A finales de 2014 había en España 3.095.813 trabajadores autónomos, el 18% del total de afiliados a la Seguridad Social. Muchos son profesionales que han decidido crear su propio negocio y que para atender sus nuevas necesidades laborales necesitan un producto bancario más especializado, como las tarjetas de crédito que les permitan recibir más prestaciones y servicios, en donde no falten líneas de crédito automáticas o el seguimiento detallado de sus actividades. La oferta es muy extensa, como se detalla en este reportaje. Los siguientes “plásticos” les dejan gestionar de forma personalizada todos los pagos derivados de su actividad empresarial e incluso recogen notables descuentos en gasolina. En algunos modelos, además, se brinda asesoramiento jurídico y legal de manera gratuita y una línea de crédito permanente.
Tarjetas para autónomos
Bankia presenta la Tarjeta de Crédito Profesional, que se comercializa con la cuota de alta y mantenimiento sin ningún desembolso económico. Ahora, los titulares de este «plástico» pueden disfrutar de forma gratuita de amplias coberturas en servicios informáticos y asistencia legal gracias al servicio de conexión.
La e-business Kutxabank es la opción que ha desarrollado el grupo bancario vasco. Diseñada para los profesionales independientes, figura como una tarjeta de negocios que, a través de Internet, permite controlar, administrar y gestionar de manera personalizada todos los pagos que se realicen con ella.
Banco Santander distribuye entre sus clientes la Tarjeta Santander Advance, que une las prestaciones financieras de una tarjeta de empresa y las ventajas de la tarjeta convencional como elemento disuasorio de su propuesta. Sin cuota de emisión, incorpora bonificaciones entre un 3% y hasta un 6,6% en cada repostaje de carburante en función del tipo y cantidad adquirida en cada periodo mensual. Además, permite transferir dinero de la tarjeta a la cuenta corriente del titular o aplazar el pago, entre otras opciones.
CatalunyaCaixa, por su parte, ha lanzado la Visa Business Débito. Con esta tarjeta se recibirá el extracto semestral de movimientos, agrupados por sectores de actividad. Así el usuario podrá llevar un seguimiento detallado de los gastos de su negocio o actividad profesional. También pueden personalizarse los límites diarios y mensuales de gasto en comercios y cajeros para cada empleado y restringir su utilización en determinados establecimientos.
La propuesta de Banco Popular se ha materializado a través de la Tarjeta MasterCard Profesional Solred, un «plástico» de crédito confeccionado especialmente para los autónomos. Está diseñado para que estos trabajadores dispongan de un medio de pago sin dejar de disfrutar de una amplia gama de servicios y seguros en su utilización diaria. Cuenta con una línea de crédito desde 1.000 euros, con una cuota anual de emisión gratuita, mientras que su renovación es de 35 euros, siempre que se realice un consumo mínimo anual de 8.000 euros; en caso contrario, la cuota será de 50 euros. Con independencia de la forma de pago que se tenga, podrán aplazarse una o varias de sus compras con el pago flexible a un tipo de interés preferencial.
ING Direct se decanta para satisfacer las necesidades de sus clientes por la Tarjeta Negocios, cuya principal aportación consiste en que sus titulares no tienen que pagar ninguna comisión por su emisión, ni por la renovación. Y si necesitan otro «plástico» para sus empleados, tan solo cobran 25 euros anuales por cada uno de ellos.
BBVA, por último, ha optado como modelo para captar a estos clientes por la Tarjeta Negocios, a fin de controlar y dotar de flexibilidad en sus pagos. Está confeccionada para autónomos y profesionales liberales que necesiten gestionar mejor sus gastos. Por eso les permite seleccionar la forma de pago que mejor se adapte a sus necesidades, con su doble modalidad: crédito y débito. Además, consiguen un 2% de descuento en cada repostaje de carburante.
Estos “plásticos” que tienen como destinatarios a los profesionales liberales mantienen unas prestaciones básicas que son comunes a este medio de pago. Pero, además, presentan una serie de aportaciones muy especiales que les dan un valor añadido:
Controlan los gastos de la actividad empresarial, incluso dotando a los empleados de otra tarjeta de las mismas características.
Reciben, en algunos casos, asistencia legal, jurídica, etc., ante las dudas que van surgiendo en el desarrollo de su actividad profesional.
Disponen de una pequeña línea de crédito, que varía en función de la tarjeta contratada.
Son “plásticos” flexibles, que están adaptados a la línea de negocio de sus demandantes.
Se desarrollan sin cuota de emisión y, en los modelos más agresivos, sin mantenimiento.
El aplazamiento de pagos es otra opción a la que da derecho la contratación de estas tarjetas profesionales.