En invierno, la mejor manera de ahorrar sin pasar frío consiste en no dejar escapar el calor de la casa. En primer lugar, se debe observar cuál es el grado de aislamiento térmico de cada una de estancias. Si es alto, se puede reducir notablemente la sensación de frío y, en algunos casos, ni siquiera se necesitará calefacción, o se tendrá que mantener encendida menos tiempo.
Las familias españolas gastan al año una media de 549 euros en electricidad y 372 euros en gas, según una encuesta realizada por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Según los expertos, estas cuantías se pueden reducir hasta más de un 20%. Sólo hay que ser práctico y tener ganas de ahorrar. La reducción nos beneficiaría económicamente y también contribuiríamos a disminuir las emisiones de gases contaminantes.
La mitad de las personas encuestadas afirma contar con dobles paredes en su vivienda, el 42 % afirma que sus ventanas están equipadas con doble cristal y el 33 % señala que sus muros están recubiertos con un aislante térmico. Aunque para el consumidor de a pie no es sencillo ni barato tomar medidas para equipar los muros de su vivienda contra el frío y el calor, sí es posible hermetizar puertas y ventanas con el fin de evitar escapes y corrientes. En este proceso es clave el material del marco de la ventana, ya que uno de madera aísla un 20 % más que uno de aluminio.
Si se está a punto de instalar un sistema de calefacción en el hogar, se debe tener en cuenta una serie de aspectos importantes, como:
–cuántas personas viven en casa
–la inversión que se está dispuesto a realizar
–el tipo de combustible que se utilizará
–la carga térmica que más conviene (se calcula en proporción a la superficie, la orientación y el volumen de la vivienda)
Según la encuesta citada, los principales sistemas de calefacción son las calderas y radiadores individuales, los sistemas eléctricos sin acumuladores y la calefacción central. Entre los combustibles utilizados para alimentar estos sistemas se encuentran el gas 35%, la electricidad 34%, y el gasóleo 13%.
Pero es mediante el consumo razonable del sistema elegido como se puede adelgazar la factura. Por ejemplo, reduciendo el consumo cuando no se esté en casa, utilizando de una forma adecuada los termostatos y concentrando el calor en las estancias que más interese. La Organización de Consumidores y Usuarios recomienda una temperatura de unos 20 grados, los cuales aportan una buena sensación de confortabilidad y además suponen un ahorro cercano al 10% respecto a dos grados más.