Consumo energético
Los electrodomésticos consumen más de lo que se cree y, si se elige bien en el momento de la compra, permiten un
Los electrodomésticos más eficientes en el consumo de energía son normalmente más caros que los derrochadores, pero la buena noticia es que este sobrecoste se amortiza en menos de cuatro años, tal es el ahorro que permiten en la factura eléctrica. Transcurrida toda su vida útil (la media es de unos diez años), el ahorro que se logra respecto de los menos eficientes es de cerca del 75% del consumo eléctrico total, es decir, varios centenares de euros. Ahora bien, no todos los aparatos consumen lo mismo ni invierten el mismo tiempo en realizar su función, por lo que conviene conocer sus prestaciones y el modo de ahorrar con ellos.
Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), frigoríficos y congeladores representan el 19% de la electricidad consumida en los hogares de nuestro país. Por esta razón, deviene fundamental comprarlos de tamaño y prestaciones ajustados a las necesidades de cada hogar y, esto siempre, que incluyan etiquetas más exigentes que la clase A, aprobadas específicamente para estos electrodomésticos. Las clases de eficiencia sólo son comparables dentro de la misma categoría de electrodomésticos y entre equipos del mismo tipo que además realicen las mismas funciones. Cada letra que se baja en la escala, a partir de la A, supone un incremento del consumo energético de alrededor de un 12% más que la letra que le precede. Así, un electrodoméstico clase A consume hasta un 38% menos que uno de iguales prestaciones de clase C, y hasta un 58% menos que uno de clase D. El máximo ahorro lo aportan los electrodomésticos clase A++, con un consumo de hasta el 30% respecto a uno de clase A+. Un frigorífico clase A consume aproximadamente 450 Kw/h menos al año que otro de clase G del mismo volumen, lo que puede suponer el ahorro de unos 50 euros al año. Al final de su vida útil se habrían ahorrado unos 600 euros, pero lo que interesa es que sean A+ y A++, los más eficientes.
Frigoríficos y congeladores representan casi el 19% de la electricidad consumida en los hogares
En este apartado, el del consumo energético, también tiene mucho que decir el lavavajillas, electrodoméstico que, por muchas e inspiradas páginas que se escriban sobre sus bondades, sólo quienes lo han usado cotidianamente conocen el grado de dependencia que se puede manifestar hacia él cuando se estropea o se pasan unas semanas de asueto en un apartamento que carece de friegaplatos eléctrico. Las funciones de almacenamiento y lavado en apenas 15 minutos, según el programa, ahorran tiempo, e incluso dinero respecto de limpiar con agua caliente plato a plato toda la vajilla en el fregadero. Ahora bien, tanto en el lavavajillas como en el frigorífico, el ahorro se basa en los niveles de consumo y de rendimiento del electrodoméstico. Si cuando se adquiere se hace una buena elección, no sólo se ahorrará mucho dinero sino que se evitará la emisión de cantidades nada despreciables de CO2 a una atmósfera saturada de contaminación. No obstante, cada uno de estos “reyes de la cocina” ha de demostrar su propia capacidad a la hora de satisfacer determinadas exigencias. La conservación de los alimentos dependerá, en gran medida, del frigorífico que elijamos de acuerdo a las necesidades familiares. El seguimiento de estos prácticos consejos convierte en sencillo que el lavado automático de platos, vasos y cubiertos se realice del modo más económico y rápido posible.
Amplia oferta: desde los frigoríficos convencionales con un solo motor a los ecológicos
Sin entrar a valorar los de última generación -con conexión a Internet y pantalla de televisión- por ser todavía poco demandados y muy caros (a partir de 1.500 euros), estos son, “grosso modo”, los modelos existentes:
- Convencionales: los más sencillos y económicos. Disponen de un solo motor que hace funcionar el congelador y la nevera. Una característica que se valora como negativa porque al contar con un solo regulador, cuando se precise congelar un alimento durante más tiempo, se enfriarán en exceso los alimentos de la nevera, hasta el punto de que algunos se pueden incluso congelar. Los hay de una puerta -con congelador dentro- y de dos puertas.
- Combis: salvan el defecto de los anteriores porque cuentan con dos motores independientes que permiten regular de distinta manera congelador y nevera. Además, incorporan un sistema de descongelación especial que hace que la escarcha se convierta en agua y después se evapore, permitiendo así un aumento de la humedad que mejora la conservación de los alimentos perecederos.
- Frigoríficos de “frío seco” o “sin escarcha” (no frost): el hielo y la escarcha actúan como aislantes que dificultan el enfriamiento del interior del frigorífico. El modelo “no frost” permite una circulación continua de aire en el interior, mejora la refrigeración y la congelación, y logra evitar la mezcla de olores y la pérdida de propiedades de los alimentos.
- De tres puertas: tienen tres apartados, uno de congelación, otro de refrigeración y un tercero que se puede usar para una de estas dos funciones, según las necesidades. Por ejemplo, al salir de vacaciones se puede necesitar más espacio para el congelador; y al regreso, se cambia otra vez a la posición anterior.
- Ecológicos: los frigoríficos para enfriar y aislar utilizan CFC (gases cloro fluoruro carbonados) que dañan la capa de ozono si se escapan al exterior. Estos frigoríficos se denominan ecológicos porque reducen el uso de estas sustancias perjudiciales para la capa de ozono.
