En nuestro país circulan en torno a 55,77 millones de “plásticos”, según el Banco de España. A pesar de que el número de tarjetas de crédito ha crecido en los últimos añós, existen dudas acerca del futuro de esta forma de financiación. Y es que el 80% de los millennials en España, la generación criada en plena crisis económica, no tiene tarjetas, tal y como reconoce el Barómetro de Tarjetas de Mastercard. ¿La principal razón? El miedo a endeudarse. Pero, en realidad, se les puede dar diversos usos. En este artículo se explican tres de ellos que pueden resultar muy beneficiosos, si se emplean de forma responsable: retrasar pagos, elegir plazos e incluso incluir un seguro de viaje gratis.
Criada con las dificultades de la crisis económica que comenzó en 2008, la generación millennial tiene claro que no quiere repetir los errores del pasado. La facilidad de financiación que ofrecen las tarjetas de crédito son, para estas personas, un peligro y una forma de utilizar dinero de más que, tarde o temprano, les pasará factura. Pero no conviene ser tan fatalistas. Estos «plásticos» pueden ser una gran herramienta, si se saben emplear de manera responsable.
1. ¿Cómo usar la tarjeta de crédito para pagar a fin de mes sin intereses?
Las tarjetas de crédito permiten obtener un dinero que no se tiene en la cuenta y devolverlo más adelante, pero los bancos no siempre cobrarán intereses por ello. El 100% de estos «plásticos» posibilita a sus usuarios utilizar el crédito disponible y reintegrarlo en su totalidad al mes siguiente al gasto sin tener que pagar intereses.
Es un modo no solo de aplazar el abono de los gastos hasta haber recibido la nómina, sino de tener un mayor control de las compras, ya que se sabrá con exactitud cuánto se ha gastado con esa tarjeta al comienzo del mes siguiente. Además, siempre es posible rebajar el límite de crédito del que se puede disponer para evitar pasarse de manera inconsciente.
2. Tarjetas de crédito: ¿cómo pagar a plazos?
Las tarjetas de crédito son una forma de financiación y una buena herramienta cuando se tienen gastos de mayor envergadura que se prefieren abonar poco a poco. Si bien elegir un mal plazo puede conllevar el pago de intereses de más, saber escoger una cuota adecuada permitirá dividir el abono de una gran compra en varios meses y sin tener que hacer frente a demasiados intereses.
Un ejemplo. Se quiere adquirir un ordenador portátil por valor de 600 euros y financiarlo con una tarjeta de crédito al 24%. Si se escoge reembolsarlo a seis meses, la cuota que habría que abonar sería de 107 euros mensuales y se generarían 42 euros en intereses.
Hoy en día, muchas entidades, conscientes del miedo de los millennials a estos «plásticos», ofrecen una forma de pago fácil (aunque no exenta de peligros), por la cual se puede elegir tener el abono a fin de mes sin intereses por defecto y simplemente aplazar determinadas compras sin cambiar este método de pago.
3. Tarjetas de crédito: otras ventajas
Estas tarjetas son mucho más que un instrumento de financiación. Si bien su principal característica es que posibilitan abonar las compras en plazos, en realidad no son la única ventaja por la que estos productos son interesantes.
Muchas tarjetas de crédito incluyen seguros de viajes que cubrirán retrasos o cancelaciones en vuelos, pérdidas de reservas o incluso compensan por el extravío del equipaje. Siempre que se compren los billetes o se reserven los hoteles con estos «plásticos», el seguro cubrirá diferentes contingencias al viajar.
Además, muchas tarjetas ofrecen descuentos y bonificaciones en diferentes establecimientos que harán que las compras sean más baratas.
En definitiva, hay que perder el miedo a las tarjetas de crédito. Siempre que se utilicen de manera responsable, conociendo cuánto gastar en cada momento y cuál será el coste por financiar las compras, serán una alternativa para tener en cuenta cuando se busca dinero a crédito.