¿Crédito o préstamo? ¿Qué escoger? Hay una enorme confusión en torno estos términos, pero aunque se utilizan cono sinónimos -de ahí la confusión-, son conceptos diferentes, como aclaramos en este artículo. Toda operación en la que se presta dinero es un contrato de crédito, que tiene fórmulas diferentes de aplicación, según las necesidades del solicitante: préstamo o línea de crédito. El dinero que se concede de antemano para la compra de servicios y bienes (una casa, un coche, etc.) es un préstamo. En la línea de crédito, sin embargo, al cliente no se le entrega una cantidad económica al inicio, sino que va disponiendo de ella, en parte o en todo, según sus necesidades.
¿Qué es un crédito?
Un crédito o contrato de crédito es una operación financiera en la que una persona (el acreedor) realiza un préstamo por una cantidad determinada de dinero a otra persona (el deudor) y en la que este último se compromete a devolver la cantidad solicitada en el tiempo o plazo definido, de acuerdo a las condiciones establecidas para dicha operación. En un crédito, sea en la forma que sea, «siempre hay una parte que ostenta un derecho de crédito sobre otra, que los convierte en acreedor y deudor«, explica José Miguel Sanz García, abogado del despacho Javaloyes Legal.
La forma en la que la operación pueda llevarse a efecto puede responder a fórmulas diferentes, según las necesidades del solicitante. Por lo general, son la concesión y apertura a través de línea de crédito o mediante la concesión de un préstamo.
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La línea de crédito (que denominamos crédito) es una operación financiera en la que se concede crédito a un particular, empresa o institución, de modo que al cliente no se le entrega una cantidad económica al inicio, sino que va disponiendo de ella, en parte o en todo, según sus necesidades. Este crédito «suele ser utilizado por empresarios o autónomos que necesitan liquidez en momentos puntuales; son más prácticos para personas con ingresos irregulares», comenta Sanz.
El préstamo: crédito para adquirir bienes
En la operación que se entiende como préstamo el cliente recibe una cantidad de dinero determinada, en su totalidad, y debe devolverla en el plazo estipulado, que supone cuotas con una parte del interés pactado, además del capital que se va amortizando.
¿Para qué se utiliza? El préstamo puede ser al consumo, hipotecario, personal… «Generalmente suele ser para un uso privado» y se requieren al solicitante garantías personales o reales. El préstamo se concede para financiar la adquisición de un bien o servicio en concreto: un coche, un local, maquinaria, etc.
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¿En qué caso conviene cada uno?
Cuando la inversión tiene un periodo de amortización superior al año, el préstamo, en alguna de sus posibilidades, es la figura más aconsejable, según el abogado de Javaloyes Legal, «ya que permite ir generando la liquidez necesaria durante varios años para poder ir devolviendo el principal más los intereses». Ante la necesidad de una alta dosis de financiación, y si no se desea devolver la misma en un plazo breve de tiempo, lo más frecuente es solicitar el préstamo.
Cuando la inversión tiene un periodo de amortización superior al año, el préstamo es la figura más aconsejable
Las principales modalidades de préstamos son los préstamos personales y los préstamos con garantía hipotecaria, cuya finalidad es la adquisición de inmuebles. Su amortización se hace en plazos bastante amplios, para que las cuotas que hay que pagar encajen con ingresos periódicos, tanto de particulares como de empresas.
La financiación que se obtiene por una línea de crédito permite financiar necesidades puntuales de liquidez y se utiliza en general hacer frente al pago de seguros sociales, nóminas, proveedores, etc. Por este motivo son una herramienta de gran utilidad tanto para autónomos como para empresas.
Disposición del dinero. Con un préstamo se recibe la totalidad del dinero de inmediato tras la firma del contrato, mientras que con una línea de crédito el cliente dispone del dinero cuando lo necesite. La línea de crédito supone la posibilidad de contar con las cantidades de manera continua en el tiempo, y sin más límites que los que se hayan reglamentado.
Costes añadidos. El préstamo implica una operación principal, a la que se añaden unas cantidades que van aparejadas a ella: los intereses que se devenguen, los gastos asociados a la operación, etc.
Renovación. Los préstamos no se pueden renovar; una vez finalizado el plazo, toda la deuda debe estar amortizada y el préstamo se extingue. La línea de crédito se puede renovar al final del periodo, o tantas veces como se quiera.
Intereses. En el préstamo se paga, al finalizar el plazo, la totalidad de los intereses pactados al inicio. En la línea de crédito se paga un tipo de interés por el saldo total que el banco pone a nombre y disposición del cliente, y otro (algo más elevado) que solo se abona durante el tiempo que se dispone de parte o la totalidad de ese dinero.
Flexibilidad. Mediante una línea de crédito se obtiene más flexibilidad que en el préstamo, puesto que el cliente tiene a su disposición una cantidad de dinero durante un tiempo, pudiendo hacer varias disposiciones y reintegros respetando la cantidad máxima y el plazo acordados. En el préstamo el cliente recibe normalmente de una sola vez, al inicio del contrato, una cantidad pactada de dinero, obligándose a su devolución en los tiempos e importes preestablecidos en el plan de amortización, cuya variación implica costes adicionales para el cliente.