Encontrar un depósito que genere una rentabilidad superior al 0,75% es hoy en día todo un problema para los ahorradores. En el actual contexto monetario, tendrán que añadir un poco más de incertidumbre a este producto y ligarlo a la cotización de los principales activos financieros como estrategia para conseguir sus objetivos. No obstante, ganar más dinero no estará garantizado, sino que dependerá de su evolución en los mercados. En este artículo se ofrecen las pautas para elegir el mejor depósito y llegar a final de año con mayor liquidez en las cuentas.
Depósitos, ¿cómo mejorar su rentabilidad?
La decisión del Banco Central Europeo (BCE) de abaratar el precio del dinero ha llevado a que el rendimiento de las imposiciones esté bajo mínimos históricos. Rara vez sobrepasan el 0,60%, incluso si sus plazos de permanencia están ampliados. Como consecuencia de esta política monetaria, los ahorradores lo tienen difícil para guardar sus ahorros en un producto fiable y que garantice sus aportaciones. En muchos casos, no tienen más remedio que desviarlos hacia la renta variable, asumiendo más riesgos.
Debido a este escenario que presentan estos productos para el ahorro, los bancos están definiendo nuevos modelos que corten la sangría en la rentabilidad ofrecida. Tienen pocas alternativas a su alcance, pero una de ellas reside en vincular los depósitos con otros activos financieros, sobre todo procedentes de la renta variable tradicional, pero también abarcando otros mercados financieros (materias primas, metales preciosos, etc.) y hasta índices de referencia.
Depósitos mixtos, más rentables
Como consecuencia de esta estrategia comercial están apareciendo nuevos diseños que se diferencian de los modelos convencionales, aunque el fondo de los mismos sea similar. ¿Qué encontrarán los ahorradores?
Pues depósitos que pueden mejorar el rendimiento de sus aportaciones, pero con ciertas matizaciones. Combinan la renta fija con la variable y en cualquier caso se garantiza una rentabilidad mínima, así como la recuperación total de los ahorros tras su vencimiento y en las mismas proporciones que las imposiciones tradicionales, entre el 0,25% y 0,75%, en función de cada propuesta y sus características.
A partir del inicio de estas vinculaciones desarrolladas hacia otros activos financieros, las posibilidades para mejorar la remuneración crecen de forma notable, aunque sin esperar de estos modelos crecimientos espectaculares, y sin ofrecer ninguna garantía que se produzca. Todo dependerá de la evolución de estos activos en los mercados financieros.
No en vano, habrá que cumplir con unos objetivos mínimos para que las expectativas de crecimiento se den. De no ser así, no habrá servido para nada y no se generará ningún rendimiento adicional en la cuenta de las familias. Eso sí, al menos contarán con un interés fijo anual como consuelo, que se cobrará en sus periodos de liquidación (a vencimiento, trimestral, semestral o anualmente) y que, en cualquier caso, no ocasionará pérdidas al liquidar este producto bancario.
¿Cuál es la diferencia más importante?
Al tratarse de imposiciones más especiales, contemplan una serie de características que las hacen más reconocibles antes de ser contratadas. Para empezar, sus importes mínimos son más elevados, por lo que es necesario realizar aportaciones a partir de 10.000 euros.
Los plazos de amortización, por otra parte, son más extensos, de forma que es habitual que vayan dirigidos a dos, tres o incluso más años. Esta ampliación en la permanencia se debe al margen de confianza que necesiten los activos financieros para conseguir sus objetivos.
La posibilidad de cancelarlos, parcial o totalmente se desarrolla bajo unas condiciones mucho más exigentes que a través de los modelos más tradicionales. En ocasiones, ocurre con penalizaciones muy duras representadas a través de un encarecimiento de las comisiones y, por supuesto, eliminando la posibilidad de contar con un rendimiento más óptimo para los intereses de las familias.
Existe la creencia de que estos depósitos a plazo solo pueden estar vinculados a activos financieros provenientes de los mercados bursátiles. Falso. Aunque es la estrategia más habitual, abarca a otros mercados, algunos de ellos muy originales: desde los que se vinculan a la evolución del oro, a otros más sofisticados que tienen en el maíz, la soja o el trigo como punto de referencia para mejorar la rentabilidad del producto.
Incluso es cada vez más normal que el euríbor se integre en estos diseños destinados para el ahorro. Su estructura se basa en que ofrece un tipo de interés fijo durante el primer año, mínimo, para a partir de ese periodo referenciarlo al índice de referencia europeo durante los años siguientes y, como consecuencia de esta estrategia, mejorar sus márgenes de remuneración a los impositores.
En otros activos financieros, por el contrario, el incremento vendrá determinado por una evolución positiva de sus cotizaciones, aunque en todos los gastos no está garantizada ninguna rentabilidad mínima, solo la que proceda de la parte del depósito tradicional.