De un tiempo a esta parte han empezado a proliferar en las grandes ciudades este tipo de establecimientos que ofrecen prendas de segunda mano aun precio más asequible que las tiendas tradicionales. Por supuesto que la ropa allí expuesta cuenta con la evidente desventaja de estar usada y, ya sea por criterios estéticos, higiénicos o sociales, esto supone un freno a su adquisición.
De todas formas pensando en equilibrar nuestro presupuesto familiar no tenemos que considerar únicamente la opción de comprar ropa en esas tiendas, también es plausible que podamos sacarnos unos euros deshaciéndonos de prendas nuestras que ya no usemos o de las que simplemente queramos prescindir.
La limpieza y el buen estado de conservación de las prendas son dos características imprescindibles a la hora de adquirir algo. En tu condición de comprador nunca has de olvidar que tienes derecho a reclamar como en cualquier otro tipo de establecimiento.
Estos establecimientos generalmente sólo aceptan ropa en perfecto estado de conservación y, por criterios higiénicos, después de haber pasado por la tintorería. El vendedor puede fijar el precio, pero la propietaria del establecimiento se reserva el derecho de rehusar la prenda si la considera cara, aunque esté en perfectas condiciones. El porcentaje de la ganancia que se fija comúnmente es el siguiente: el vendedor percibirá aproximadamente dos tercios del precio de venta y el resto será para el tendero.