Tras la tempestad parece que ha llegado cierta calma. Llenar el carro de la compra ha dejado de ser una operación de estrategia para conseguir toneladas de papel higiénico y kilos de harina; ahora adquirimos con más calma y lo que de verdad necesitamos, sin hacer acopio de alimentos. Además, hemos aumentado el consumo de productos relacionados con la higiene y la parafarmacia. La crisis sanitaria también ha modificado sensiblemente nuestra manera de comprar. Los mayores cambios no están tanto en lo que echamos en la cesta, sino en dónde y cómo lo hacemos. Durante estos meses hemos descubierto las bondades del comercio electrónico sumadas a las de la tarjeta de crédito, un tándem que nos ha permitido quedarnos en casa y tener (casi) de todo. Pero no por ello hemos abandonado por completo la visita al comercio tradicional ni a las grandes superficies.
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Poco a poco nuestras despensas han vuelto a la normalidad. La compra de productos de primera necesidad ha ido ajustándose, tras estar fuera de control en el confinamiento. Pedro J. Domínguez, director de ventas de Nielsen España, pronostica para el segundo semestre del año “un incremento de las ventas en torno al 3 %”, lo que sin duda es un cambio notable respecto a lo vivido, ya que “hasta junio, el aumento medio fue de un 8 % y durante el periodo de confinamiento se registraron cifras de doble dígito”.
Aunque habrá que prestar atención a la evolución de nuevos brotes y posibles confinamientos selectivos, según este experto “parece difícil que el pánico que se vivió en las primeras semanas de la crisis sanitaria vuelva a producirse. Para ver algo similar habría que estar de vuelta a un confinamiento total en todo el país”.
Con la esperanza de que no se repita el fatídico escenario, lo que sí podemos asegurar es que seguiremos demandando productos relacionados con la higiene y la parafarmacia. Mascarillas y geles hidroalcohólicos, en especial, están siendo y serán los protagonistas de las cestas de la compra este otoño e invierno: solo hace falta echar un vistazo a cualquier supermercado para ver cómo la oferta de distintos fabricantes se ha multiplicado en apenas unos meses.
Auge del comercio electrónico
Desde que el coronavirus irrumpió en nuestras vidas, aproximadamente unos 700.000 hogares se han sumado al comercio electrónico de productos de alimentación, bebidas, cuidado personal y hogar. De estos nuevos compradores, alrededor de 300.000 son personas con más de 54 años que viven solas o en pareja sin hijos. El motivo de este cambio de tendencia en la forma de adquirir no es otro que el miedo a contraer la enfermedad. “A través de la tienda online, del servicio de mensajería por WhatsApp o encargando estas compras a los hijos para salvaguardar el confinamiento, ha habido un auge de demanda en este segmento de población más mayores”, explican desde Nielsen.
Con la entrada por la puerta grande de los consumidores sénior, en la actualidad hay más de un millón de hogares en España que hacen su compra en Internet, una cifra muy alta comparada con otros años. “En la primera semana tras el fin del estado de alarma, el gran consumo online creció un 66 %, acumulando un aumento del 96 % durante la pandemia, y parece que se va a continuar en esta senda. El año pasado este tipo de comercio suponía un 1 % de las ventas totales”, cuenta Pedro J. Domínguez.
Y con el comercio online el pago con tarjeta se ha consolidado y el dinero contante y sonante empieza a ser mirado con malos ojos por los consumidores. “El efectivo ha comenzado una agonía que ya venía presuponiéndose: todos nos hemos acostumbrado a ir con menos billetes en el bolsillo”, apunta.
Sí, seguirán las ofertas en el supermercado
Aunque se han disparado las compras online, esto no significa que hayamos dejado de visitar establecimientos físicos. De hecho, la limitación en los desplazamientos y los paseos alrededor de los domicilios han servido para dar un pequeño empujón al comercio de proximidad. Los pronósticos de Nielsen indican que en los próximos meses “seguiremos con esta tendencia; es el modo de estar en un entorno de confianza, el del barrio”.
Tampoco hemos dejado de ir a los hipermercados. Su gran tamaño —que ayuda a mantener la distancia de seguridad— y su surtido de artículos de todo tipo son sus puntos fuertes para convencernos. “Cada formato tiene su espacio y cada uno apostará por una propuesta de valor adicional para atraer al consumidor más vulnerable”, asegura Domínguez.
En ambos casos, continuaremos beneficiándonos de ofertas. “Atisbamos una estratificación de los precios, dependiendo de si el consumidor tiene una capacidad adquisitiva alta o no”, augura. En el primer caso, las promociones no le interesarán mucho: “Es probable que disminuya el número de tiendas que visitemos, siempre que ese establecimiento tenga un surtido amplio que incluya productos frescos”. Sin embargo, si queremos estirar nuestro presupuesto, visitaremos más tiendas para cazar la oferta. “Es previsible que los establecimientos modifiquen su política promocional, sean más eficientes y ofrezcan propuestas que convenzan al consumidor”.
Comida a domicilio: el menú del restaurante en casa
El estado de alarma detuvo la actividad en restaurantes y bares, y muchos han tenido que reinventarse para continuar abiertos. Durante los meses estivales las terrazas pueden compensar la disminución del aforo en el interior pero, ¿qué pasará en otoño e invierno en lugares donde el clima no acompaña?
Una buena solución es aprovechar el aumento del teletrabajo, actividad que en la mayoría de los casos es incompatible con preparar la comida, y ofrecer menús para llevar. Para el experto de Nielsen esta transformación es clave, y da una pista al sector para captar clientes: “Diseñar ofertas de menús diarios para consumir y entregar en casa; trabajar la proximidad, como hace la industria alimentaria”.