El precio regulado por el Gobierno para servicios como la luz o el gas garantiza el acceso a una tarifa media, aunque no tiene porqué ser más barata. A pesar de que las comercializadoras buscan captar con ofertas a quienes están en la Tarifa de Último Recurso, a veces son poco claras y no suponen una ventaja que justifique las molestias de moverse en el mercado liberalizado, tal y como se analiza en este artículo.
El mercado libre de gas y luz, no siempre más barato
La Tarifa de Último Recurso (TUR) es la denominación para los precios de gas y de electricidad regulados por el Estado. Se trata de un precio especial para los consumidores de hasta 10 kW en la electricidad y 50.000 kWh en el gas, que se calcula cada trimestre basándose en las ofertas del mercado liberalizado. Con ello se pretende garantizar un precio justo, a salvo de los vaivenes de la oferta y la demanda de las comercializadoras.
En España esta tarifa es la elegida por la mayoría de los usuarios de electricidad, unos 22 millones de familias y pequeñas empresas, frente a los apenas 3,7 millones que compran luz y gas en el mercado libre.
Unos 22 millones de consumidores están acogidos a la TUR frente a los 3,7 que compran luz y gas en el mercado libre
Con este panorama, el principal objetivo de las compañías de libre mercado es captar a los clientes del precio regulado. Para ello, elaboran ofertas que se fundamentan en cargas horarias de consumo y paquetes combinados de gas y electricidad con precios especiales. Sin embargo, una mirada atenta a este sistema muestra que no siempre la competecia del mercado libre garantiza un precio más barato. Incluso algunas organizaciones de consumo han demostrado que ofertas con descuentos del 5% y del 10% acaban costando más a los clientes que los precios de la TUR al cabo de un año.
TUR, más cómoda
La Tarifa de Último Recurso es más segura, ya que siempre es el precio promedio entre toda la oferta disponible. Aunque no es la más barata, es cómoda pues la contratación en el mercado libre requiere estar al tanto de las ofertas entre las comercializadoras, y muchas veces el beneficio que se logra puede no justificar la molestia.
Análisis recientes sobre los precios del mercado de luz y gas muestran la escasa diferencia entre la TUR y el mercado libre. Un consumidor medio doméstico de 5,5 kW de electricidad pagaba 1.287 euros al año de TUR en 2011, mientras que para el mismo cliente una comercializadora libre ofrecia un precio medio anual de 1.264 euros. Es decir, una diferencia de apenas 23 euros.
Las ofertas privadas son muy complejas, y suman productos añadidos que van desde servicios para el hogar, hasta seguros
Para evaluar la conveniencia entre la tarifa de servicios protegida y el mercado libre, hay que sopesar también la calidad del servicio y claridad contractual. En este sentido, las principales quejas sobre la oferta del sector privado hacen referencia a la complejidad de sus ofertas, que suman productos añadidos que van desde servicios para el hogar, hasta seguros y descuentos.
A ello hay que sumar la escasa claridad de las cláusulas contractuales: muchas rebajas se aplican sobre el término fijo que se paga según la potencia contratada, y no sobre el término de energía, que es lo que realmente se consume.
Por ello, frente a la duda de qué sale mejor para el consumidor considerando, además de los precios, las comodidades y la seguridad contractual, algunas organizaciones de consumidores recomiendan permanecer en la TUR. Incluso la Comisión Nacional de la Energía, máximo órgano de control del sector, afirma que solo algunas de las principales comercializadoras representan ventajas reales para los clientes.