La celiaquía, enfermedad que afecta a una de cada 150 personas en nuestro país según la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE), supone llevar un control estricto de la alimentación, lo que se traduce en un mayor gasto familiar. La compra de alimentos sin gluten reduce el mercado de las ofertas, por lo que los afectados por esta enfermedad no tienen más remedio que pagar un poco más por unos alimentos que no se hallan precisamente en las estanterías ‘delicatessen’, sino que necesitan por prescripción médica. Esta es la razón por la que los celíacos solicitan a las administraciones públicas que destinen ayudas específicas para hacer frente a los gastos económicos que este trastorno alimenticio genera en la economía familiar. En algunas como Valencia, Extremadura y Navarra ya se ofrece una subvención económica a las familias de bajos recursos que no pueden hacer frente a estos gastos extra.
Los alimentos específicos son caros
Los alimentos que precisan las personas con intolerancia al gluten son más caros que los que compra una familia sin ningún celíaco entre sus miembros. Según la Federación de la Asociación de Celíacos de España , FACE, el gasto de la cesta de la compra de un celíaco es de 33 euros a la semana, 146 euros al mes y 1.758 euros más al año respecto a la de un no celíaco. Cifra que se multiplica en un hogar con más de un familiar que padece esta dolencia.
Por esta circunstancia, y porque el único medicamento que los celíacos tienen para tratar su enfermedad es el control del nivel de gluten en los alimentos que consumen, las familias reclaman que se incorporen los productos para celíacos dentro de las prestaciones médicas o que, por lo menos, haya una regulación sobre el precio de los mismos para que sean accesibles a todos, ya que hay personas que difícilmente pueden seguir este tratamiento.
Ayudas en España
La Asociación de Celíacos de Madrid (ACM), en su informe sobre comparativa de precios 2007, sostiene que mientras que un kilo de harina de pan con gluten cuesta 0,50 euros, la que no contiene gluten vale 7,30 euros. «Si bien se conceden ayudas públicas y privadas destinadas a reducir los gastos de las personas celíacas, éstas no son suficientes para cubrir todo el coste del tratamiento», denuncian.
En algunas comunidades autónomas se llevan a cabo planes que otorgan ayudas a las familias donde hay celíacos. En Navarra por ejemplo, se destinaron en 2006 25.000 euros en concepto de ayudas para la compra de alimentos específicos. Valencia, por su parte, proporciona dinero para elaborar cestas con productos para celíacos que se envían cada cuatro meses a las familias de bajos recursos. Extremadura, por su parte, destina una cantidad que se invierte en productos específicos para familias con celíacos. En el resto de las comunidades la concesión de ayudas para este sector de la población sigue siendo una asignatura pendiente.
Además de las ayudas que otorgan estas comunidades, hay empresas privadas y administraciones públicas nacionales y autonómicas que conceden ayudas a sus trabajadores. Éstas se pueden consultar en la web de la FACE, en el apartado de «servicios».
Etiquetas seguras y menús para todos
Si se tiene en cuenta que el 80% de los alimentos contienen gluten, los celíacos lo tienen más difícil a la hora de mantener una dieta, ya que han de controlar el etiquetado de los alimentos que vayan a consumir y elegir los que no contienen gluten. Como consecuencia de las restricciones alimenticias que produce la enfermedad, las asociaciones de celíacos hacen hincapié en fomentar el buen etiquetado de los productos. Por ello, la FACE creó en 1998 una marca de garantía que, por medio de un sello, especificaba que un producto había sido analizado y tenía menos de 20 partes por millón de gluten (ppm), cantidad tolerable por un celíaco.
Además, esta enfermedad no se tiene en cuenta en la mayoría de los menús de los restaurantes o bares, por ejemplo, situación que posiciona a los celíacos en inferioridad de condiciones. Con respecto a los comedores escolares, hay regulaciones para proveer un menú específico a los que presenten algún problema de intolerancia o alergias a los alimentos, siempre bajo la presentación de un certificado médico que lo acredite. Una normativa que, por ahora, sólo se extiende a los comedores públicos de Madrid, Andalucía y Valencia.
La situación para los niños celíacos en los comedores escolares es complicada, ya que proporcionarles un menú específico depende de la buena voluntad de la empresa suministradora y de la organización del centro educativo. En la mayoría de los casos, los padres tienen que analizar cada día los platos del menú para asegurarse de que no contengan alimentos perjudiciales. En muchas ocasiones, si éstos no son los indicados, han de comprarlos ellos mismos y llevarlos al centro para que sus hijos puedan comerlos.
En algunos países de la Unión Europea se otorgan ayudas económicas a las familias y asesoría en forma de recetas que contemplan un descuento en la compra de los alimentos para celíacos. Esto es lo que ocurre en el Reino Unido, por ejemplo, donde se emiten prescripciones para adquirir los productos en las farmacias. Los menores de 16 años y los mayores de 65, por su parte, reciben los alimentos de manera gratuita.
En países como Francia, Noruega, Dinamarca e Italia se otorga una cantidad mensual de por vida. En otros como Suiza y Portugal, además de la cuota destinada a cubrir los gastos extras, los celíacos pueden aplicarse deducciones de los productos a la hora de hacer la declaración de la renta.