La primavera ha arrancado tímidamente, y en muchos lugares casi sin hacerse notar. Pero, una cosa es cierta: la imprevisibilidad de esta estación hace que las altas temperaturas lleguen sin avisar. Y para entonces, la instalación de un sistema de aire acondicionado con el que sobrellevar el calor se hace más complicada: listas de espera en las agendas de los instaladores de estos aparatos, modelos agotados… Por ello, si lo que se busca es poder disfrutar de un hogar en el que cobijarse “al fresco” desde las primeras muestras de calor, es necesario adelantarse y planificar la instalación de un sistema de aire acondicionado. Saber elegir el modelo que más se adapte a las características de cada casa y buscar una ubicación óptima que potencie su efectividad son las claves para poder disfrutar de un verano menos caluroso, al menos de puertas adentro.
¿Qué necesita nuestro hogar?
Dar respuesta a esta cuestión es el punto inicial por el que debe comenzar el consumidor. Al comprar un sistema de aire acondicionado es fundamental pensar en las dimensiones de la zona que se desea refrigerar y determinar qué potencia de aparato queremos. Para ello, en primer lugar hay que tener en cuenta el número de habitaciones en las que se desea tener un aparato de aire instalado. Por ejemplo, en un piso grande la distribución podría ser la siguiente: uno para el salón, otro en una habitación amplia y un tercero en otra estancia en la que la familia pase mucho tiempo, como puede ser la cocina, un despacho-estudio, si lo hubiera, o bien en aquellos puntos de la casa donde dé más el sol. En ese caso, al ser más calurosas, lo ideal, y si la cartera lo permite, sería disponer de un dispositivo en cada una de ellas.
Si se reside en un ático o un piso alto será necesario adquirir un equipo con mayor capacidad de refrigeración
La superficie total del piso y la altura que la casa tenga dentro del edificio son dos aspectos que hay que tener en cuenta. Los pisos más bajos suelen ser algo más frescos mientras que las buhardillas, los áticos y los últimos pisos en general sufren de forma más intensa el calor, ya que están más cerca de los tejados y azoteas de los edificios que es donde el sol da directamente. Por este motivo, si el consumidor reside en una de estas viviendas será necesario adquirir un equipo con mayor capacidad de refrigeración. El cálculo aproximado de las necesidades medias de un hogar en España es de 100 frigorías por metro cuadrado. Un salón de 30 m2 en un piso situado a una altura media requiere 3.000 frigorías. En el caso de últimos pisos, el cálculo de frigorías habría que aumentarlo, así por ejemplo para una buhardilla debe hacerse un cálculo de 150 por m2.
Gran variedad de modelos
Una vez que se tiene clara esta información es hora de acercarse a una tienda especializada y elegir el modelo de aparato de aire acondicionado que más convenga. En estos momentos, hay una gran variedad de sistemas en el mercado que se pueden clasificar de la siguiente manera:
- Los aparatos split: son la opción más demandada, sobre todo para las viviendas que no son de nueva construcción y que fueron construidas sin pensar el aire acondicionado. El sistema está compuesto por una unidad interior, como mínimo, y otra exterior que se conectan a través de un tubo, y se suelen instalar en el techo o en la pared, según el modelo. Hay diferentes categorías de split:
- Split fijos y multisplit: constan de una unidad externa donde se ubica el compresor, y una o varias internas con el evaporador, el ventilador y el cuadro de mandos. Cuentan con amplia capacidad frigorífica y trabajan de una forma muy silenciosa. Incluso hay algunos modelos que sirven para calentar si disponen de bomba de calor. Lo malo es que debe instalarlos un profesional, lo que hace aumentar el presupuesto. El precio de un modelo split fijo oscila entre 350 euros y 1.600 euros, mientras que en los aparatos multisplit la horquilla puede ir desde 700 hasta 2.000 euros. Además, a estas cifras habrá que sumar los gastos de instalación: unos 350 euros si se trata de una única unidad interior (split fijo) o 700 si se trata de dos (multisplit)
- Split móviles: tienen una unidad externa y otra interna enlazadas por un tubo por el que circula el líquido refrigerante, la corriente eléctrica y por el que se evacua el agua de condensación. Tienen dos ventajas: pueden desplazarse, y no es necesario que los instale un profesional. Pero su potencia frigorífica es limitada, aunque consumen más energía que otros aparatos climatizadores, hacen mucho ruido al funcionar y suelen ser muy pesados. Su compra es recomendable sólo en caso de que la complejidad de la vivienda haga imposible la instalación de cualquier otro modelo. Su precio medio es de 400 euros.
- Aparatos monobloque móviles: tienen una única unidad interna. Funcionan eliminando el calor y expulsando el aire caliente hacia el exterior con la ayuda de un tubo articulado. Pueden ser instalados por cualquiera y se pueden desplazar de una estancia a otra. Ahora bien, su potencia frigorífica suele dejar bastante que desear, al igual que su capacidad silenciosa de trabajar. Son muy ruidosos, y su precio rara vez baja de 500 euros.
- Aparatos inverter: poco a poco van haciéndose un hueco en el mercado. La tecnología inverter permite que el compresor en vez de parar en seco cuando se desea apagarlo baje su régimen de funcionamiento. De esta manera, se evitan los arranques y las paradas del compresor, se reduce el consumo y se mantiene la temperatura real más aproximada a la solicitada. Su nivel sonoro es considerablemente inferior al que emiten otros sistemas tradicionales de climatización. ¿El pero? Que requieren de una instalación profesional y su precio sigue siendo algo más caro que otros sistemas, entre 770 y 2.100 euros más los gastos de instalación. No obstante, a largo plazo resulta ser una buena inversión gracias a su bajo consumo de energía.
Para no quedarse helados con la factura
Lo que vale un sistema de aire acondicionado no sólo se mide por el desembolso inicial en el momento de la compra del aparato, sino que también hay que tener en cuenta el consumo energético a largo plazo del modelo seleccionado. Tener encendido un equipo de aire acondicionado, con una capacidad refrigeradora de 2.200 frigorías, unas cuatro horas al día incrementa la factura de la luz mensual en más de 11 euros. Una cantidad de dinero por la que merece adquirir ciertos hábitos de uso del aire acondicionado. Para empezar, es necesario recordar que por cada grado de temperatura de más que se le exija al aparato su consumo de energía aumentará entre un 8% y un 10%. Los expertos recomiendan no bajar de los 21º. La franja entre los 21º y los 25º es la más saludable para nuestro cuerpo, ya que de otra manera al salir a la calle o a entrar en estancias de la casa que no dispongan de sistema de refrigeración el cambio será muy brusco.
Por cada grado de temperatura de más que se exija al aparato, su consumo de energía aumentará entre un 8% y un 10%
Tampoco se debe caer en el error de poner a trabajar al aparato sin tener en cuenta que las condiciones en las que se encuentra la habitación o la estancia inciden directamente en su efectividad. Por ejemplo, conviene cuidar que las ventanas y puertas que den al exterior, y más si estamos en horas de pleno calor, estén cerradas mientras el equipo esté conectado. De otra forma, estaremos obligando a que el aparato trabaje más y, por tanto, consuma más energía. Lo mismo ocurre con la luz exterior. Se tenga o no aire acondicionado, conviene bajar las persianas y apagar todas las luces y lámparas que no se estén usando. Un gesto con el que se logran dos cosas: crear un ambiente “fresco” en el que se mantenga el nivel de confortabilidad logrado gracias al equipo y ayudar a que el consumo eléctrico no se dispare.