Hace apenas dos años, la Bolsa era un mercado exuberante, sinónimo de opulencia para muchos inversores. Incluso algunos ahorradores que nunca se habían acercado a ella decidieron invertir parte de su dinero, atraídos por la posibilidad de obtener ganancias fáciles y rápidas. Era la época en la que el Ibex-35, el principal índice, subía más de un 20% anual. Sin embargo, con la crisis, que arrancó en agosto de 2007, las tornas han cambiado y ahora son muchos los pequeños accionistas que no saben qué hacer con su dinero. En este escenario, Miguel Ángel Cercas, director de la agencia de valores Renta 4 en León, cree que hay que tener templanza y no dejarse dominar por el miedo y la tentación de vender, ya que es el momento de comprar en Bolsa, con criterio, apostando por empresas grandes, líquidas y que den buen dividendo. Además, según afirma, se trata de un momento magnífico para especular. Cercas ha estado trabajando cuatro años en el libro de Bolsa que acaba de publicar: «Valores en alza. Tu conducta determina tu inversión» y, en su opinión, aunque la crisis será larga, quien tenga paciencia podrá comprobar que a correcciones profundas en Bolsa, como las que se están dando, seguirán subidas importantes.
El mercado financiero ha tenido graves problemas, entre otros, de liquidez. La Bolsa adelanta la economía real más o menos unos seis meses y lo suele hacer de manera un poco desproporcionada, un poco loca. Pero es normal que en Bolsa haya subidas y bajadas. Eso no debe preocuparnos, sino que debemos aprovechar la situación y no quejarnos. Algunas personas han estafado y eso ha dañado confianza de muchas personas. En fin, ya se sabe que la evolución de la Bolsa es cíclica y que a correcciones profundas, tarde o temprano, seguirán subidas importantes.
Invertir en empresas grandes, de elevada capitalización y que den buenos dividendos. En estos momentos muchas empresas dan el 7% o el 8%, vía dividendos. También aconsejo ir haciendo ahorro periódico y revisar mes a mes la cartera. Posiblemente interese crear una cartera a través de fondos de inversión, lo que permite ir desplazándose de la renta variable a la renta fija. El inversor debe marcarse unas metas, unos objetivos de rentabilidad e ir poco a poco comprobando cómo se van cumpliendo: no debe dejarse llevar por el pánico o el miedo que le puede hacer vender en los momentos en que precisamente debe comprar.
Que se forme bien y que tenga criterio propio sobre lo que quiere; que sepa distinguir entre invertir y especular, y que acuda a un asesor financiero con experiencia, prestigio y que le conozca bien para que sepa aconsejarle según su perfil de riesgo y de manera diversificada. El subtítulo del libro hace referencia a que es uno mismo quien tiene que tomar las riendas de sus inversiones o especulaciones, no el mercado, las subidas o bajadas de tipos de interés, el precio de petróleo…
Afecta totalmente. Hay que ser prudentes, justos, actuar con fortaleza y templanza. Son las virtudes humanas, esos hábitos operativos buenos, los que conducirán a buen puerto en las inversiones financieras. Si se es prudente, se verá la realidad como es, y se intentará ser un buen profesional. La justicia hace referencia a la relación entre el riesgo y la rentabilidad. La fortaleza es necesaria para no salirse del camino, no dejarse llevar por los cantos de sirena…, y la templanza tiene que ver con el control de las propias emociones y de la influencia, a veces negativa, que ejercen los demás.
Que no debe ser demasiado confiado, que hay que invertir o especular con criterio propio -precisamente para ser uno mismo quien determine su inversión, con su propia conducta- y que hay una relación de justicia entre riesgo y rentabilidad: nadie da duros a cuatro pesetas. Así que si ofrecen algo totalmente seguro con rentabilidad fuera de mercado, hay que estar prevenidos y no dejarse engañar.
“No sabemos hasta dónde puede caer el Ibex-35, pero tarde o temprano volveremos a la media histórica y eso supondrá obtener revalorizaciones interesantes”
Es fantástico, en mi opinión, porque los índices de volatilidad -la rapidez de subidas o bajadas de precios- están en máximos. Para especular hace falta movimiento y productos que permitan aprovecharse, como los CFD o los ETF inversos que posibilitan posicionarse bajista. No hay que tener miedo a especular a la baja. Es sólo cambiar un poco la mentalidad habitual de querer que todo suba siempre, cuando la Bolsa puede que no se rija por ese criterio en el corto plazo. Ahora estamos en un escenario bajista: ¿por qué no aprovecharlo?
Ir siempre con tendencia, esto es fundamental: que el 70% al menos de las operaciones vayan en tendencia. Actuar al alza o a la baja; poner siempre “stop” de pérdidas por si la operación sale mal. El especulador que no pone “stop” de pérdidas se convierte sin quererlo en inversor a largo plazo. Por último, hay que cumplir a rajatabla el principio básico del especulador: preservar el capital. A efectos prácticos esto significa que hay que invertir más cantidad conforme vayan bien las cosas, e invertir menos conforme vayan mal (lo contrario de lo que normalmente se suele hacer).
No lo sé. La cuestión es que no lo sabe nadie. En estos momentos estamos en una situación que se escapa de la media. No se sabe el calado de la profundidad: no sabemos hasta dónde puede caer el Ibex-35. Lo bueno es que tarde o temprano volveremos a la media histórica y eso supondrá ver unas revalorizaciones interesantes.
La económica yo creo que más tiempo del que se comenta. Es una crisis profunda, globalizada, mundial. Saldremos en cuanto empecemos a creer que saldremos y así se volverá a generar confianza. El miedo es muy malo para la economía. Respecto a las caídas bursátiles, se terminarán un poco antes que la crisis económica, porque la Bolsa suele adelantarse a la economía real. Las crisis a veces suponen oportunidades, replantearse nuevos objetivos en la vida, no fundamentarlo todo en el dinero… En fin: hay que saber ver el lado bueno de las diferentes situaciones para encararlas con ilusión y ánimo. Si no, nos podemos deprimir y así, no salir nunca del hoyo.
“La renta fija pública depende de la evolución de los tipos de interés y estos irán a menos. Nos debemos olvidar de los depósitos atractivos”
Para invertir sí, con criterio, no cualquier cosa, teniendo definidos nuestros objetivos de inversión y con revisiones periódicas. Hay que comprar selectivamente empresas que dan buenos dividendos y con ganancias líquidas. Una manera de diversificar -necesario para invertir bien- es comprar a través de fondos de inversión.
Nuestra cartera modelo en estos momentos -que revisamos periódicamente- está compuesta por BBVA, Ferrovial, Iberdrola, Repsol y Telefónica.
La renta fija pública depende esencialmente de la evolución de los tipos de interés y éstos irán a menos. Nos debemos ir olvidando de los depósitos atractivos. La bajada de tipos de interés se ve como una de las medidas más eficaces para reactivar la economía, para que las empresas tengan financiación barata y los particulares se animen a solicitar créditos. El problema es que los bancos, ante sus necesidades de liquidez, y la tasa de morosidad alcista, exigen mucho para dar un préstamo y los tipos son muy altos.
Hay muchos tipos de renta fija privada y cada una de ellas tiene su clasificación; una calificada como Triple A, por las agencias de rating, no debe tener problemas. Pero es verdad que puede dar un poco de miedo acudir a algunas emisiones privadas. Un inversor particular debe asesorarse bien.
Su calificación crediticia, es decir, si es probable o no que no incumpla sus obligaciones. Para eso hay empresas que miden ese grado de riesgo.