Hogar renovable, hogar económico a largo plazo

Las energías limpias ahorran un 25% en el consumo doméstico y son amortizables en un plazo de tres a cinco años
Por Marta Molina 17 de septiembre de 2009
Img panel solar casa
Imagen: Mike Spasoff

En estos momentos cubrir las necesidades energéticas en los hogares a partir de fuentes renovables empieza a ser asumible. Las administraciones públicas ya ponen a disposición de ciudadanos y empresas numerosos planes de ayudas y subvenciones. El esfuerzo merece la pena porque el uso de estas energías reduce el consumo en el hogar un 25% como mínimo -en el caso del agua caliente sanitaria, la rebaja alcanza hasta un 60%- y la inversión para instalarlas se amortiza en un plazo de entre tres y cinco años.

Baratas

El Ministerio de Industria, Turismo y Comercio asignó el pasado año -a través del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE)– 28,8 millones para que las comunidades autónomas trabajaran en planes de energías renovables. Las subvenciones directas, exenciones fiscales y otras ayudas que otorga desde 2006 han contribuido a expandirlas. La obligatoriedad de instalarlas en viviendas de nueva construcción ayuda a su generalización e influye en la bajada del precio. Pero todavía queda un largo camino por recorrer. Se intenta que para 2010 un 12% de la energía primaria del país proceda de fuentes renovables, pero conseguir este objetivo llevará tiempo.

Algunas autonomías, como Murcia, proponen reducciones en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. Las familias que inviertan en instalaciones con energías renovables deducirán un 10% en el tramo autonómico de este impuesto, siempre que residan en la región e instalen sistemas basados en energía solar térmica, fotovoltaica o eólica.

Los sistemas fotovoltaicos son todavía demasiado caros y necesitan un espacio amplio para su instalación, señalan los expertos del IDAE. Sin embargo, la energía solar térmica y las calderas de biomasa son opciones muy rentables. Bastan 2.000 euros para que un adosado disponga de energía solar térmica para calentar agua sanitaria, refrigerar o subir la temperatura ambiente en el hogar. Si la calefacción se distribuye a través de losa radiante, los resultados son mejores: con 45º calienta toda la casa, frente a los 80º que necesita un radiador convencional.

Bastan 2.000 euros para que un adosado disponga de energía solar térmica para calentar agua, refrigerar o elevar la temperatura en el hogar

Es imprescindible un estudio individual y escoger la mejor tecnología para cada vivienda, o una combinación de éstas. Las fuentes renovables resultan económicas porque la inversión se amortizará durante la vida útil del aparato, asegura la Asociación de Productores de Energías Renovables (APPA). Una instalación solar térmica ronda los 1.200 euros, pero supondrá un ahorro del 12% en el gasto durante los 25 años, o más, que funcione. La mayoría se liquida en un periodo aproximado de cinco a siete años. Sólo hay que pagar el montaje y el mantenimiento, porque el combustible es gratis. No obstante, todavía es más caro producir un kilowatio por hora con energía solar que con carbón.

Energías económicas, a largo plazo y limpias, comienzan a ganar terreno y es fácil encontrar suministradores que proporcionan el servicio a buen precio. El sector ofrece dos vías para crear un hogar sostenible: construirlo o reconvertir el actual. Esta segunda opción es la más habitual, aunque muchas promociones de obra nueva han sido diseñadas de acuerdo a criterios de ecología y sostenibilidad, en cumplimiento del Código Técnico de la Edificación. Esta norma obliga a las empresas de construcción a utilizar sistemas de energía solar y materiales que permitan el ahorro energético.

Construir o reconvertir

Tanto si se reforma la vivienda como si se construye una nueva, es posible instalar sistemas activos -paneles solares, mini aerogeneradores, biocombustibles o biomasa- y pasivos -aprovechamiento térmico del sol o de la energía generada por los habitantes de la vivienda para disminuir el consumo en climatización, que puede caer entre un 70% y un 90%-. En España ya hay casas denominadas bioclimáticas, que reducen un 60% el gasto de luz y agua. Éstas aportan el 22% de la demanda eléctrica española, en niveles similares al papel de las plantas nucleares. En Reino Unido se ha propuesto que para el año 2016 todas las viviendas sean de energía cero, capaces de cubrir sus necesidades energéticas gracias al diseño, materiales eficientes y fuentes renovables.

El nuevo marco regulatorio, que entró en vigor en julio de 2009, permite elegir una compañía de electricidad verde. La instalación eléctrica y el contador no cambian. Sin embargo, el recibo de la luz se convierte en la garantía de que los vatios necesarios se obtienen de manera respetuosa, no contaminante. Cada kilowatio verde evita la producción de un kilowatio nuclear o térmico. Los mayores impulsos a las fuentes renovables vienen de Europa; la nueva Directiva, cuyos objetivos son vinculantes y no indicativos, establece que en enero de 2015 todas las edificaciones nuevas y otras que se sometan a renovaciones importantes deberán autoabastecerse de manera significativa con energías renovables.

