Imagen: David Neubert
El último informe del Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE) revela que la producción de residuos urbanos se incrementa en una tasa mayor que el crecimiento de la economía española en su conjunto. La cantidad de basura producida por habitante supera los 500 kilos anuales, dato que refleja el aumento continuado de esta cifra durante la última década. Qué hacer con la basura, por tanto, es un problema no sólo para las familias, sino también para las autoridades de todos los países del mundo, aunque cada vez se tome más conciencia de que un correcto tratamiento de los residuos resulta beneficioso para todos.
Esta iniciativa tiene el objetivo no sólo de incentivar las buenas prácticas ciudadanas, sino también de aplicar lo que se conoce como ‘fiscalidad verde’
En este sentido, las tasas españolas de reciclado se encuentran por debajo de las fijadas en el Plan Nacional de Residuos Urbanos (PNRU), aunque algunas ciudades han dado un paso adelante con la puesta en marcha de medidas que contemplan bonificaciones en las tasas de recogida de la basura para quienes depositan sus propios residuos en puntos determinados. Esta iniciativa reduce los gastos de los ayuntamientos, beneficia a los ciudadanos más comprometidos con el medio ambiente y fomenta la concienciación de que la basura tiene un largo recorrido hasta ser tratada. «La recogida selectiva de basura supone un coste alto para los ayuntamientos. Una manera de reducirlo es que el propio ciudadano vaya a los contenedores específicos y deposite personalmente los residuos de forma selectiva. De modo que es positivo que algunos ayuntamientos reduzcan el coste del tributo de los ciudadanos que lo hacen», señala Ana Yáber Sterling, directora del Instituto Universitario de Ciencias Ambientales, de la Universidad Complutense de Madrid.
Tarjeta de la basura
En Barcelona, la Entidad del Medio Ambiente del Área Metropolitana gestiona el programa «Ir a la deixalleria [punto verde] tiene premio». La regla es muy clara: cuanto más se utilizan los puntos verdes del área metropolitana de la ciudad, mayor es la reducción de la tasa metropolitana de tratamiento de residuos (TMTR), que puede llegar a un 14% en el ejercicio siguiente. El funcionamiento del programa está basado en el uso de una tarjeta magnética familiar, semejante a las de crédito, que registra el número de veces que el usuario deposita su basura en las más de 50 instalaciones incluidas en el programa (entre puntos verdes fijos y móviles), además de la información de dónde suele hacerlo.
La bonificación será aplicada en el importe total de la tasa metropolitana de tratamiento de residuos del ejercicio anterior
Para darse de alta basta con presentar el contrato firmado con la compañía de agua. Según datos de la Entidad del Medio Ambiente, fueron distribuidas cerca de 13.000 tarjetas hasta diciembre de 2006. Si se tiene en cuenta que cada tarjeta es familiar, la entidad estima que el número total de usuarios del programa podría ser de 40.000 personas. Cada una de ellas recibe un descuento del 1% en la tasa de la basura por cada traslado hasta el punto verde, pudiendo obtener la reducción máxima mencionada de un 14%. La primera vez no cuenta, puesto que es el momento en que se debe aportar la documentación necesaria. A partir de ahí se van sumando los descuentos: un 1% en la segunda vez, un 2% en la tercera, un 3% en la cuarta, y así sucesivamente. La bonificación será aplicada en el importe total de la TMTR del ejercicio anterior en forma de descuento. Otro punto positivo del proyecto es que la tarjeta no tiene coste de mantenimiento y puede ser compartida entre familiares.
Esta iniciativa tiene el objetivo no sólo de incentivar las buenas prácticas ciudadanas, sino también de aplicar lo que se conoce por ‘fiscalidad verde’. Según el informe del OSE, «el sistema tributario español no ha desarrollado actuaciones relevantes en el campo de la tributación ambiental fundamentales para el desarrollo sostenible, con la salvedad de la fiscalidad sobre las aguas». El documento señala a Andalucía, Cataluña y Galicia como las comunidades autonómicas que mejor aplican los impuestos ambientales.
Consultar al ayuntamiento
Una ventaja de los ayuntamientos es que pueden decidir cómo aplicar la tasa de recogida de la basura, aunque son minoría todavía los que aplican medidas innovadoras como la catalana. Con esa libertad entre manos, las acciones y sus reglas difieren de una ciudad a otra. Por eso es muy importante consultar al ayuntamiento sobre la existencia de bonificaciones y cómo aprovecharlas.
En Santa Cruz de Tenerife por ejemplo, en el extremo oriental de la isla, se contemplan tres tipos de bonificaciones en la tasa de recogida de la basura. Las personas de familias cuyas rentas anuales son inferiores al salario mínimo interprofesional y que no poseen otros inmuebles además de su vivienda habitual cuentan con un descuento del 50%. El ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife exige, entre otros documentos, una fotocopia de la declaración del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) y el certificado de la pensión, el subsidio de desempleo u otras rentas, además del contrato con la compañía de agua.
«Aunque reducir la carga del tributo es un importante incentivo, lo más importante con la puesta en marcha de estas prácticas es la educación de las personas en hábitos medioambientales»
Las empresas de la ciudad que se encargan de la recogida y del traslado de los residuos hasta el vertedero, a su vez, pueden solicitar una bonificación de un 77% en la tasa de la basura, mientras que los hospitales y las clínicas con incineradores tienen un 82% de descuento. Además, se aplica un coeficiente multiplicador del 0,5% en la bonificación para viviendas y empresas que tengan el contenedor de la basura a más de 200 metros de distancia.
Por otro lado, también se contemplan en nuestro país otras prácticas municipales que repercuten en la reducción de la factura final en concepto de recogida de basuras. Así, municipios como Alella, El Masnou y Teià, en Cataluña, han creado su propia tarjeta de recogida de la basura. Con ella, el usuario registra los kilos de basura que deposita en los contenedores asignados, convirtiéndolos después en descuentos que se aplicarán en la tasa municipal de recogida durante el ejercicio siguiente. «Aunque reducir la carga del tributo es un importante incentivo, lo más importante con la puesta en marcha de estas prácticas es la educación de las personas en hábitos medioambientales, sobre todo en las personas mayores, más que en los niños, explica Yáber Sterling desde el Instituto Universitario de Ciencias Ambientales de Madrid.
Hace más de una década que el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (United Nations Human Settlements Programme – UN-HABITAT) recoge las mejores prácticas mundiales de promoción y fomento de la sostenibilidad en las ciudades. En 1996, cuando se organizó el primer Premio Internacional de Buenas Prácticas, un proyecto innovador de reducción de residuos de la isla griega de Zakynthos figuró entre las iniciativas seleccionadas por la ONU.
La Asociación para la Limpieza de los Municipios y las Comunidades, encargada de la gestión de la basura de la isla, reconoció una serie de acciones para que fueran seguidas en otros lugares, como la creación de una red completa y moderna para la recogida y transporte de los residuos sólidos, además de la puesta en marcha de programas de reciclaje. Una de las iniciativas fue la creación de una tarjeta especial de reciclaje, la promoción de actividades culturales y recreativas en el Centro de Reciclaje, dirigidas principalmente a los socios más jóvenes, la inscripción de personas acostumbradas a reciclar en un banco de datos y la distribución de ‘recompensas’ a los mejores recicladores.
El año pasado, el Concurso de Buenas Prácticas recibió 713 proyectos de más de 100 países. La ciudad española de Parla fue una de las 12 premiadas por la creación de un forum ciudadano para discutir la revisión del plan de ordenación pública del municipio.