Algunos de los elementos decorativos comunes en los hogares están fabricados con materiales que con el tiempo pierden su aspecto original hasta parecer viejos e inservibles. Sin embargo, con unos cuidados especiales a la hora de la limpieza se consigue alargar su vida útil, puesto que vuelven a parecer nuevos. Ofrecemos algunos consejos para ciertos objetos:
– Velas: La acumulación del polvo hace que las velas se vuelvan mates y apagadas. Para que recuperen su color y brillo originales se introducen en agua fría jabonosa (hay que poner atención, porque si el agua está caliente podría derretirlas), se aclaran con agua fría y después se secan con un paño fino. Finalmente, para que brillen como nuevas, se pasa con cuidado por toda su superficie un pincel suave mojado en alcohol de quemar.
– Pan de oro: Es frecuente su utilización en marcos y figuras decorativas. Para mantenerlo reluciente se limpia el polvo con un cepillo suave y con un pincel se aplica una mezcla de clara de huevo batida a punto de nieve con unas gotas de vinagre. Tras dejarlo secar bien, se frota con bayeta fina, así se obtiene un brillo uniforme y duradero.
– Marfil: Es el material de las teclas del piano y de algunas figuritas y adornos labrados. Para que recupere su aspecto original, se ha de diluir en agua fría un poco de polvo de piedra pómez y con un paño se frota toda la superficie. Se aclara con agua fría y se seca con un trapo fino. Como remate se frota con un pañuelo de seda natural para obtener el brillo adecuado.
– Alabastro: Esta roca por la acumulación de polvo y del humo de los cigarrillos se va poniendo opaca y amarillenta. Para devolverle su aspecto original, se le frota con un algodón impregnado en trementina. Esta operación no se debe realizar cerca de focos de calor, puesto que se trata de un material altamente inflamable. Tras la aplicación de la trementina, se lava el objeto con agua tibia jabonosa y se aclara con agua tibia. Es un material poroso, por lo que es posible que se necesiten varios aclarados. Se seca con un trapo de hilo y se deja a la sombra hasta que los poros estén totalmente secos. Finalmente, se encera toda la superficie con una cera incolora a base de silicona. Con este último paso se consigue proteger el objeto y evitar así tener que limpiarlo con frecuencia. A partir de ahora será suficiente quitar el polvo y frotarlo después con una bayeta.