La alta salinidad del agua tiene consecuencias negativas en las cañerías, en los utensilios del hogar y en la salud. El deterioro de las instalaciones, el mal funcionamiento de los calentadores, las lavadoras y la corrosión de la vajilla intentan combatirse a diario con productos químicos que tienen un coste considerable. De hecho, de los 56.000 millones de euros gastados en productos de consumo básico en 2006 en España, 3.000 millones de euros correspondieron a droguería y perfumería, entre los que se agrupan muchos desincrustantes. Esto adquiere mayor relevancia en la economía doméstica si se considera que el gasto en productos de consumo básico aumentó un 6,3% durante el año pasado, según el Anuario Nielsen 2007.
A pesar de ello, las opciones para combatir el problema de las ‘aguas pesadas’ y la cal son escasas. Esta pesadez o dureza del agua se determina por la cantidad de sales de calcio y magnesio presentes en la misma. Estos componentes están relacionados con el tipo de suelo y por lo tanto, la mayor o menor dureza del agua es una característica inherente a cada región.
Ante esta elevada cantidad de calcio y magnesio, los equipos magnéticos para tratar la composición de sales y minerales del agua son una opción viable a la hora evaluar la relación entre coste y beneficios.
Cómo funcionan los campos magnéticos
Estos equipos están compuestos por un dispositivo de dos imanes enfrentados que se repelen entre sí. Se colocan abrazados a las tuberías, evitando que entren en contacto con el agua, para que actúen a medida que el líquido corra por las cañerías. Su función es producir un ‘reordenamiento molecular de los componentes del agua’, que sufren así una deformación momentánea e inocua desde el punto de vista nutricional. En síntesis, estos componentes se transforman en una estructura física con menor carga iónica y con menor capacidad de asociación entre moléculas y, por lo tanto, de incrustación.
El sistema actúa para detener y limpiar las obstrucciones en el circuito y las maquinarias conectadas de dos maneras:
- Preventiva: evitando el crecimiento de incrustaciones.
- Correctiva: limpiando las incrustaciones ya presentes en toda la red, de manera gradual y progresiva.
La cantidad de equipos magnéticos necesaria depende de unos pocos factores, entre ellos, el tamaño de la red en metros y el caudal o diámetro de la cañería. Esto se debe a que la acción magnética mantiene su efecto durante 40 metros de recorrido: en ese punto habrá que utilizar otro equipo más, y así hasta cubrir el total de la cañería desde el tanque hasta los grifos. Por otra parte, si las cañerías son de gran caudal, se deberán adicionar módulos para cubrir la mayor actividad molecular. Esta es una de las ventajas que presenta este sistema: al aplicarse por módulos es expansible y adaptable a las modificaciones y posibles extensiones que se realicen en la red.
Su precio de venta aproximado es de 40 euros por unidad: en una casa pequeña con calentador se necesitan dos equipos, con lo cual el gasto total es de unos 80 euros, sin necesidad de renovación (el poder magnético se mantiene intacto alrededor de 100 años), ni de gastos de instalación o mantenimiento.
Pesada y preciada agua
Algunos de los componentes y elementos naturales del agua son el calcio, magnesio, oxígeno e hidrógeno. Parte de ellos mantienen una proporción constante en la composición del agua (como el hidrógeno y el oxígeno), y otros se presentan en diferentes medidas dependiendo de las distintas zonas geográficas.
Las aguas con un nivel alto de minerales (cloruros, sulfatos, bicarbonatos, calcio, magnesio, sodio) son las que generan lo que comúnmente conocemos como cal o sarro: ese elemento que se adhiere a tuberías y que mancha la vajilla y los artefactos del baño. Por otra parte, el agua no debe ser ni ácida ni alcalina. El nivel máximo de pH (el valor que mide la alcalinidad del agua) permitido para el agua de consumo es de 9,5.
Para equilibrar estos valores pueden usarse elementos químicos, como el cloro, que entran en contacto directo con el agua, o físicos. Los equipos magnéticos pertenecen a este último grupo.
Las aguas pesadas tienen efectos negativos que, en algunos casos, atentan contra la salud en personas con problemas de riñón, por ejemplo. También se ha de tener un mayor cuidado a la hora de preparar alimentos para los niños, más sensibles que los adultos a estas aguas, y a la hora de lavar la vajilla, ya que puede provocar irritación ocular en el caso de las aguas muy ácidas.
Desde el punto de vista económico, el agua con alto contenido de calcio y magnesio genera -directa o indirectamente- diversos gastos en la economía:
- Los detergentes y jabones no producen la espuma deseada y por lo tanto pierden eficiencia.
- La ropa no queda tan limpia como si se lavara con agua normal.
- La limpieza de utensilios de baño y de cocina es más costosa.
- Lavadoras, calentadores y cañerías sufren obturaciones que van mermando la presión del agua y el funcionamiento de los calentadores debido al aislamiento térmico.
- La necesidad de empleo y reposición de filtros de agua para consumo humano se transforman en un coste fijo para el usuario.
- El gasto en cloro para piscinas es mayor cuanta más ‘pesada’ sea el agua.
- Las maquinarias de producción en la industria y los sistemas de refrigeración en general sufren una pérdida de su potencia y rendimiento.
Para evitar los costes innecesarios en el mantenimiento del hogar, es preciso equilibrar y ablandar el agua que se emplea a diario. El método de tratamiento por imanes presenta la ventaja de que no entra en contacto con el líquido. Esto disminuye los riesgos de exceso en las dosis y del contacto con productos químicos.