Andrés del Campo preside desde 1996 FENACORE, la Federación Nacional de Comunidades de Regantes, una asociación sin ánimo de lucro e independiente políticamente, creada en 1955. La Federación agrupa a las entidades dedicadas a la administración del agua para riego, tanto superficial como subterránea, con el fin de defender sus intereses, que se pueden resumir en seguir aportando productos de consumo de calidad, y derechos de uso del agua. En la actualidad, cuenta con numerosas entidades federadas de todas las provincias españolas, que suponen 700.000 regantes y alrededor de dos millones de hectáreas, es decir, más del 50% del regadío nacional. FENACORE trabaja estrechamente con los ministerios de Agricultura y Medio Ambiente. Para Andrés del Campo, ingeniero agrónomo y agricultor desde hace muchos años, “el agua es un problema que nos afecta a todos, no sólo a los regantes y agricultores”. Su máxima meta como representante de esta asociación es lograr que no haya discrepancias entre comunidades autónomas y defender los intereses generales de todos los españoles, especialmente en esta etapa de sequía. La situación es preocupante, por eso Del Campo dice que “La gestión que se está haciendo del agua en España debe mejorar, aunque es buena”.
Vivimos una situación de sequía preocupante. La España más seca es, sobre todo, la del litoral del Levante y del Sur. Las cuentas del Júcar, Segura y Guadalquivir son las que presentan una radiografía más seca. El problema principal es que ciertas zonas se están encontrando con problemas de regulación. Por ejemplo, la sequía de la margen izquierda del Guadalquivir podría solucionarse con un pequeño embalse.
El agua en sí no tiene precio. Lo que se pagan son los servicios para sanearla y distribuirla de un sitio a otro. En regadío hay mucha diferencia entre lo que se paga en una zona a otra, porque depende de la capacidad de pago de los agricultores. Hay sitios que pagan diez veces más que otros. Por ejemplo, en algunas zonas se paga el metro cúbico a 0,04 euros y en otras a 4 céntimos. Lo que está claro es que si se duplican los precios, algunos lugares de regadío desaparecerían, porque los agricultores no podrían pagarlo.
Me parece preocupante la propuesta del Ministerio de Medio Ambiente de gravar a los regantes con un nuevo canon de 0,0002 euros por metro cúbico de agua consumido al año, cuando, en realidad, esta tasa ya está incluida dentro de los costes del organismo de cuenca. Lamento la potestad del Gobierno de modificar los precios del agua periódicamente en los Presupuestos Generales del Estado, ya que genera inseguridad jurídica para los usuarios y pérdida de competitividad para el regadío español. La nueva tasa por consumo de agua supondrá un coste de más de 30 millones de euros para el regadío español.
“La nueva tasa por consumo de agua supondrá un coste de más de 30 millones de euros para el regadío español”
Sí, en la década de los 90 en la cuenca del Guadalquivir se regó muy poco. Esa etapa puso de manifiesto que dos años sin agua podía obligar a los agricultores a dejar de sembrar cultivos y frutales, que se tardarían mucho tiempo en recuperar.
Las pérdidas son incalculables. En el Mediterráneo, la sequía causa importantes pérdidas ya que implica perder cuota de mercado en exportación de cultivos hortícolas y frutícolas, los productos de regadío más sensibles. Por eso, para evitar perder competitividad fuera y que nuestros productos de consumo se vean afectados, es importante tener una correcta gestión del agua y tratar el asunto con la importancia que merece.
La gestión que se hace del agua en España debe mejorar, aunque es buena. Hay que lograr, por ejemplo, que se desperdicie menos agua de la que se hace cuando se sanea, que los usuarios se conciencien de que hay que hacer un uso eficiente del agua. Un problema con el que nos debemos sensibilizar es el del cambio climático.
