en las que se dan pistas sobre el futuro de las economías, en unos casos rebajando el precio (recesión) y en otros incrementándolo (reactivación).

Invertir según los ciclos

Cuando los datos económicos estén adelantando un mejor comportamiento de la economía en general, con el consiguiente beneficio de las posibilidades del inversor medio, se deberá:

  • Incrementar las posiciones compradoras, en cualquier ámbito al que éstas se dirijan.
  • Si no se estuviese «comprado», iniciar la toma de posiciones, tanto de forma gradual como agresiva.
  • Optar por valores de carácter defensivo o conservadores, que pueden rentabilizar de forma más segura los ahorros. En primer lugar de forma gradual, y posteriormente –si se confirman estos signos- ir incrementando el capital invertido.

Por el contrario, cuando las bolsas anuncien que la economía puede verse inmersa en una grave recesión, sería el momento de decantarse por estas alternativas:

  • Deshacer urgentemente posiciones para evitar pérdidas de gran calado que puedan afectar a la situación de la economía doméstica.
  • No afrontar posiciones compradoras hasta que se observen signos de que la economía puede volver a enfrentarse a datos macroeconómicos favorables.
  • Los perfiles más especulativos pueden aprovechar los bajos precios con que cotizan la mayoría de los valores para hacer compras selectivas de las que obtener plusvalías en las operaciones a corto plazo, aprovechando cualquier rebote técnico.
FASE DE ACUMULACIÓN

Cuando la economía mundial se halla en el peor escenario posible, es el momento en que empiezan a aparecer las fases de acumulación, las primeras compras tras las fuertes caídas sufridas por la mayoría de valores que cotizan en la renta variable. El paro llega a máximos, la inflación, a mínimos, y las expectativas empresariales se encuentran muy bajas. Son los pequeños y medianos inversores los que ahora no quieren saber nada de la Bolsa, de ahí que el volumen contratado esté en mínimos.

Los parqués se están resintiendo de estos efectos, pero las “manos fuertes” del mercado (bancos y cajas de ahorro, fondos de pensiones, sociedades de cartera y grandes inversores en general) intuyen ya que la actual evolución económica “no puede ir a peor” y que puede haber tocado fondo, por lo que aparecen las primeras órdenes de compra en todas las acciones cuando la cotización cae por debajo de un determinado cambio, sin presionar los precios hacia arriba. Son los momentos de acumulación que siempre surgen cuando los mercados bursátiles han perdido un porcentaje más que notable en su cotización.

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