A lo largo de su vida, una persona opera con cuentas corrientes de diversas entidades. Si hace unas décadas era habitual ser cliente de un solo banco, hoy es más frecuente utilizar los servicios de varios establecimientos financieros de forma sucesiva o simultánea. En función de las condiciones que ofrezca cada uno, el usuario opta por contratar los productos de una u otra entidad, pero conviene sopesar las ventajas y los inconvenientes de tener abiertas varias cuentas, ya que es posible que la suma de gastos y comisiones dé como resultado una cifra elevada.
La cuenta corriente, de ahorro o la libreta es uno de los productos bancarios más básicos. Es necesaria para disfrutar de otros servicios como la domiciliación de recibos, la obtención de tarjetas, hipotecas o créditos. Por este motivo, es frecuente tener cuentas en más de una entidad: en una se paga la luz y el teléfono, en otra se recibe la nómina y la tercera está abierta porque era un requisito imprescindible para obtener el préstamo hipotecario.
Tener varias cuentas abiertas permite al cliente obtener lo mejor de cada entidad. Si una de ellas presta unos servicios más baratos, el consumidor puede aprovechar las ventajas que le brinda y evitar hacer determinados movimientos que pueden salirle más caros. Para estos últimos utilizará la cuenta de la segunda entidad si las condiciones son más beneficiosas. Pero antes, es recomendable que el usuario se informe del coste de cada servicio, las operaciones que son gratuitas o qué requisitos tiene que cumplir para obtener ciertos beneficios.
Tener varias cuentas abiertas permite al cliente obtener lo mejor de cada entidad
Por lo general, los consumidores informados, que comparan los servicios de un banco antes de contratar un producto y conocen las comisiones de las operaciones más básicas, son quienes obtienen un mayor ahorro, a la vez que consiguen las mejores prestaciones en función de sus necesidades personales.
Por el contrario, cuando no están exentas de gastos, pueden suponer una carga económica importante para el cliente, así que conviene valorar una serie de aspectos para decidir si se opera con varias cuentas o se concentra todo el capital en una sola.
1. Comisiones de mantenimiento y administración
Si la entidad cobra por el funcionamiento de la libreta, quizá no compense tener abierta más que una. Las comisiones han subido en los últimos meses y de media se paga al año 26 euros por cada cuenta -en diciembre de 2010 esta cantidad era de 22 euros-. Quien tenga tres, pagará 78 euros en gastos de administración y mantenimiento. Si a esto se le suma una tarjeta, que con asiduidad se asocia a la cuenta, habría que pagar 19 euros por la de débito y 36 por la de crédito.
Por tanto, en principio, sería más conveniente juntar el dinero en una cuenta y domiciliar en ella todos los recibos, la nómina o pensión, y dejar una sola tarjeta, a poder ser de débito, que son más baratas. En el caso de que la cuenta no tenga comisiones, puede ser más conveniente tener varias si así se opera con más agilidad. Se debe intentar negociar con el banco la exención de comisiones por tener un dinero determinado o por cobrar a través de la entidad.
2. Si es un requisito para obtener la hipoteca
Si un banco quiebra, el Fondo de Garantía de Depósitos asegura que cada titular recupere un máximo de 100.000 euros
Lo más habitual es que el banco condicione la obtención de un préstamo hipotecario a la contratación de determinados productos, como una cuenta corriente. Por lo general, el cliente que cobra a través de la entidad mejora las condiciones de la hipoteca con un diferencial más bajo o unas comisiones menos elevadas. Por este motivo, mucha gente abre una cuenta en el banco y domicilia en ella su nómina, pero deja el dinero justo y opera con una libreta de otra entidad en la que tiene un saldo mayor.
En estos casos compensa tener dos cuentas abiertas: una como requisito indispensable para obtener el dinero destinado a pagar la casa y otra en un establecimiento financiero diferente, con mejores condiciones y a la que puede asociar otros productos a un precio más bajo.
3. Por cercanía de las entidades
Hay mucha gente que, por motivos laborales o familiares, reside en dos ciudades. En una de ellas trabaja y en la otra pasa el tiempo libre o los fines de semana. Es probable, sobre todo en localidades pequeñas, que el banco donde el cliente tiene abierta la cuenta no opere en determinados municipios. También es habitual que si la entidad es de carácter local sea difícil localizar una de sus oficinas en una ciudad grande, ya que puede estar alejada del lugar donde se halla el usuario.
