El uso de las placas de inducción y las vitrocerámicas se impone sobre la cocina clásica a gas. La estética, así como la seguridad de eliminar los fuegos, son valores que destacan para dar el salto a las soluciones eléctricas. Pero ¿también es una cuestión de ahorro? En este artículo se revisan los pros y contras de las cocinas de inducción, vitrocerámicas y encimeras de gas, en busca de la opción más interesante, tanto por comodidad como para el bolsillo.
La inversión inicial: el electroméstico
Quien esté pensando en reformar su cocina es posible que se haya planteado cambiar los tradicionales fogones de gas por una cocina eléctrica; es decir, dejar de pagar el gas natural (o bombona de butano) para sumar este electrodoméstico a la factura de la luz. Ahora bien, ¿es una buena opción? Para empezar se debe tener en cuenta el coste del aparato; es decir, la inversión inicial que se debe asumir.
En la actualidad, se pueden encontrar encimeras de gas desde 75 euros, mientras que las eléctricas varían su precio en función de si son de inducción o vitrocerámica. Tanto unas como otras superan con creces el coste de la versión de gas. Para hacerse una idea, el modelo más económico que ofrecen los principales comercios parte de los 134 euros si es vitrocerámica (cuatro fuegos) y 219 euros en el caso de la inducción (tres fogones).
Pero no solo debe preocupar el coste de la encimera. En el caso de decantarse por la modalidad de inducción, hay que sumar el menaje de cocina. En definitiva, un buen pico para empezar. ¿Valdrá la pena?
La opción más cómoda
La instalación de cocinas de inducción ha crecido bastante pese a su precio. Esto se debe a que, entre sus virtudes, destacan por ser las más rápidas en calentar la comida sin emitir calor residual. Por lo cual, se requiere menos energía eléctrica, menos tiempo de dedicación en la cocina y, además, uno evita quemarse si apoya la mano en un despiste. Por otro lado, se les atribuye ser sencillas de limpiar, así como un mantenimiento menos concienzudo que para las de gas.
No obstante, si la duda está entre poner cocina de gas o vitro, hay que tener en cuenta otros aspectos. Las de gas son más inseguras, puesto que se añade el factor fuego en la cocina. Por otro lado, exige revisiones periódicas para evitar posibles fugas. Sin embargo, es la opción que conlleva menos consumo energético, ya que calienta más rápido que la vitrocerámica. En cambio, esta última es más sencilla de limpiar.
El coste de la energía, un dato vital
Por el momento, decantarse por la inducción es apostar por la opción más cara, pero la que mejores condiciones ofrecerá en el día a día. Es decir, que todo apunta a que se amortiza el coste en pocos meses. Pero ¿es real o el coste de la luz jugará en contra?
En septiembre de 2016, el coste de la luz (consumo) se sitúa en 0,141033 euros/kWh para la tarifa regulada PVPC, mientras que el gas natural está a 0,047624 euros/kWh. Ambas tarifas exigen un fijo (potencia en el caso de la luz y término fijo en el gas), pero ya es bastante significativo ver la diferencia que existe en el coste de la energía consumida.
El butano ahora mismo se comercializa por 11,27 euros (precio final). Esto, si se traduce a kWh, serían 0,070880 euros/kWh, con la particularidad de que no habría que sumar otros costes fijos. Es decir, sería la opción más barata del momento.
Vitrocerámica, inducción o gas: ¿con cuál nos quedamos?
Tras ver todos los puntos anteriores, se llega a la conclusión de que no hay una opción mejor que otra, sino que depende del tipo de consumidor. No obstante, para determinar qué modelo sale más a cuenta es recomendable tener en consideración los diversos factores tratados: desde el tiempo que se ahorra entre fogones (junto con la energía que ello conlleva), hasta el coste de las tarifas de luz y gas.