El juego privado y tradicional está de capa caída en España. Las cifras confirman que la actividad de los casinos, bingos y máquinas recreativas pierde interés con el paso de los años. Los españoles cada vez se dejan menos dinero en este tipo de juegos que se están encontrando con una fuerte competencia con la irrupción de las casas de apuestas y todo tipo de juegos “on-line”. En 2006, el sector del juego privado, en el que trabajan más de 50.000 personas, movió un total de 28.881 millones de euros, frente a los 27.287 millones de euros de 2005. El segmento crece así tan sólo un 5,85%, lo que contrasta con los crecimientos de dos dígitos que registró en pleno boom, a finales de los 70 y en los 80. Además, todos los juegos experimentan un retroceso en las cantidades jugadas por habitante. En total, un español en 2006 gastó en juego privado una media de 382 euros al año, lo que contrasta con los 385 euros jugados por habitante en 2005. Una situación bien distinta se da con la Lotería Nacional y la ONCE, que cada año siguen ganando adeptos. Desde las empresas privadas de juego tradicional reclaman tomar medidas para frenar la caída de ingresos a la que se enfrenta su sector, de significativa importancia en la economía española.
Los bingos
Las salas de bingo son una de las modalidades de juego tradicional que más adeptos pierde. En 2006, de hecho, cuatro salas cerraron por su lastimosa situación financiera. A cierre del año pasado, funcionaban 443 salas de bingo en toda España, lo que contrasta con las más de 600 que había en el año 1992 o las 513 de 1999. En sólo diez años, han cerrado más de diez bingos en toda España. Cuando se produjo su legalización, en la década de los 80, el bingo vivió un auténtico despegue. No obstante, la prohibición de hacer publicidad y la aparición de las nuevas fórmulas públicas de lotería justifican el declive en el que entró el bingo desde el inicio del siglo XXI. Desde la empresa Interazar, organizadora de las mayores ferias nacionales e internacionales del sector del juego privado en España, aseguran que el sector del bingo necesita una reconversión urgente. “Su caída es constante en los últimos años y urgen soluciones y el replanteamiento del modelo”, afirman en su último informe nacional sobre el Juego 2006.
En 2006, la cantidad jugada en bingos se redujo un 3,6%, hasta los 3.694 millones de euros, lo que contrasta con los 3.833 millones que se jugaron en 2005. De media, cada jugador se gastó en 2006 82,63 euros anuales en salas de bingo, un 4,92% menos que el año anterior.
Juego tradicional
En el segmento de juego tradicional, las máquinas recreativas tipo B, popularmente conocidas como “tragaperras” son las que mejor están soportando la expansión acelerada de las distintas fórmulas de juego por Internet. En 2006, este segmento del juego movió 10.938 millones de euros, un 1,95% más que en 2005 (cuando recaudaron 10.729 millones de euros). Las cantidades jugadas por habitante también crecieron hasta los 244,60 euros, desde los 243,24 euros jugados de media en el año 2005.
De hecho, en la actualidad en cualquier casino, el juego que domina y ocupa la mayor parte de la superficie del local es el dedicado a las tragaperras. En concreto, este tipo de máquinas generan más de un 60% de los ingresos de los casinos. A cierre de 2006, funcionaban en España 248.796 máquinas recreativas, 2.830 más que en 2005.
La Máquina Tragaperras original, la “Campana de la Libertad” (Liberty Bell), fue construida por Charles Fey en San Francisco, Estados Unidos a finales del siglo XIX. Hoy, existen más de cien modelos distintos de máquinas tragaperras, con distintos costes por apuesta (denominación) y, por tanto, diferentes premios. En España, cada comunidad autónoma determina los porcentajes de pago de cada máquina tragaperras dependiendo de su denominación.
Las máquinas “tragaperras” son el juego tradicional que mejor se mantiene, y movieron 10.938 millones de euros en 2006
Casinos
Los casinos componen el segmento del juego privado que más acusa el estancamiento. En 2006, los más de cien casinos privados que existen en España recaudaron un total de 2.459 millones de euros, sólo un 0,60% más que en el año anterior. Cae el interés por asistir a este tipo de centros de juego en Andalucía, donde se gastó un 23% menos que en 2006, Canarias (-7,72%), Castilla León (-4,67%), Galicia (-4,50%), País Vasco (-1,81%) y Valencia (-5,61%). Las cantidades jugadas por habitante también disminuyeron en 2006 y pasaron de los 55,43 euros jugados por habitante en 2005 a los 55,01 euros en 2006.
La historia de los casinos se remonta a 1977 cuando, una vez pasado el franquismo (época en la que estuvo prohibido el juego), se publicó un decreto por el que se autorizaba la instalación de 18 casinos en España. En la década de los 80, los casinos vivieron su etapa de mayor esplendor, brillantez que se mantuvo en los 90. En el siglo XXI, sin embargo, su actividad ha comenzado a resentirse con la irrupción de los casinos “on-line”.
En pie de guerra por las apuestas «on-line»
El nulo tratamiento fiscal que soportan las compañías de apuestas por Internet, que operan en muchos casos desde paraísos fiscales, es el principal atractivo para los ciudadanos, que cada vez se interesan más por esta nueva modalidad de juego. Desde las empresas privadas tradicionales, como Cirsa, lamentan que mientras ellas soportan una alta fiscalidad, los casinos “on-line” actúan sin tener que dar cuenta al fisco, ya que operan desde países con una fiscalidad inexistente o mucho más permisiva. En España, por ejemplo, de cada euro que un ciudadano se deja en un casino tradicional, más de la mitad va a parar a la Hacienda Pública.
En 2005, las quince principales compañías de juego de la red en España ingresaron un total de 225 millones de euros, un 150% más que en 2004, según datos de la Asociación Española de Apostadores por Internet (AEDAPI). Se estima que ya hay en España más de 550.000 personas que juegan cada año en las casas de apuestas “on-line”. Fuentes del sector de juego privado tradicional aseguran no entender que se haya permitido que florezcan las apuestas en la red sin pagar impuestos, mientras que el negocio tradicional está fuertemente intervenido y regulado. Reclaman, entre otras cuestiones, la concesión de licencias y el pago de impuestos. También se quejan de que este tipo de entidades, entre las que se encuentran Betfair o Partygaming, puedan hacer publicidad, práctica que tiene prohibida cualquier operador privado.
En la actualidad, la Comisión de Economía y Hacienda del Senado ha pedido al Gobierno por unanimidad que elabore un proyecto de ley para la regulación de los servicios de juego y apuestas prestados por medios electrónicos y, en particular, a través de Internet.