Como apunte general hay que saber que los limpiadores específicos para las vitrocerámicas son, fundamentalmente, productos desengrasantes. Su fórmula está compuesta por:
– Agentes tenso-activos. Destinados a eliminar la suciedad.
– Minerales de acción abrasiva. Atacan de forma directa a la grasa.
– Disolventes y siliconas. Empleados para dar brillo.
– Elementos «secuestradores». Generados para llevarse los metales.
Otros consejos para alargar la vida útil de las «vitro» radican en no emplear cazuelas de barro y en no arrastrar sobre ellas los utensilios de cocina
A pesar de que una de las grandes ventajas de la vitrocerámica consiste en su fácil limpieza, es muy conveniente tener presente que este tipo de productos son excesivamente agresivos, dado que pueden dañar los puntos de silicona o la encimera más próxima, e incluso las propias manos de quien limpia. Es por ello que nunca viene mal recurrir al uso de los guantes, en todo momento, evitando que el producto tenga contacto directo con los dedos. También resulta recomendable recurrir a papel de cocina o a un paño para llevar a cabo su aplicación.
Por otro parte, en el caso de que de cualquier gota del producto en cuestión salga fuera del espacio de la placa vitrocerámica es aconsejable limpiarla de forma inmediata, y posteriormente, una vez terminada la tarea, lavarse minuciosamente las manos.
Rasqueta especial
Otro aspecto importante que se debe tener presente en todo momento reside en que este tipo de productos no son milagrosos, es decir que los limpiadores no lo hacen todo. Así, cuando existen vertidos de líquidos o grasas y la propia suciedad se requema, la fórmula más idónea consiste en emplear una rasqueta especial para vitrocerámicas. En este punto hay que descartar el uso de cualquier cuchillo de cocina para desprender los restos incrustados en la propia placa.
Con la finalidad de alargar la vida útil de las vitrocerámicas es recomendable extremar las precauciones a la hora de usarlas y no limitarse a confiar en la acción limpiadora de estos productos. De esta forma, aparte de lo ya mencionado, otros consejos prácticos radican en no emplear cazuelas de barro y en no arrastrar los propios utensilios de cocina sobre los restos de alimentos que hayan caído sobre la placa, ya que estos podrían rayarla.