Recursos

Un hogar autosuficiente genera la energía que consume. El emplazamiento o las horas de sol que recibe la fachada influyen en su capacidad para refrigerar o calentar la casa a través de energía solar térmica o mediante energía geotérmica. En el caso de una vivienda de segunda mano, basta con pequeños cambios en aislamientos (eliminar o montar elementos según la orientación de la fachada), huecos (apertura o cerramiento), grietas, rendijas, instalación solar, distribución o colores (reflectantes o absorbentes).

Los paneles solares reducen hasta un 30% la factura de la luz

Diversas tecnologías renovables permiten el autoabastecimiento energético. La generación eléctrica mediante energía fotovoltaica y minieólica consigue, de manera individual o en una instalación conjunta, que una vivienda produzca su propia electricidad. En la climatización del hogar, la geotermia de baja entalpía aprovecha la diferencia de temperatura entre el suelo y el aire para reducir el gasto en climatización, tanto en calefacción como en aire acondicionado. Los paneles solares térmicos proporcionan a la vivienda agua caliente sanitaria y calefacción.

  • Fotovoltaica. La energía fotovoltaica se vierte a la red eléctrica como si fuera una central de producción de electricidad. Este tipo de aplicaciones, conectadas a red, crecen gracias al precio de venta de kilowatios por hora, ya que las compañías eléctricas están obligadas a comprar la energía producida. El sistema la almacena en baterías para aprovecharla durante las horas de baja o nula insolación. Resulta idónea para la electrificación doméstica (luz y electrodomésticos de baja potencia). Los paneles solares (fotovoltaicos) reducen hasta un 30% la factura de la luz. Son materiales que, al recibir la radiación lumínica, experimentan un desplazamiento de electrones entre sus átomos. Este movimiento da lugar a una corriente eléctrica.
  • Eólica. Tan antigua como el molino, la energía eólica es de fácil implantación y alto aprovechamiento. Barata y limpia, tiene la ventaja de ser inagotable. En España goza de unas condiciones climatológicas inmejorables y cuenta con un amplio desarrollo comercial. Los aerogeneradores para uso doméstico son de muy baja potencia (inferiores a 10 kilowatios), empleados para bombeo de agua, o minigeneradores que producen energía eléctrica. Los aerogeneradores conectados a las redes de baja tensión se instalan incluso en tejados, aunque se ubican, en su mayoría, en electrificaciones rurales.

Para 2020 será más económico instalar paneles fotovoltaicos para autoabastecerse, que comprar la electricidad

  • Biomasa. El uso de la biomasa en los sistemas de calefacción supone un balance neutro en la emisión de CO2. Es un combustible más barato que las energías convencionales, de tipo natural (producida en la naturaleza sin la intervención humana, como las plantas) o residual (generada por el hombre: agricultura, ganadería, basura doméstica y desechos industriales como el serrín). Sirve para calefacción y combustibles. El aceite de cocinar usado se transforma en combustible para coches; los huesos de aceituna y las cáscaras de almendra se utilizan para la combustión de calefacciones (en Madrid existen alrededor de 1.500 sistemas a base de güitos de oliva). La principal diferencia entre las calefacciones de biomasa y las de gasóleo o gas radica en que los residuos requieren un silo de almacenamiento para el suministro de combustible y la retirada de las cenizas. La construcción del mismo puede representar entre el 35% y el 50% de los costes de la inversión. El mercado oferta una amplia gama de calderas a partir de 40 kilowatios de potencia para instalaciones colectivas, así como pequeñas estufas para calefacción individual. Los aparatos de biomasa disponen de alimentación y limpieza del intercambiador automatizadas, con rendimientos de hasta el 90%. No producen humo.
  • Mixtos. La energía solar termodinámica aprovecha el calor del viento, la lluvia y el sol, incluso de noche, para producir agua caliente. Otra opción es la combinación de energía eólica y solar. Los sistemas mini hidráulicos compensan sus carencias si se combinan con paneles solares. En cuanto al precio, las energías renovables reducen sus costes cada año, en contraposición con otras formas de generación cuyo coste se disparará conforme se agoten los recursos. Un vatio fotovoltaico cuesta hoy menos de cuatro euros; en la década de los cincuenta costaba más de 1.000 dólares. Para 2020, la tecnología fotovoltaica alcanzará la paridad con la red. Será más económico instalar paneles fotovoltaicos y autoabastecerse, que comprar la electricidad.
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