No se puede decir que este término anglosajón, «split», sea desconocido para los inversores y profesionales del ámbito bursátil. Pero se puede afirmar, con conocimiento de causa, que muy pocos son capaces que concretar con exactitud a qué nos referimos cuando este concepto asoma entre los valores comprados. Bien, este vocablo que en español significa dividir o desdoblar se traduce en la práctica bursátil como el fraccionamiento del valor nominal de una acción en valores nominales más pequeños. Por tanto, el «split» consiste en aumentar el número de acciones sin modificar el valor de la empresa. Por ejemplo, un «split 5×1» significa que cada acción se divide en otras cinco acciones nuevas, y el valor de cada una éstas es la quinta parte de una de las antiguas. En lugar de tener una acción que vale 50 euros se pasa a tener cinco acciones que valen 10 euros cada una. También pueden hacerse otros canjes, tantos como desee la compañía: 1:3, 1:10 ó 1:15, ajustando los precios. El objetivo de esta operación no es una mera cuestión de maquillaje financiero, sino el facilitar la negociación de las acciones, ya que al tener precios más pequeños son más fáciles de comprar y vender, con lo que se aumenta la liquidez.
Efecto psicológico
Normalmente, a medida que una empresa crece, el valor de sus acciones aumenta. El problema reside en que si el precio de una acción es demasiado alto, se puede frenar su liquidez. A ello hay que unir el efecto psicológico que tiene esta operación en el precio debido a que los pequeños inversores parecen estar más interesados en contratar un valor cuanto más bajo sea el precio del valor, por el simple hecho de que con el mismo dinero pueden comprar más títulos. Por ejemplo, si unas acciones cuestan 30 euros, con 2.000 euros se podrían comprar 67 títulos, mientras que si la empresa realiza un «split de 2×1», se comprarían, con ese mismo dinero, 134 acciones, ya que su valor ahora sería de 15 euros. Ante ello, el inversor debe tener muy claro que seguirá teniendo el mismo dinero invertido aunque se duplique, triplique o quintuplique el número de acciones.
El dinero invertido sigue siendo el mismo, aunque se duplique, triplique o quintuplique el número de acciones
Esta estrategia la desarrollan numerosas empresas, incluso las que cotizan en el Ibex-35. Precisamente Bankinter ha sido una de las últimas en decidirse a realizar un «split» o desdoblamiento de sus acciones, y el pasado verano dio cinco títulos nuevos por cada uno que se tenía. El objetivo de esta decisión fue sobre todo ganar liquidez y pequeños accionistas. Otras compañías que, en diferentes sectores bursátiles, aplican esta operación son Faes, Iberdrola o Inypsa, por citar algunas.
Efectos sobre el inversor
Esta operación pretende dar más liquidez a la cotización de la acción cuando el valor está muy capitalizado, aunque la cuestión prioritaria para el pequeño y mediano inversor es saber cómo pueden afectar estos movimientos a sus áreas de inversión, lo que dependerá de la fase por la que atraviese el «split»:
La primera fase se inicia cuando se aprecia algún indicio claro de que una empresa pretende realizar esta operación, lo que origina movimientos especulativos alentados por los rumores de que la compañía pueda anunciar en breve un «split». Por lo general, se trata de movimientos al alza; hay mucha volatilidad y el volumen de contratación se incrementa de forma notable. En los casos más recientes, las acciones de las compañías objeto del «split» han subido verticalmente hasta el mismo día de la confirmación. Muchos analistas consideran que éste es un momento propicio para comprar acciones, aunque el principal problema con el que se topan los pequeños inversores es determinar cuál es el momento justo de entrar en el valor (comprar) ya que esta información se fragua en los consejos de administración de las empresas, y sólo en algunas ocasiones son recogidos, como rumores, en los diferentes foros de Bolsa de los canales especializados.
La segunda fase de interés para el pequeño y mediano inversor tiene lugar en el momento de anunciarse el «split». La reacción, por lógica, sería la de comprar porque se considera que la acción debe subir gracias a estas buenas noticias. Pero suele ocurrir que en esta etapa se aplica una de las máximas del buen inversor: «comprar con el rumor y vender con la noticia», que tan buenos resultados suele dar a quienes la aplican.
La tercera fase es el de los momentos posteriores a la cristalización de esta operación. El movimiento de la acción se vuelve más racional, y corrige la tendencia iniciada. El volumen de contratación, por tanto, cae ya que la noticia no es ninguna novedad para el valor, y está perfectamente descontada.
Menos habitual en Bolsa es el movimiento inverso, el denominado “contrasplit”, basado en reducir el número de acciones y dotarlas de mayor valor nominal. Suelen realizarlo las empresas que han caído mucho y llegan a cotizar por debajo del euro. Por ejemplo, si una empresa cotiza a 0,30 euros, cada vez que se mueva un sólo céntimo arriba o abajo su cotización varía un 5%, lo que dificulta mucho sus movimientos. En este caso, si se realizara un “contrasplit de 1×10”, por cada 10 de acciones de 0,30 euros se pasaría a tener una acción de 3 euros. Es lo que le sucedió en el año 2005 a la empresa “Service Point Services”, que realizó un “contrasplit de 1×10”. ¿Qué significó este movimiento en las acciones del valor? La respuesta es sencilla: tras la operación, el valor nominal de los 23.210.000 de acciones nuevas pasaron de 0,06 a 0,60 euros.
Dicho esto, hay que tener en cuenta que no es un movimiento muy usual en el parqué de la Bolsa, pero algunas empresas de baja capitalización, cuya cotización no alcanza el euro, recurren a esta estrategia. Lo primero que debe tener en cuenta el inversor es asegurarse de que este movimiento bursátil no altera ni el valor de la empresa ni el valor del conjunto de acciones que posea cada accionista. Consiste, en definitiva, en multiplicar el valor nominal de la acción, dividiendo al mismo tiempo el número de títulos emitidos en la misma proporción.