En los hogares, en ocasiones, se emplean en la limpieza productos químicos que resultan peligrosos o tóxicos para la salud. Si se desconocen sus efectos nocivos puede que se utilicen de forma inadecuada y, de esta forma, que provoquen daños en la salud humana o en el medio ambiente.
El Real Decreto 255/2003, regulador de la clasificación, envasado y etiquetado de preparados peligrosos, es la ley de referencia para distinguir la toxicidad de los productos de limpieza. Así, en la Nota Técnica de Prevención nº 635 (NTP 635) del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo se detallan una serie de símbolos o pictogramas que advierten al consumidor de los riesgos que conlleva un uso incorrecto de estos artículos.
Según los efectos que tienen sobre la salud, o propiedades toxicológicas se clasifican como:
Muy tóxicos o tóxicos. Son aquellos que por inhalación, ingestión o penetración cutánea en muy pequeña cantidad pueden provocar efectos agudos o crónicos e incluso la muerte.
Algunos productos tóxicos o muy tóxicos son el metanol, el alcohol de quemar, algunos quitamanchas, los aerosoles, los impermeabilizantes, los desinfectantes (creolina).
Nocivos. Son aquellos que por inhalación, ingestión o penetración cutánea pueden provocar efectos agudos o cónicos, e incluso la muerte.
Productos nocivos son los quitamanchas, el tricloroetileno, los disolventes para pintura, los productos para la protección y tratamiento de la madera, los decapantes y los productos de limpieza.
Las precauciones que se deben tomar, tanto para los productos tóxicos como nocivos, son: Evitar el contacto con la piel en su manipulado usando protecciones como guantes y ropa adecuada. Utilizar estos productos en lugares muy aireados. No fumar ni comer durante su utilización. Usar mascarillas para evitar su inhalación, sobre todo con los aerosoles. Mantenerlos siempre fuera del alcance de los niños.
Corrosivos. Son aquellos que dañan gravemente los tejidos vivos y otro tipo de materias. En muchas ocasiones la reacción se debe a la presencia de agua o humedad.
Algunos productos corrosivos son los desatascadores de tuberías, los desincrustantes, la sosa cáustica, los decapantes, los ácidos (por ejemplo los contenidos en las baterías), los limpiadores de hornos y lavabos, los productos para lavavajillas (en estado húmedo).
Irritantes. En contacto con la piel o las mucosas pueden provocar una reacción inflamatoria.
Son irritantes líquidos como la lejía, la esencia de trementina y el amoniaco.
Precauciones que hay que tener para los productos corrosivos y los irritantes: Conservarlos en el envase de origen, con los dispositivos de seguridad bien cerrados y almacenarlos en lugares en los que no haya riesgo de caídas. Protegerse de posibles salpicaduras usando guantes, gafas y ropa adecuada. Lavarse bien cara y manos después de su uso. En caso de contacto enjuagarse con abundante agua durante diez minutos. Mantenerlos siempre fuera del alcance de los niños.