A esta clasificación pueden añadirse los frigoríficos bodega, los multipuertas y otros sin compartimiento de baja temperatura y sin estrellas.
Además de las etiquetas energéticas, otras cuestiones que merecen una reflexión por parte del comprador son:
- Tamaño. No compre un frigorífico más grande del que necesita, pues consumirá más de lo necesario y su capacidad no se aprovechará.
- Clase climática. Es la temperatura ambiente recomendada por los fabricantes para garantizar el funcionamiento óptimo de los frigoríficos. Se indica con rangos de letra:
- SN’ 10º C- 32º C
- N’ 16º C- 32º C
- ST’ 18º C- 38º C
- T ‘ 18º C- 43º C
- Selección de temperatura. Los fabricantes recomiendan mantener el refrigerador entre 3º C y 5º C, y el congelador entre -15 y -18º C.
Lavavajillas: quien lo prueba repite
Aunque tardó más tiempo que otros electrodomésticos en hacerse imprescindible en los hogares españoles, en la actualidad todas las cocinas reservan un espacio para el lavaplatos. Algunos fabricantes estiman que en un hogar de cuatro miembros se pueden ahorrar con este aparato 200 horas anuales de las 300 que se necesitan para la limpieza de la vajilla. Aunque el lavaplatos representa el 2% del gasto eléctrico del hogar, puede resultar hasta un 60% más económico que lavar la vajilla a mano con agua caliente (calentar el agua consume mucha energía), siempre que se atienda a algunas cuestiones.
- Su ubicación y apariencia: debe colocarse en un lugar que disponga de toma de agua. De manera que si la cocina es antigua y no se dispone de ella hay que habilitarla, con el encarecimiento que ello supone. Los modelos estándar tienen 60 cm de ancho, están preparados para 12 cubiertos y consumen alrededor de 18 litros de agua en cada ciclo de lavado. Las dimensiones del hueco disponible en el hogar para la instalación del lavavajillas y el entorno determinarán también el tipo de electrodoméstico que se vaya a adquirir:
- Independiente: no requiere de ninguna preparación especial.
- Panelable: se coloca debajo de una encimera y se suele panelar -embellecer- a juego con el mobiliario de cocina.
- Integrable: se coloca totalmente oculto (dentro de armarios).
- Con fregadero: incorporan un fregadero en la parte de arriba. Se les llama también centro de lavado.
- Uso que se le va a dar: el número de comensales diarios y de comidas que se elaboran en un día serán determinantes en la elección del tamaño del lavavajillas y la calidad el mismo. Si la frecuencia de lavados y el volumen de platos y vasos que hay que limpiar cada día es elevado conviene adquirir un aparato robusto, con altas prestaciones y potencia, aunque sea más caro.
- Precio: el coste del lavavajillas varía mucho según el modelo elegido, aunque la mayoría cuesta entre 350 y 900 euros.
- Etiqueta energética: Conviene buscar la calificación energética “A” y comparar la eficiencia energética entre modelos similares. El volumen de agua que consume un aparato de clase A es de unos 15 litros, cantidad muy inferior a la que se utiliza para fregar a mano el mismo número de utensilios de cocina y vajilla.
La utilización eficiente del lavavajillas varía según la propia elección del aparato, la forma de programarlo y de efectuar la carga
Una vez estudiadas estas opciones, hay que decidirse por los distintos modelos, teniendo muy en cuenta las prestaciones que ofrecen los distintos lavavajillas. Las más importantes son:
- Potencia máxima: es de entre 2 y 3 KW.
- Número de programas: entre 4 y 7 programas.
- Botón de media carga: permite lavar a media carga.
- Consumo de agua y electricidad: aparece en las etiquetas. Algunos modelos indican también otros datos, como el número de cubiertos o el consumo de agua y la eficacia de secado (A-G).
- Duración y efectividad de los programas: hay que escoger el ciclo apropiado al tipo, cantidad y suciedad de la vajilla. El 90% de la energía que consume el aparato se emplea en calentar el agua y sólo se necesita el 10% restante para hacer girar las aspas y agitar el agua. Lo habitual es que el programa recomendado por el fabricante supere las dos horas de lavado. Marcas y modelos denominan de formas distintas sus ciclos de lavado pero, en general, se distinguen los siguientes:
- Lavado intensivo: es el más rápido pero el que más energía consume, dado que implica un calentamiento mayor del agua. Se recomienda sólo cuando se han introducido cazuelas y sartenes que requieren un lavado más intenso.
- Lavado ecológico o económico: consume menos energía eléctrica -no supera los 50º C en los lavavajillas- pero puede durar una hora o más. Los programas fríos y económicos ahorran hasta el 50% de energía.
- De media carga: en general, es mejor no poner en marcha el lavavajillas hasta que se llene, ya que su consumo será casi el mismo que si se utiliza medio vacío. Es importante diferenciar el impacto en el consumo energético de la cantidad de agua usada y de la temperatura a la que el electrodoméstico va a funcionar. Es el aumento de la temperatura, pasar de agua fría a caliente y de caliente a muy caliente, y no la cantidad de agua utilizada, lo que hace que el consumo se dispare. Cuidado con estos programas de media carga, porque consumen, efectivamente, menos agua pero casi la misma energía.