En los últimos seis años se han detectado más de 500 redes organizadas para estafar a las compañías aseguradoras en España, según datos del ‘V Barómetro del Fraude en el Seguro‘ (2020) de Línea Directa. Te contamos qué tipos de estafa realizan con más frecuencia y su finalidad, además de las consecuencias de estos delitos para las aseguradoras y, sobre todo, para el usuario. Y es que estas mafias centran su actividad en obtener indemnizaciones por falsas lesiones, un fraude que, además de suponer un agujero para las arcas de las aseguradoras, lo pagan indirectamente el resto de los asegurados.
Las mafias organizadas que estafan al seguro (que se han multiplicado por tres desde el año 2013) tienen su objetivo claro: se centran “en obtener indemnizaciones por falsas lesiones en accidentes de coche, ya que suelen ser muy elevadas”, explica Francisco Valencia, director de gobierno corporativo de Línea Directa Aseguradora. De hecho, el importe medio de los intentos de fraude de estas mafias “multiplica por ocho al de los engaños más convencionales”.
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Cómo estafan las mafias al seguro
Estas mafias son bandas pequeñas con dos o tres cabecillas que “cometen fraudes ‘en carrusel’, es decir, de forma continuada a diferentes compañías de seguros”, comenta Valencia. La mayoría, o al menos las más importantes, las constituyen “clanes familiares que se han convertido en auténticos profesionales de la estafa” y que, en ocasiones, están conectados con otro tipo de delitos. Operan por todo el país, pero Murcia, seguida por Cantabria, Andalucía y País Vasco son las comunidades autónomas que más las sufren.
¿Y cuáles son sus técnicas? Estas redes utilizan sobre todo dos métodos para estafar, a los que conviene estar muy atentos ahora que se potencia entre la población el uso del coche individual para evitar contagios por coronavirus:
- Los “rotonderos”. El vehículo causante circula por el carril exterior de una rotonda, parece ceder el paso al coche que se incorpora, pero en el momento de hacerlo, acelera y colisiona con él, de tal forma que, al ser teóricamente inocente, puede reclamar el importe de los daños del automóvil y de las supuestas lesiones.
- Las colisiones por alcance. El modus operandi es parecido. El vehículo de la mafia organizada se coloca de forma agresiva justo delante de otro coche y frena repentinamente. Al producirse el impacto, los integrantes de esta red alegan ser inocentes del accidente y reclaman una importante cantidad de dinero.
Las consecuencias del fraude para las aseguradoras
Las mafias organizadas constituyen el principal problema de la lucha contra el fraude, “tanto por la cuantía de las estafas como por la peligrosidad de sus integrantes”, indica Francisco Valencia. No en vano, si se suman las cuantías obtenidas por las redes y las de los fraudes más habituales, el importe total de estos engaños al seguro superó los 9.200 millones de euros en la última década solo en el ramo de autos, “una cantidad equivalente al 0,7 % del PIB español de 2019”.
¿Qué medidas pueden tomar las aseguradoras para tratar de minimizar los efectos de estas mafias? “En nuestro caso, disponemos de un equipo de más de 20 personas destinado exclusivamente a reprimir el fraude”, apoyándose en profesionales como peritos, valoradores médicos o, en última instancia, detectives.
Además, las compañías disponen de avanzadas herramientas informáticas que identifican los principales parámetros en las conductas de las personas que desean estafar al seguro, lo que, unido a la experiencia del especialista antifraude, supone un importante indicio para comenzar una investigación.
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¿Cómo perjudican las mafias a los asegurados?
El consumidor honrado resulta muy perjudicado con la existencia de mafias que estafan a su seguro, pues “en este tema, pagan justos por pecadores”, reconoce Francisco Valencia. Según estima el experto, “en cada póliza, se pagan de media unos 25 euros derivados del fraude, lo que puede suponer entre el 8 % y 10 % del producto más popular, que es el seguro a terceros ampliado”.
Las primas de los seguros que abona cada tomador se establecen en función de los costes, de tal forma que, “cuanta menos siniestralidad haya, los precios serán más bajos”. Por eso, el coste de todo el fraude que no se detecta se paga indirectamente por el resto de los asegurados.