Una mala situación económica, la falta de tiempo, la desorganización o los descuidos pueden derivar en situaciones de retraso o de impago de las facturas. Como consecuencia de ello, surgen desagradables recargos en forma de intereses por morosidad, además de las molestias y costes derivados de la necesidad de volver a dar de alta ciertos servicios. Para evitarlo, es aconsejable llevar a cabo una buena planificación, un seguimiento de las cuentas y plazos de pago de los recibos, y mantener una disciplina con el dinero dedicado a estos gastos.
1.- Elaborar un presupuesto
Si se quieren evitar los recargos por morosidad en los pagos de las facturas, es necesario llevar un control exhaustivo de las mismas. También conviene calcular cuánto dinero se precisa cada mes, mediante el registro de los gastos y la proporción de los ingresos que deben dedicarse a ello.
Hay multitud de formas de llevar a cabo ese registro, ya sea con archivadores, programas informáticos u hojas de cálculo como Excel o mediante un cuaderno en el que se anoten todas y cada una de las partidas. Asimismo, es conveniente agruparlas. En este caso, hay que distinguir entre facturas de electricidad, gas, agua, teléfono, Internet… para asegurar el máximo control posible.
2.- Ajustarse a la mejor oferta
Hay que ajustar las facturas lo máximo posible a las necesidades. Es posible ahorrar energía (lo cual además repercute en el medio ambiente) y reducir las facturas. Hay diversas opciones para buscar las mejores ofertas, sobre todo en Internet, y varias páginas web que permiten comparar las ofertas de las distintas compañías suministradoras. Es el caso de la página de la CNE (Comisión Nacional de la Energía).
Es imprescindible conocer de forma precisa los plazos de cada una de las facturas
Instituciones públicas, como el IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía), así como compañías privadas, como Endesa, Iberdrola o Gas Natural, permiten calcular el gasto en energía y explican gratuitamente cómo reducirlo, con distintos planes de ahorro. Además, se deben revisar los contadores, e intentar estar presente en el momento de su lectura, y confirmar si el consumo reflejado en las facturas corresponde con el real, frente a los consumos estimados.
3.- Comprobar las fechas de vencimiento
Es imprescindible conocer de forma precisa los plazos de cada una de las facturas. Se deben anotar esas fechas y las cuantías exactas en una agenda o calendario, de tal forma que el control de los gastos quede recogido para poder adecuar el presupuesto.
Conviene establecer unos días concretos para llevar a cabo un seguimiento actualizado y constante.
4.- Domiciliar los recibos
Una manera aconsejable de evitar posibles descuidos, retrasos, pérdidas de facturas o los inconvenientes de acudir a una entidad financiera a realizar cada pago consiste en domiciliar los recibos en una cuenta bancaria.
Puede reservarse cada mes un porcentaje concreto del sueldo o de los ingresos totales en una cuenta específica para las facturas, según los importes medios y fechas de vencimiento. De este modo, en esa cuenta siempre habrá una cantidad disponible para hacer frente a los pagos y así evitar posibles retrasos y sus consiguientes recargos.
También puede indicarse a la entidad el día concreto que conviene realizar el pago de cada recibo, siempre que no se incurra en retrasos, ya que hay un margen de unos 20 días desde que se emiten las facturas. Así pueden evitarse coincidencias en el pago de varios recibos al mismo tiempo.
5.- Seguimiento de las cuentas
Es sencillo comprobar el estado de las cuentas con unas rutinas de control, si se fijan unos días o momentos concretos a tal efecto. Al domiciliar los recibos, el control de las cuentas es más sencillo y eficiente a través de Internet.
Una vez que se ha ejecutado el pago de las facturas, se debe anotar y guardar una copia del recibo
Las entidades financieras facilitan la consulta del saldo y de los distintos movimientos (recargos o depósitos) de la cuenta de forma segura con unas claves y contraseñas personales de acceso on line restringido. Cada entidad las facilita de forma individual en sus distintas oficinas.
6.- Guardar los recibos de los pagos
Una vez que se ha ejecutado el pago de las facturas, debe anotarse y se debe guardar una copia. Ya sea el recibo on line (puede guardarse en el ordenador como un archivo en formato PDF) o el recibo en papel que facilita la entidad en la oficina correspondiente. Conviene conservarlo en un archivador, junto con el resto de los pagos realizados, y anotarlo en la agenda.
De esta forma, ante posibles errores en la tramitación por parte de la entidad, de cara a elaborar un plan financiero o un presupuesto, o bien para la declaración de la renta, siempre estarán disponibles para su utilización. Además, los registros aseguran una mayor disciplina de ahorro.