Las sartenes y cazuelas deben adaptarse adecuadamente a los fogones para que no se derroche el calor. Esto significa que el fogón no ha de sobrepasar el tamaño de la cazuela o la sartén y éstas deben ser planas para que toda su superficie esté en contacto con la placa cuando se utilice una vitrocerámica.
No hay que olvidar tampoco tapar los recipientes para aprovechar al máximo el calor. Por otra parte, hay que extremar la limpieza de estos cacharros para alcanzar una óptima transmisión del calor. Al mismo tiempo, tanto la olla a presión como los accesorios para cocinar al vapor son buenas inversiones para ahorrar energía.
Tanto en el horno como en la placa, es recomendable aprovechar el calor residual apagándolos unos minutos antes de que la comida esté en su punto. Además, el afán de ahorrar tiempo hace que a menudo se cocine siempre a la máxima temperatura, lo que, aparte de gastar mucha energía, precisamente tampoco ayuda a mejorar el resultado final del plato. Por ello, conviene bajar la intensidad una vez que se haya alcanzado el punto de ebullición.
Al usar el horno hay que omitir el precalentamiento siempre que no sea imprescindible y tener en cuenta que cada vez que abrimos la puerta del horno cuando está en marcha esté pierde hasta cuarenta grados de temperatura.
La llegada del microondas a todos los hogares, junto con la obsesión del mundo desarrollado por ahorrar tiempo, nos ha hecho abusar de este electrodoméstico. Uno de los usos más frecuentes que se le da es descongelar alimentos, pero hay maneras de hacerlo sin gastar energía. Lo más apropiado es sacar el producto del congelador la noche anterior y guardarlo en la nevera, para que al día siguiente esté listo. Pero para las ocasiones en las que no haya tanto tiempo se puede emplear un truco muy efectivo: mientras hacemos la comida en los fogones, podemos aprovechar el calor que desprende la placa para colocar encima los alimentos. Incluso una barra de pan se descongelará en el tiempo en el que cocemos unos macarrones.
La tarifa eléctrica nocturna es más económica, por lo que resulta una buena idea contratarla y preparar las comidas del día siguiente por la noche. Además, cocinar muchos alimentos de una vez y almacenarlos supone un gasto menor de tiempo y de energía, porque cada encendido de la cocina consume más que un único uso de mucho tiempo.
Hay otra medida más radical pero muy efectiva para personas que cuenten con un jardín: fabricar una cocina solar. Para ello sólo hace falta utilizar materiales tan habituales en cualquier casa como cartón, papel de periódico, vidrio y aluminio. En la página web www.epsea.org/cocina.html se pueden ver fotos de distintos modelos para elegir la que más se adecue a nuestras necesidades, instrucciones detalladas para realizar sencillamente una de estas cocinas y consejos para su utilización.