En este supuesto también compensaría tener cuentas corrientes en diferentes entidades y operar con cada una de ellas en función de la localidad donde se encuentre el consumidor. Es muy incómodo tener que desplazarse varios kilómetros para ingresar dinero en un banco. Además, con toda probabilidad, el gasto será mayor que el coste de mantenimiento de la libreta abierta. Tener dos cuentas facilitaría mucho las cosas.
4. Tener más de 100.000 euros
Si un banco quiebra, el Fondo de Garantía de Depósitos asegura que cada titular recuperará un máximo de 100.000 euros.
A quienes tengan más de esta cantidad, les compensa guardar su dinero en varias entidades para poder repartir el riesgo. Si una persona tuviera 300.000 euros en una libreta de ahorro, recuperaría solo 100.000. En cambio, si este capital estuviera depositado en tres entidades distintas, podría contar con sus ahorros íntegros en el supuesto de que las tres quebraran. En este caso, sí sería muy conveniente para el usuario trabajar con bancos distintos.
5. Si una de ellas da intereses
Si la entidad cobra por el funcionamiento de la libreta, quizá no compense tener abierta más que una
Aunque lo habitual es que no sean demasiado elevados, en ocasiones, se pueden obtener réditos de las cuentas, sobre todo si son de ahorro. No obstante, lo normal es que en estas libretas no se pueda percibir la nómina, el paro o la pensión, ni tampoco domiciliar recibos, ya que están destinadas a acumular un capital y no tanto a gastos corrientes.
Es necesario tener una cuenta destinada a los pagos mensuales y a la que sea posible asociar tarjetas, cheques… Esta puede abrirse en otro banco. Es uno de los supuestos en los que tener cuentas en dos bancos diferentes sí sería beneficioso para el usuario.
6. Si por abrir una cuenta se reciben regalos
En ocasiones, los usuarios se quedan atrapados en un banco porque se comprometen a mantener una cuenta abierta a cambio de alguna contraprestación. No obstante, cuando después acceden a ofertas que compensan más, dejan una pequeña cantidad de dinero en la primera y guardan el resto donde les ofrecen nuevos beneficios.
Algunas entidades hacen regalos -un televisor, un pequeño electrodoméstico, un viaje…- por depositar una determinada cantidad. Si los gastos de mantenimiento no son muy elevados y el regalo es atractivo para el consumidor, tener dos cuentas abiertas es una opción que se puede valorar.
7. Domiciliar la nómina
Los establecimientos financieros pelean por obtener ingresos fijos cada mes y, por eso, premian la domiciliación con obsequios como un ipad o un ordenador. En ocasiones, el cliente quiere mantener la relación con un banco y a su vez pasar su nómina a otra entidad para obtener el regalo.
Si es un bien que necesita y después no tiene que declarar a Hacienda su valor como rendimientos en especie, le puede compensar tener libretas en dos establecimientos financieros.
8. Si no tienen comisiones y dan gratis otros servicios
Si conceden tarjetas de crédito, transferencias, cheques o devuelven un porcentaje de los recibos domiciliados, el consumidor puede tener cuentas abiertas en tantas entidades como quiera. Los bancos que operan en la web de forma exclusiva u otros que realizan a través de Internet la mayoría de las operaciones disponen de este tipo de cuentas.
En el plano económico, no perjudica y pueden dar acceso a muchos servicios sin pagar por ellos, al contrario de lo que ocurre en numerosos establecimientos, donde cobran por casi todo.
Hay quien piensa que solo tiene una cuenta corriente y, al cabo del tiempo, se encuentra con la sorpresa de que es titular de varias que no tienen dinero, sino deudas. Un día, llega por correo una carta de una entidad, con la que el ciudadano tuvo relación hace tiempo, en la que se le informa de que debe una determinada cantidad al banco. La primera reacción es de extrañeza, puede que ni siquiera recuerde que fue cliente de esa entidad, y es habitual pensar que es un error.
Pero al telefonear al banco o personarse en la sucursal, le informan de que en su momento tuvo una cuenta que dejó sin saldo, aunque permaneció abierta. Al aplicarle las comisiones de mantenimiento y gestión, el cliente quedó en números rojos y, por no tapar este descubierto, se le aplicaron intereses y comisiones. Si el banco no ha podido localizar al cliente en mucho tiempo, puede que el saldo deudor haya crecido mucho a lo largo de los años.
Para evitar estas sorpresas tan indeseables, el usuario debe cerrar la cuenta. Con bastante frecuencia, los ciudadanos piensan que con sacar todo el dinero la libreta desaparece, pero no es así. Primero han de dejar el saldo a cero y después pedir al empleado que cierre la cuenta. De lo contrario, el banco aún aplica intereses y comisiones sin que el cliente se beneficie de ningún servicio.