Cómo ahorrar más en la factura energética

Mejorar los hábitos de consumo energético en el hogar evitaría la emisión de 14,7 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, la misma cifra que producen 4,8 millones de coches al año
Por Yuly Jara 21 de septiembre de 2019
Electricidad
Imagen: Pixabay

Apagar las luces al salir de la habitación, poner la lavadora cuando está bien llena o usar el calor residual del horno son algunas prácticas para ahorrar energía. Pero existen otras, como utilizar el ventilador en lugar del aire acondicionado o elegir una tarifa eléctrica de discriminación horaria. Un estudio reciente de la Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios (Hispacoop) desvela hasta qué punto estas medidas son conocidas y se aplican en los hogares y aborda otras cuestiones acerca del ahorro energético doméstico.

El informe ‘Eficiencia energética en el ámbito del hogar’, realizado por Hispacoop y financiado por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, recalca que, en la teoría, los consumidores saben que existen medidas para mejorar eficiencia energética del hogar, pero que, en la práctica, hay una baja adopción de todas ellas, por lo que todavía podemos ahorrar más en las facturas de la luz y del gas. Según la Comisión Europea, la eficiencia energética debe considerarse como una fuente de energía en sí misma, es decir, su control resulta fundamental para la transición hacia una economía baja en carbono (reducción al mínimo de las emisiones de dióxido de carbono).

¿Quién ahorra en casa y por qué?

La mayoría de los que ahorran en el hogar tienen edades intermedias, entre 35 y 54 años, y el principal motivo por el que lo hacen es la cuestión económica, quedando en un segundo lugar las razones medioambientales. Además, estas medidas solo se llevan a cabo “si no suponen un cambio significativo” en nuestros hábitos o estilo de vida.

Como solución, el estudio propone promover una mayor conciencia ecológica. Según el Índice de Eficiencia Energética en el Hogar, de la Fundación Naturgy, la mejora de los hábitos de consumo energético en el hogar evitaría la emisión de 14,7 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, la misma cifra de emisiones que producen 4,8 millones de turismos al año.

Desde los años noventa, el gasto energético en los hogares españoles ha ido en aumento por encima del crecimiento de la población, incluso a una tasa tres veces superior, según señala el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica. El culpable de este incremento es el equipamiento doméstico: las familias representan cerca del 36 % del consumo total de energía final en España. En 2015, un hogar medio en nuestro país empleaba cerca de 4.000 kWh de energía al año, según el IDAE, aunque algunos informes elevan esta cifra a los 9.922 kWh. Unos datos que varían si estamos en una casa unifamiliar o en un piso.

Electrodomesticos

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Tal y como recogen desde Hispacoop, existe una barrera significativa al ahorrar: la creencia equivocada de que los electrodomésticos ubicados en la cocina son los de mayor consumo energético (electricidad y gas), cuando en realidad el líder es, con mucha diferencia, la calefacción. Un análisis de Eurostat sobre el gasto energético del sector residencial en España, del año 2011, también indicaba que era “el servicio de la calefacción el mayor demandante de energía, con cerca de la mitad de todo el consumo del sector, seguido de los electrodomésticos, el agua caliente sanitaria, la cocina, la iluminación y el aire acondicionado”.

¿Cómo reducir el consumo?

El documento de Hispacoop ha ahondado en los comportamientos de los consumidores y ha detectado cómo se podría legislar de cara a los próximos años. Esto último se debe a que, dentro de ‘Energía limpia para todos los europeos’, un paquete de medidas presentado en 2016, la Unión Europea se comprometió a mejorar la eficiencia energética en un 20 % para 2020 y en un 30 % para 2030. En consecuencia, todos los Estados miembros, incluido España, han de cumplir con los objetivos marcados e incrementar la eficiencia energética, mejorando sobre todo en el ámbito del consumidor doméstico.

Algunas de las medidas más conocidas y llevadas a cabo por los españoles son apagar las luces de una estancia (puede suponer un ahorro del 8 % en la factura), aprovechar la luz del día, ventilar la casa un máximo de 10-15 minutos, sustituir bombillas por las de bajo consumo (las luces LED gastan un 88 % menos que las incandescentes) o utilizar programas cortos en la lavadora (un mal uso de este electrodoméstico puede suponer un aumento del consumo del 15-40 % al mes).