Se ha avanzado mucho en los últimos años. Una forma de ahorrar agua se observa con la introducción de las nuevas técnicas de regadío. Ahora se desperdicia mucha menos agua por evaporación, fugas y otros motivos, ya que se hace un uso más eficiente de ella. Se utilizan flujos de retorno de riegos, recarga de acuíferos… No obstante, a pesar de la modernización se necesita seguir teniendo agua en reserva. Para ello es necesario más control y mejor tecnología. Todo esto redundaría en una mejor situación del regadío y contribuiría a ensalzar los productos de consumo españoles por excelencia, como son determinadas frutas, hortalizas…
Estos planes son muy importantes. Para los agricultores, que trabajan con productos de consumo españoles, es vital contar con planes que les permitan conocer sus posibilidades de riego
“Para los agricultores, que trabajan con productos de consumo españoles, es vital contar con planes que les permitan conocer sus posibilidades de riego”Esto les permite planificar su trabajo. De esta manera pueden saber si un año tienen que cultivar unos productos u otros, en función del agua que podrán utilizar. Esto evita echar a perder cosechas por no tener agua suficiente y aprovechar el terreno para plantar productos que necesiten menos riego. Hablamos del parámetro ‘coste-eficacia’, que se soluciona con una buena planificación.
Es importante tomar conciencia del problema del cambio climático, ya que puede provocar efectos desastrosos. La subida de las temperaturas puede provocar riadas torrenciales o sequías, por lo que hay que tomar conciencia del problema. Una postura favorable es fomentar el uso de instrumentos sin efectos perjudiciales sobre el medio ambiente. Por ejemplo, fomentar el uso de las energías renovables es importante, ya que son poco contaminantes y no contribuyen al efecto invernadero. En el mundo del regadío, debemos potenciar el uso de productos que no sean contaminantes.
Nos parece un grave error que algunas comunidades autónomas hipotequen, a través de reformas estatuarias, el agua de los ríos que pasan por sus territorios. Creemos que la planificación hidrológica nacional es competencia única y exclusiva del Estado central en las cuencas que discurren por varias regiones. Creemos que sólo el Ejecutivo debe decidir sobre la regulación de los ríos. Es un error político que los recientes Estatutos de Autonomía de las distintas comunidades autónomas entren a regular una competencia exclusiva del Estado, ya que las competencias sobre cuencas intercomunitarias no pertenecen a las regiones, sino al Estado central, tal como reconoce la Ley de Aguas y la Constitución española en sus artículos 149 y 45.2. Los ríos que atraviesan varias comunidades autónomas -con independencia del color y signo del partido que las gobierne- deben ser planificados y gestionados por el Gobierno, con el fin de evitar la instrumentalización del uso del agua que sólo conduce a hipotecar los ríos existentes y a provocar guerras del agua. Si las comunidades autónomas entran a regular los ríos, sufrirán los usuarios, ya que habrá discriminaciones.
La ‘contaminación política’ del agua ha causado durante estos últimos años desencuentros poco afortunados entre las distintas administraciones públicas y un gran perjuicio para los propios usuarios por el retraso que supone para la planificación hidrológica nacional. El agua es un problema que nos afecta a todos y, por ello, no podemos permitirnos que el agua genere discrepancias entre comunidades .
“El agua es un problema que nos afecta a todos y, por ello, no podemos permitirnos que genere discrepancias entre comunidades”Entre todos debemos esforzarnos por conocer los problemas particulares del agua de las regiones y cuencas vecinas, hacerlos nuestros y apoyar las soluciones con solidaridad. Sin embargo, si se ceden las competencias sobre la disponibilidad de los recursos de las cuencas intercomunitarias a las comunidades autónomas se corren varios riesgos importantes: por un lado, se acentuarían los conflictos territoriales por el agua y, por otra, su distribución no tendría en cuenta los intereses generales de todos los españoles. Si priman los intereses locales sobre los generales ciertos usuarios tendrán privilegios y otros sufrirán discriminación al acceder al agua de forma menos ventajosa.
Me parece que una buena opción es hacer obras de regulación, es decir obras hidráulicas que permitan disponer de agua garantizada. Lo que no podemos permitir es que se riegue un año sí y otro no, porque eso afecta a nuestro regadío, a nuestros productos, a los consumidores… Lo lógico es emprender obras de modernización. En cualquier caso, nos parece acertado el Plan de Choque Nacional de Regadíos. Gracias a una buena regulación, hemos pasado de tener un 8% del agua garantizada a alcanzar un 40-45% del agua que se necesita. Esto es fundamental para que la sequía no se convierta en un problema que afecte a los consumidores particulares. La situación ideal sería garantizar el 60% del agua que se necesita, aunque es difícil. Lo parece imposible es garantizar el 100%.
