Las máquinas para realizar el test de alcoholemia en locales de ocio representan el pago de entre 0,50 euros y 1 euro para realizar la prueba, pero no se responsabilizan de los resultados y aclaran que factores como edad, sexo, peso y alimentos consumidos los distorsionan. La recomendación de la Dirección General de Tráfico (DGT) no es conducir con un bajo nivel de alcohol en sangre, sino “alcohol 0”. No obstante, el modo de comercialización de los alcoholímetros para bares y parkings no garantiza la mínima seguridad en el mantenimiento y funcionamiento de las máquinas.
Los locales de copas ofrecen en sus salones, como un servicio gratuito al cliente o mediante el pago de una moneda -el sistema más habitual- máquinas que miden a través del aliento el nivel de alcohol ingerido. Los resultados suelen dividirse en las categorías de ‘sobrio’, ‘alcohol moderado’, ‘legalmente intoxicado’ y ‘peligrosamente intoxicado’, y pretenden dar una pauta de si se puede conducir o no. Funcionan con una moneda de 0,50 céntimos de euro o de 1 euro, dependiendo del precio que desee cobrar el local o el operador, y el dueño del local debe abonar la tasa fiscal que se paga por la explotación de las tragaperras y otras máquinas de vending. Ahora bien, ¿es fiable el resultado? ¿Vale la pena abonar esta cantidad?
En todos los alcoholímetros inciden factores como la edad, el peso y el sexo de la persona, la alimentación o el clima (del medio en el que el sensor trabaja
Conviene aclarar que el ticket de una de estas máquinas no tiene ningún tipo de validez como prueba en un control de carretera. Los resultados que brindan los alcoholímetros -los que emplea la policía, los de mano de uso privado o público y los de pared que se encuentran en bares, clubes nocturnos y parkings- son cuestionables ante la ley. De hecho la normativa estipula -si el conductor lo solicita y paga los análisis- la corroboración por medio de una prueba de sangre.
En todos los alcoholímetros -incluidos los de alta precisión, como los que emplea la policía- inciden factores como la edad, el peso y el sexo de la persona, la alimentación o el clima (calor, frío, humedad) del medio en el que el sensor trabaja. «Aunque estas variables no son controladas a un 100% por los sensores de las máquinas, dependiendo de su calidad, un mantenimiento adecuado periódico y una calibración acorde pueden ofrecer resultados precisos y confiables, siempre con un margen de error estipulado», afirma María Ángeles Fernández, directora de Producto de IT, una empresa que comercializa sistemas de medición de alta precisión para diversos ámbitos de la seguridad. La compañía es representante y distribuidor en España el alcoholímetro alemán Gräger, que utiliza la policía. Estos equipos tienen un coste de entre 2.400 euros y 12.000 euros, frente a los 500 euros promedio que cuestan las máquinas instaladas en los bares.
Operadores de máquinas
Los alcoholímetros que se utilizan en España son importados. Algunos son de China, pero también los hay italianos, estadounidenses y alemanes. Estas máquinas llegan a los bares en su gran mayoría por medio de operadores, que compran a importadores y comercializadores en cantidad, y las distribuyen en los locales, junto con máquinas de preservativos y de venta de chicles, entre otras. El bar se quedará con un porcentaje de la recaudación si desea cobrar el servicio, o abonará un alquiler mensual de alrededor de 60 euros si lo ofrece de manera gratuita a sus clientes.
«Sobre el mantenimiento del dispositivo recomendamos la limpieza y nueva graduación cada cuatro o cinco meses»
El problema es que una vez que se venden, el mantenimiento queda a cargo del operador o del bar, y no hay quien lo controle de manera eficaz. «La calibración, limpieza y control preciso de los alcoholímetros en sus diferentes variantes requiere de un laboratorio con un coste de instalación de más de 5.000 euros», afirma Fernández de IT. Esta empresa realiza trabajos de calibración de otras marcas, ya que no hay muchos laboratorios de este tipo que ofrezcan el servicio. «De hecho, sólo tengo conocimiento de uno en Valencia», señala la especialista.
Algunas empresas compran en el país de origen el dispositivo interno y fabrican la carcasa en España, junto con el dispositivo de monedas, para luego venderla a estos operadores. «Nosotros ofrecemos con el alcoholímetro de pared dos DVD: uno sobre el dispositivo de monedas y otro con instrucciones para calibrarlo tomando como base los valores del de la policía», afirma Ovidio García, responsable de una empresa que importa de Italia los sensores. «Sobre el mantenimiento recomendamos la limpieza y nueva graduación cada cuatro o cinco meses», añade.
Por su parte, la Federación Española de Hostelería y Restauración (FEHR) no ofrece sugerencias ni asesoramiento para sus federados. Acerca de la fiabilidad de los resultados de los tests y de las recomendaciones de la FEHR sobre marcas, mantenimiento y calibración, José Luis Guerra, ha declarado desde la propia Federación «no tener información sobre ese asunto».
Algunas de las máquinas que se ofrecen en España declaran poseer “homologación europea” para el producto. Pero tal homologación no existe, según los especialistas consultados. “No la hay por una cuestión legal: porque la ley estipula que el análisis de sangre es el método para determinar si una persona se encuentra intoxicada”, afirma María Ángeles Fernández. “No obstante, en el mercado hay algunos pocos alcoholímetros que se fabrican con certificados de calidad de los diferentes países, sobre la base de pruebas de laboratorio y de certificaciones de calidad”, constata.
Los alcoholímetros fijos y de pared son uno de los productos que figuran entre las demandas de los Estados miembro de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre los obstáculos técnicos al comercio. En el documento de 2006, en el que se piden regulaciones sobre diversos productos con el fin de distribuirlos de manera más confiable y segura, la república Checa solicita a la organización el establecimiento de “prescripciones relativas a los alcoholímetros, a los procedimientos pertinentes de homologación y de prueba”.
La Dirección General de Tráfico advierte de que no todos los alcoholímetros colocados en los bares y lugares de ocio son fiables porque no están homologados, ni sometidos a pruebas periódicas como los que utilizan los agentes
“Es posible que en España haya cambios en la ley debido a que muchas empresas de transporte están pensando en instalar máquinas para controlar a sus trabajadores”, revela Fernández. Esto requerirá la elaboración de una normativa sobre criterios de calidad, ya que la ley laboral podría incluir modificaciones que permitan sancionar a los trabajadores que beban y pongan en riesgo su puesto de trabajo. Según Fernández, en este sentido podrían establecerse “rangos de resultados y los márgenes de error aceptados en las mediciones” sobre la base de pruebas comparadas con análisis sanguíneos, con el fin de controlar la máquinas.
La Dirección General de Tráfico (DGT) ha advertido en varias ocasiones que no todos los alcoholímetros son fiables, debido a que no están homologados, ni son sometidos a pruebas periódicas como los que utilizan los agentes, y que el alcohol no afecta por igual en todo momento. La DGT afirma que la única medida de seguridad posible es no beber alcohol si se conduce.