Entrenarse en máquinas de última generación y poner el cuerpo a punto no tiene por qué ser un sacrificio para la economía doméstica. Esta es la filosofía de los gimnasios de bajo coste. Pero en España los gimnasios low cost tienen unas características muy singulares que las convierte en un negocio bastante diferente al del resto del mundo, con más diseño y calidad, con clases colectivas, con vestuarios razonablemente buenos… y preparados para evitar los contagios de covid-19. Conoce más sobre estas instalaciones deportivas
Septiembre es el mes de los sanos propósitos. No es casualidad que sea ahora cuando los gimnasios reciben más matriculaciones que en cualquier otra época del año. El 21 % de las altas anuales tienen lugar por estas fechas. Muchas de ellas, en los llamados centros low cost, una modalidad que se instauró a raíz de la crisis de 2008. Y vino para quedarse, según demuestra el ‘8º Informe Gimnasios Low Cost en España‘. Elaborado por la consultora Valgo y un grupo de investigadores de la Universidad de Sevilla, el estudio indica que, desde hace siete años, el número de estas instalaciones deportivas de bajo coste se ha multiplicado casi por tres.
Ventajas de los gimnasios de bajo coste
La nueva realidad social que supuso aquella crisis económica, marcada por la necesidad de ahorro, propició que el negocio de los gimnasios low cost se hiciera pronto un hueco. La receta era simple: por muy poco dinero (en la actualidad, un máximo de 30,90 euros al mes, IVA incluido, que es la tarifa más alta que ofrecen estos centros), gimnastas incluso debutantes podían practicar ejercicio a partir de una propuesta basada en servicios elementales como una sala de máquinas o actividades grupales. Aunque el servicio era y es limitado (la reducción de costes es la clave de este modelo de negocio), la oferta de actividades deportivas, la calidad de las instalaciones, el precio y la amplitud horaria constituyen motivos más que suficientes para atraer a un gran número de clientes.
Porque aquí radica una de las claves que explican su popularidad: todas estas variables permiten generar un alto volumen de usuarios. El informe, realizado a partir de 3.833 entrevistas online, refleja que el 30,82 % de los encuestados ha superado los dos años de permanencia en el centro, y el 20,3 % lleva entre uno y dos años acudiendo a él. Sin embargo, la rotación de clientes es alta, fundamentalmente por dos motivos: por un lado, muchos se apuntan por primera vez para probar qué es el fitness, y no les convence. Otros, en cambio, se enganchan a este deporte y, en cuanto pueden, deciden cambiarse a otro gimnasio que les ofrezca más servicios. La buena localización es un elemento fundamental para los usuarios. La mayoría de estas instalaciones se ubican en zonas urbanas muy pobladas, lo que les permite obtener un generoso número de socios.
Inconvenientes de los gimnasios low cost
Pero no todo son ventajas. La concurrencia de clientes suele ser alta, sobre todo a determinadas horas del día; los monitores, escasos, y el seguimiento individualizado, prácticamente inexistente –o se paga aparte–. Esto puede implicar cierto riesgo de lesiones, sobre todo en los principiantes, al no estar supervisados por un especialista.
Además, cada servicio extra conlleva un pago, por lo que el gasto puede crecer de una manera considerable. Aunque algunas tarifas básicas ofrecen acceso libre tanto a salas y maquinarias como a clases dirigidas, en otros casos, este servicio supone un extra. Por ejemplo, una clase colectiva con instructor de cuatro semanas de duración puede suponer unos 5 euros más por sesión. Una clase individual con entrenador personal se dispara hasta los 25 euros.
Las voces críticas con los low cost argumentan que estos gimnasios se centran casi exclusivamente en la parte del ejercicio físico, con el uso de máquinas y las clases grupales, pero la mayoría no ofrece otros servicios como spa, masajes, asesoramiento nutricional o planes de entrenamiento personalizados. Todo esto incide en que las tasas de fidelidad sean bajas, al igual que el índice de recomendación.
