Imagen: Marja Flick-Buijs
Las lámparas solares están provistas de placas fotovoltaicas que acumulan la energía del sol en baterías durante el día, para ofrecerla en forma de luz a la noche. Resultan una buena opción no sólo para el jardín, sino también para iluminar pasillos o rincones de la casa, ya que pueden permanecer encendidas, dependiendo del modelo, entre seis y ocho horas.
Necesitan ocho horas de sol para garantizar una iluminación prolongada
Para su recarga no es necesario que el sol esté presente de manera continuada, aunque sí necesitan ocho horas de sol para garantizar una iluminación prolongada. Esto limita su uso a espacios del hogar en los que la luz no sea imprescindible, motivo por el que se suelen instalar principalmente en jardines, pasillos y piscinas, para los que existen diversos diseños. También pueden utilizarse en el interior del hogar, por ejemplo, el cuarto de los niños como iluminación tenue nocturna, aunque se ha de cargar durante el día.
Cómo se encienden
Su encendido es automático en algunos modelos, gracias a una célula fotoeléctrica que se activa una vez cae la noche. De esta manera y puesto que su funcionamiento es automático, es posible regular su apagado o encendido, lo que puede resultar inconveniente para espacios en los que no se necesita luz constante. No obstante, hay modelos que cuentan con un interruptor o que se activan sólo si su sensor detecta movimientos a su alrededor.
Un punto importante a tener en cuenta es que se ha de constatar la calidad de la batería y la duración de su intensidad lumínica, ya que existen modelos de baja eficacia que se cargan rápido pero ofrecen poca autonomía. Por otra parte, la batería de estos artefactos en general ha de ser reemplazada cada dos años aproximadamente, dependiendo del modelo y de la capacidad del reflector. En las de baja calidad, el precio de la batería puede igualar incluso al de la lámpara nueva.
Precios variados
Los focos solares pueden conseguirse en cualquier gran superficie como supermercados, tiendas que comercializan artículos para el hogar o en establecimientos especializadas de iluminación. También se venden por Internet y se envían a domicilio.
En términos generales, los precios de acuerdo con el tipo de lámpara, son los siguientes:
- Lámpara de fibra para pared o suelo: a partir de 10 euros las más económicas.
- Focos de acero inoxidable, madera o cristal para pared o suelo: desde los 30 euros las más pequeñas -de ocho horas de duración- y hasta los 200 euros por pieza las de mayor calidad.
- Luces con formas de roca, animales, antorchas, etc. Se consiguen por 40 euros, de media.
- Faroles flotantes para piscinas o fuentes: las más económicas se sitúan en los 50 euros pero las de diseño llegan a costar hasta más de 500 euros.
Economía y diseño
Una de las ventajas que ofrecen las lámparas solares es su fácil instalación. Normalmente, para la iluminación exterior es necesario contratar a un electricista para que instale una red eléctrica y adquirir las farolas. Los diferentes modelos disponibles de lámparas solares, en cambio, sólo requieren fijar la estructura a la pared o el suelo y el funcionamiento será automático una vez realizada la carga.
En cuanto al diseño, las hay tradicionales que imitan a las antiguas lámparas o un tanto más vanguardistas, con colores, formas y figuras como ranas, robots, insectos y hasta de gorras. Los materiales de fabricación son variados y resistentes al agua. Por ejemplo, las de fibra y las de cristal -que son las más económicas-, cuestan unos 20 euros de media. Los faroles de acero inoxidable, de diseños estilizados, en cambio, se pueden adquirir a partir de los 40 euros. Y existen modelos de alta gama que se posicionan sobre los 400 euros, claro que su autonomía y capacidad lumínica está indicada para alumbrar grandes superficies.
Algunas lámparas de iluminación solar son movibles y pueden trasladarse a la zona de la casa que se necesite alumbrar, en el exterior o en el interior. En sus dos variantes -para el suelo y la pared- son fáciles de trasladar, ya que los apliques vienen incorporados. Algunas de ellas ni siquiera necesitan estar adheridas, ya que tienen pies o simplemente pueden posicionarse sobre cualquier mueble. Las que se utilizan para iluminar el jardín pueden ir insertadas en el césped, puesto que incorporan una estaca.
En sus dos variantes -para el suelo y la pared- son fáciles de trasladar, ya que los apliques vienen incorporados
Por otro lado, también hay lámparas flotantes para las piscinas que ofrecen iluminación de diferentes colores: azul, ámbar, blanco o verde. Otros modelos imitan la forma de las linternas para utilizar en los camping, el coche, la oficina y hasta en la habitación de los niños.
Aunque los dispositivos de fijación a las paredes permiten la colocación de este tipo de lámparas en cualquier lugar de la casa, se ha de tener en cuenta que han de recibir la carga de sol necesaria para funcionar.