La cama es el mueble que más espacio ocupa en una habitación. Ahora que los pisos son cada vez más pequeños y podemos llegar a encontrar apartamentos hasta de veinte metros cuadrados, en los que el dormitorio tiene que hacer las veces de salón, resulta imprescindible descubrir diferentes alternativas a la cama clásica que nos permitan aprovechar mejor el reducido espacio de la habitación.
Los dormitorios de los niños deberían ser amplios porque es en ellos donde los más pequeños, además de dormir, juegan y estudian. Pero si contamos con una sola habitación para dos o más niños, las camas ocuparán todo el cuarto eliminando la posibilidad de introducir escritorios y zonas de juego.
La solución clásica es la litera. Se trata normalmente de dos camas colocadas una encima de la otra. Se sube cómodamente a la de arriba mediante una escalera y son seguras porque vienen equipadas con barandillas. Actualmente se pueden encontrar con múltiples formas y diseños, y además es una alternativa que agrada mucho a los niños porque se presta a innumerables juegos.
La solución clásica es la litera, una alternativa que agrada mucho a los niños porque se presta a innumerables juegos
Otra solución que desde hace unos años se viene imponiendo son las camas nido o camas deslizables. Se trata de una cama con otra guardada bajo ella que se extrae en caso necesario. Su ventaja es que durante el día ocupa menos espacio, ya que la pared que llenaría la litera de arriba puede utilizarse para baldas. Las principales desventajas son dos: puede que no haya suficiente sitio para abrir las dos camas y la incomodidad que supone hacer el gesto de sacar la cama de abajo a diario. Por ello, tal vez esta cama sea más adecuada para que un hijo único invite esporádicamente a amigos o primos.
Los estudiantes hacen mucha vida dentro de su cuarto, tanto que en ocasiones los dueños de la casa deciden eliminar el salón para crear una habitación más. Por otra parte, son numerosos los jóvenes que como primer piso compran o alquilan un minipiso en el que la habitación cumple a la vez la función del salón. Para estas situaciones hay diversas posibilidades:
En primer lugar, es mejor instalar la cama contra una pared que en el centro de la habitación para evitar pasillos estrechos que no podrán aprovecharse para casi nada.
Una idea original y práctica es la cama elevada; colocada, en vez de en el suelo, a la altura de las literas superiores
Si la habitación va a ser también el salón en el que se va a ver la televisión y charlar con los invitados, la opción más aconsejable es el sofá cama. Se trata de sofás que mediante diversos mecanismos (abriéndolos, sacando láminas, volteándolos, etc.) se trasforman en camas. Los hay que tienen una especie de cajón debajo muy útil para guardar la ropa de cama. No obstante, por las molestias que causa abrir la cama todos los días, podemos decantarnos por una opción más cómoda: una cama con cojines-respaldo que le dan la apariencia de sofá. De esta manera, el único gesto diario para disfrutar de la cama será apartar los cojines y poner la almohada.
Una idea original y práctica es la cama elevada: una cama colocada, en vez de en el suelo, a la altura de las literas superiores. Su gran ventaja es que en el espacio que queda bajo ella se puede colocar el escritorio, la cómoda, el zapatero o un pequeño armario o estantería. Sólo es aconsejable si el techo es alto o por lo menos permite permanecer sentado en la cama con comodidad.
En espacios extremadamente pequeños, en los que cualquier tipo de cama obstaculizaría todo el cuarto durante el día, se puede recurrir a la típica cama que se extrae de un armario. La pega es que esas camas suelen ser muy pequeñas e incómodas.
Por último, en Internet se pueden encontrar inventos de lo más ingenioso. Uno muy útil es la cama-escritorio, un mueble en el que de día caben el ordenador con todos sus componentes y los libros, y de noche se trasforma en una cama.