La mayoría de ellas, según el estudio, las adoptan las mujeres, porque, a pesar de los cambios sociales, todavía “recae sobre ellas el peso del hogar”. Todas estas medidas «no requieren esfuerzos en su realización porque constituyen hábitos culturalmente adquiridos. Son fáciles y cómodas de poner en marcha y, sin embargo, hay quienes no las aplican”, señalan desde Hispacoop, quienes muestran su preocupación en la franja de edad de los menores de 35 años, que son los que menos ponen en práctica todas estas medidas de ahorro. “Nos referimos a gestos que no requieren un gran esfuerzo o inversión para su realización y que habitualmente están en la lógica de un hogar eficiente”, apuntan.

Vitroceramica

Imagen: Pixabay

¿Qué más se puede hacer?

A medio camino se encuentran ocho medidas realizadas por un porcentaje elevado de ciudadanos pero que no son prácticas asentadas en todos los hogares. Como ejemplos: no precalentar el horno más de 10 minutos, no abrirlo continuamente (ya que se pierde hasta el 20 % del calor) y aprovechar el calor residual tras apagarlo; comprar electrodomésticos con etiqueta energética eficiente (aporta información sobre el consumo de agua o energía o la emisión de ruidos del aparato); regular la temperatura del termostato; o mejorar el aislamiento de la vivienda (puede reportar unos ahorros de 96 euros al año).

Pero ¿por qué estas prácticas no están tan extendidas? Según Hispacoop, un posible hándicap a la hora de llevarlas a cabo es que algunas de estas medidas requieren esfuerzo e invertir una cierta cantidad de dinero. Al igual que lo que ocurría con las medidas generalizadas, según el informe, “el colectivo de los menores de 35 años es el que menos las pone en práctica”.

Gastar para ahorrar

Las tres medidas de ahorro menos implantadas son la renovación de los electrodomésticos, el cambio de proveedor energético e incluso la contratación de una tarifa de discriminación horaria en electricidad (donde se paga más en las horas punta y menos en las horas valle). Se trata de acciones que, de acuerdo con lo que indica el informe, requieren de tiempo y de una capacidad económica que pueda asumir los gastos. Para ello, “se necesita mantener una relación de confianza con los proveedores” y de una información que la mayoría desconoce, como sucede en el caso de la tarifa de discriminación horaria.

Tampoco los ciudadanos consideramos que todas las medidas sean igual en importancia. Para la mayoría, la más importante es evitar encender las luces durante el día, con una media de 9,4 puntos de valoración (en una escala de 0 a 10) y aprovechar la luz natural para ello, seguida de apagar las luces y evitar abrir las ventanas.

Horno

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Aquí, como última opción queda contratar una tarifa de discriminación horaria, pese a que las organizaciones de consumidores como Hispacoop declaran que los hogares medios pueden ahorrar energía al año (alrededor de 70 euros) con esta medida. Con estas tarifas, pagamos menos durante unas horas, a cambio de abonar más el resto del día: la jornada se divide en 14 horas más baratas y 10 más caras.

Excusas para no ser eficientes

Todas estas medidas, si se llevasen a cabo en el hogar, repercutirían directamente en la economía familiar y en el medio ambiente. Sin embargo, no todos los ciudadanos las realizan, bien por comodidad o bien por motivos económicos.

De los encuestados que dijeron no apagar las luces, el 65,5 % contestó que se debía a una falta de hábito o costumbre, pero también a la imposibilidad de mantener esta práctica en el día a día al haber menores en la vivienda (21,7 %). En el caso de los que no apagan el modo standby de los aparatos también se debía en un 70,1 % a la comodidad.

Por su parte, el 27,1 % de los sondeados que no renovaron equipos o electrodomésticos no lo hicieron por cuestiones económicas. La excusa para no cambiar de proveedor es la desconfianza, al pensar que no podrán retomar su anterior tarifa y no beneficiarse de ella (16 %).

No todos los hogares son iguales

Todas estas razones se ven influidas por la edad, el género, la economía y la geografía de cada hogar y muchas costumbres ancestrales. Así, sobre las mujeres sigue recayendo el ahorro en casa. Además, los hogares con niños o personas dependientes son los que presentan consumos más elevados y mayores dificultades para controlar el gasto energético.

El criterio que marca la diferencia entre llevar a cabo más medidas de eficiencia energética o no es el dinero. A mayor estatus socioeconómico, existe una mejor predisposición para implementarlas: por ejemplo, de entrada, pueden adquirir electrodomésticos con mayor eficiencia energética.

Cómo promover un mayor ahorro de energía

Como respuesta a toda esta situación y para reducir el consumo energético en el hogar, el estudio Hispacoop propone incrementar la concienciación medioambiental, dar a conocer aún más cuáles son los electrodomésticos que más consumen en el hogar e impulsar campañas para comprar aparatos eficientes y planes de ayuda para rehabilitar viviendas.

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