Gimnasios low cost en España: un modelo distinto
No obstante, en España, el modelo ha ido cambiando de forma paulatina: ya no es tan low cost, ni todos llevan en el nombre el sufijo “-fit” que suele identificar a este tipo de establecimientos. “Se han incrementado servicios hasta conformar un low cost muy particularmente español, bastante diferente del resto del mundo, con más diseño y calidad, con clases colectivas, con vestuarios razonablemente buenos…”, reflexiona Rafael Cecilio, presidente y fundador de la cadena Dreamfit.
“Y ello ha hecho que hayan ido aumentando los precios, desde los 19,90 euros iniciales hasta situarse en torno a los 29-30 euros al mes. Ese giro hacia arriba acerca esta tipología de gimnasios al low price (el segmento medio), que ronda los 35 euros al mes. La guerra de precios, en efecto, juega un papel determinante a la hora de captar nuevos clientes, con promociones y ofertas muy agresivas (en ocasiones, por menos de 5 euros al mes), sobre todo en determinados periodos del año, como el inicio de temporada, las navidades o las semanas previas al verano.
De hecho, este segmento de gimnasios destaca en la captación de nuevos usuarios sin experiencia previa en el sector, un 27 % del total de los inscritos en 2019. Pero los precios de la cuota mensual ya no son el factor determinante para la fidelización de los usuarios, según el estudio Valgo y la Universidad de Sevilla. Ahora, las cadenas low cost apuestan por desarrollar más servicios y por prestar una mayor atención para mantener al cliente. O eso aseguran sus promotores. “El modelo que se basa en bajar precios, rebajar servicios y cobrar por lo adicional, lo veo como una especie de compañía aérea con mala reputación entre los clientes. La tendencia pasa por incrementar servicios, cuidar cada vez más las obras, los diseños y la atención al cliente y, por ende, subir precios”, insiste Rafael Cecilio.
Adaptarse a las nuevas normas sanitarias
El nuevo escenario marcado por la covid-19 ha llevado a la Federación Nacional de Empresarios de Instalaciones Deportivas (FNEID) a lanzar una serie de recomendaciones para tratar de frenar la expansión del virus, como la limitación del aforo a un máximo del 75 %. “De cara al futuro, los low cost tendrán que adaptarse ofreciendo servicios digitales que flexibilicen el uso de la instalación. Puede ser una oportunidad para optimizar tanto los espacios como los horarios, incluidos aquellos momentos en los que se encontraban más masificados”, sostienen los autores del informe. Una masificación que, para muchos gimnasios, es la clave de su rentabilidad. Los expertos coinciden en que la ocasión es perfecta para reinventar la fórmula, ya que el hecho de que ahora acudan menos usuarios debido a la nueva normativa sanitaria es algo que les va a afectar en mayor medida que a los gimnasios tradicionales, dado que la masificación es una de las claves de su modelo de negocio.
Además, durante el confinamiento, muchos han aprendido a entrenar en casa, gracias entre otras cosas a la oferta online de los gimnasios. Estos expertos aseguran que, si en los próximos meses estos centros son capaces de aportar a sus clientes algo más que los ejercicios que han disfrutado en sus domicilios, es probable que los retengan y ganen nuevos fieles. Una de las asignaturas pendientes de estas instalaciones es, precisamente, la baja fidelidad de sus usuarios debido a los pocos servicios que ofrece en comparación con otros gimnasios y a la falta de atención personalizada.
“En relación con el precio que deben abonar los clientes, ofrecen multitud de actividades [zumba, step, bodybalance, ciclo indoor, dreamcross, GAP…]. A muchas personas les compensa seguir en ellos, porque no requieren nada más que poder acceder a la instalación y entrenar”, explica el director de la consultoría Valgo, Manel Valcarce. Otros usuarios, sin embargo, precisan de un entrenador personal, rutinas de entrenamiento adaptadas, servicios de nutrición… lo que ya implica un servicio añadido que se paga aparte y que dispara el precio del bajo coste.