Al utilizar una olla a presión para cocinar, la temperatura de ebullición aumenta por encima de los 100 ºC y la presión alcanza cotas mayores que la presión atmosférica. De esta forma se consiguen tiempos de cocción más breves, con el consiguiente ahorro en tiempo y energía. Además, es bien conocido que los alimentos pierden menos propiedades en las ollas rápidas, ya que las vitaminas soportan mejor temperaturas elevadas durante poco tiempo que temperaturas más bajas durante un tiempo prolongado.
Cocinar a presión puede ser una de las mejores técnicas de cocción, sin embargo, para dominarla es imprescindible controlar los tiempos. Si nos excedemos a la hora de cocer los alimentos perderán gran parte de su valor nutricional y no habremos aprovechado las posibilidades de la presión. Merece la pena prestar un poco de atención al reloj para sacar partido a las ventajas que ofrecen estos magníficos pucheros, pero hay que observar algunas cuestiones:
– Como máximo, se deberá llenar la olla hasta los 2/3 de su capacidad.
– Ponga la olla en un hornillo del mismo o menor diámetro que el suyo propio.
– Es mejor introducir los alimentos en la cantidad justa de agua y cuando ésta empieza a hervir.
– Si van a guisarse legumbres que se hinchan o que producen espuma es mejor llenar la olla sólo hasta la mitad, para evitar una remota obstrucción de la salida de vapor.
– Para que el ahorro de energía sea aún más efectivo, cuando el indicativo de la olla alcance el punto máximo de presión hay que bajar el fuego.
– Si la cocina es eléctrica, apague la placa unos minutos antes de terminar la cocción, porque sigue desprendiendo mucho calor. También se ahorra si tras apartar la olla del fuego se deja cerrada hasta que baje poco a poco la presión. Es una manera de aprovechar la temperatura y presión alcanzadas.
– Antes de abrir la olla hay que asegurarse de que no tiene presión.
Habituarse a utilizar la olla exprés, además de lograr que disminuya la factura de la electricidad o el gas natural contribuye a reducir la contaminación. En España en torno al 11% del consumo total de energía es utilizado para cocinar los alimentos.