Ventiladores y aparatos de aire acondicionado han estado funcionando al máximo en los hogares españoles durante la ola de calor. Por otra parte, con la llegada del verano, la necesidad de disfrutar de tiempo libre hace trabajar al lavavajillas a marchas forzadas, la televisión pasa más horas encendida… Según las previsiones reflejadas en la «Guía práctica de la energía» -elaborada por el Ministerio de Economía y el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE)- al ritmo actual sólo tardaremos 35 años en duplicar el consumo mundial de energía y menos de 55 años en triplicarlo.
España es en la actualidad el quinto Estado miembro más consumidor de energía y la situación no tiene visos de cambiar. Así, la energía que consumen los hogares españoles representa ya el 30% del consumo energético total de nuestro país, y se reparte a partes iguales entre la vivienda y el automóvil. Así, una familia gasta de media al año unos 650 euros por la energía consumida en casa y unos 700 euros por el combustible para el coche. Es un consumo a todas luces insostenible si tenemos en cuenta que España tiene una dependencia energética del 75% -por encima de la media europea- y de un 98% en el caso del petróleo. Por ello, las familias españolas, con sus pautas de comportamiento, son decisivas para conseguir que los recursos energéticos se utilicen de la manera más eficiente.
Consejos para ahorrar
La «Guía práctica de la energía» da una serie de consejos para lograr el mejor aprovechamiento y el mayor ahorro. Unas recomendaciones que conviene tener en cuenta muy especialmente durante el verano, cuando hacemos un mayor uso de algunos aparatos.
A lo largo de la vida útil de un electrodoméstico, el gasto en factura eléctrica puede ser varias veces superior al precio de adquisición. Por ello, a la hora de la compra hay que fijarse en el consumo de energía y optar, preferentemente, por los más eficientes: los de clase A.
El 12% de nuestros hogares tiene algún sistema de aire acondicionado y el porcentaje aumenta día a día. Fiel reflejo de ello es el hecho de que en numerosas zonas de Andalucía y Cataluña la punta de demanda eléctrica se haya desplazado del invierno al verano, debido a su masiva utilización. Pero, al contrario de lo que ocurre con la calefacción, muy pocas viviendas se construyen con instalaciones centralizadas de aire. Por ello, cuando se adquiere un equipo (desde febrero de 2003 deben presentar la etiqueta energética) conviene tener en cuenta que para el mismo nivel de prestaciones, hay aparatos que consumen hasta un 60% más que otros.
25 grados, suficientes
Pero, ¿a cuánto hay que poner el aire acondicionado? La adaptación del cuerpo a las condiciones climáticas del verano y el hecho de llevar menos ropa y más ligera, hacen que una temperatura de 25 grados sea más que suficiente para sentirse cómodo en el interior de una vivienda. Una diferencia de temperatura con el exterior superior a 12 grados no resulta saludable. Durante el verano conviene ventilar la casa cuando el aire de la calle sea más fresco, a primeras horas de la mañana y durante la noche. Además, es importante colocar los aparatos de refrigeración donde menos les dé el sol y donde haya una buena circulación de aire.
También es conveniente tener en cuenta que un simple ventilador resulta en muchos casos suficiente para mantener un buen confort: el movimiento de aire produce una sensación de descenso de temperatura de entre 3 y 5 grados, y su consumo de electricidad es muy bajo.
El frigorífico es el electrodoméstico que, con diferencia, más electricidad consume en el hogar. Como ejemplo, baste mencionar que son necesarias 15 grandes centrales eléctricas para que funcionen todas las neveras de la Unión Europea. Así, cerca del 19% de la electricidad consumida en las viviendas españolas se destina a refrigeración y congelación de alimentos. Como consecuencia del uso continuo -sólo se desconecta para eliminar la escarcha y limpieza o por ausencias prolongadas- tiene un consumo muy apreciable, aunque su potencia no sea muy grande: unos 200 vatios, frente a un secador de pelo que puede llegar a alcanzar potencias de 2.000.
A diferencia de otros aparatos, las prestaciones del equipo dependen en gran medida de las condiciones del lugar donde se ubique. Así, es necesario permitir la circulación de aire por la parte trasera y alejarlo de focos de calor. Hay que tener en cuenta que el hielo y la escarcha actúan como aislantes y dificultan el enfriamiento. Por ello, conviene descongelar antes de que la capa de hielo alcance 3 milímetros de espesor para conseguir ahorros de hasta el 30%. Para ahorrar energía también conviene limpiar -al menos una vez al año- la parte trasera del aparato.
Pantallas ahorradoras
Cada vivienda española tiene al menos un televisor, más del 70% tiene vídeo y en más de un 60% hay una cadena musical. Los televisores representan un 10% del consumo eléctrico de las familias españolas y a pesar del número de horas que se pasan en verano frente a él, es posible ahorrar con sólo mantener ciertas prácticas. Así, un televisor en modo de espera -sin imagen en pantalla y el piloto encendido- puede gastar hasta un 15% del consumo.
Una buena idea es conectar algunos equipos a «ladrones» o bases de conexión múltiple, de manera que al desconectar el «ladrón», apagaremos todos los aparatos y podemos conseguir ahorros superiores a 40 euros anuales. En cuanto a los ordenadores personales, la pantalla es la parte que más energía consume. Por ello, cuando no vayamos a utilizarlo podemos apagarla, aunque también se pueden comprar equipos con etiqueta «Energy Star», que tienen la capacidad de pasar a un estado de reposo transcurrido un tiempo en el que no se haya utilizado el equipo.
El microondas es uno de los aparatos que más ha crecido en los hogares españoles. No en vano, su utilización en lugar del horno tradicional supone un ahorro de entre el 60 y el 70% de energía.
El lavavajillas y la lavadora son otros de los electrodomésticos que más energía consumen -el 90% corresponde al proceso de calentar el agua-. No obstante, las mejoras tecnológicas permiten disponer de modelos que seleccionan la temperatura y de programas económicos, como los bitérmicos, que tienen dos tomas independientes. Gracias a ello, se reduce un 25% el tiempo de lavado y se ahorra energía.