Hoy comienzan las rebajas de verano en la mayoría de las comunidades autónomas, aunque en Madrid el pistoletazo de salida se dio ya el 21 de junio. Esta temporada, con la agudización de la crisis, que ha provocado un aumento del paro y una disminución del poder adquisitivo, las rebajas serán diferentes: tener menos dinero en el bolsillo puede provocar una reducción del consumo en este periodo de descuentos.
Menos dinero para gastar
Este año los ciudadanos tienen poco dinero para gastar en las rebajas. El número de parados roza los cinco millones, el sueldo de los funcionarios continúa a la baja -la extraordinaria disminuye en hasta un 15%- y las pensiones están congeladas, de tal modo que miles de personas se ven afectadas por la crisis. El consumo superfluo ha disminuido y el gasto de los hogares se dirige, en su mayoría, a productos necesarios. Aunque no todas las personas se encuentran en situación de dificultad y una parte de los consumidores se dará más de un capricho este verano.
Se prevé que las rebajas alcancen incluso el 70% en algunos productos
La escasez de ventas se intentará paliar con descuentos agresivos, y se prevé que las rebajas alcancen incluso el 70% en algunos productos. De este modo, los negocios aprovecharán este periodo para aumentar su liquidez, ya que muchos carecen de la financiación bancaria necesaria para seguir adelante.
Obligaciones de los comercios
Cada año hay dos temporadas de rebajas: las de invierno, que se extienden desde el 1 de enero hasta el 31 de marzo, y las de verano, que comprenden el periodo entre el 21 de junio y el 21 de septiembre. Las fechas pueden variar en función de la comunidad autónoma. Dentro de este periodo regulado, el establecimiento puede elegir cuándo fijar su periodo de rebajas, siempre que dure al menos una semana y, como máximo, dos meses.
Las prendas rebajadas han debido permanecer en la tienda, al menos, durante un mes
Las tiendas tienen la obligación de informar a los consumidores sobre el periodo en el que se aplicarán estos descuentos. Han de hacerlo mediante un cartel que indique la fecha de inicio y de finalización de las rebajas. Esta información debe estar en un lugar visible, incluso cuando el establecimiento permanezca cerrado. Lo habitual es colocarlo en el escaparate de la tienda.
En el caso de comercios dedicados a la venta de productos textiles o calzado, los más sujetos a las modas, las prendas han debido permanecer en la tienda por lo menos durante un mes. Es decir, no se pueden poner a la venta ex profeso productos para las rebajas. Además, los artículos rebajados no deben haber estado sujetos a promociones durante el mes anterior al comienzo de las rebajas.
Para que la tienda pueda colgar el cartel de rebajas en su escaparate, al menos la mitad de los productos que se ponen a la venta deberán tener descuento. No obstante, si la cantidad de prendas a precio reducido no llega al 50%, la tienda puede anunciar el precio y el descuento de cada uno de los artículos, pero sin promocionar todo el género del establecimiento como venta en rebajas.
Si hay productos que no están rebajados, es necesario separarlos del resto e indicarlo. Son frecuentes en un comercio las zonas señalizadas con artículos de continuidad o de nueva temporada. Mantienen su precio y es habitual colocarlos en otro lugar. El área de artículos rebajados también se destaca con carteles llamativos.
Otra de las obligaciones que tienen los comercios es señalar en la etiqueta el precio anterior y el rebajado, o en su defecto, indicar el porcentaje de descuento que se ha aplicado. Si el artículo ha experimentado más de una reducción, también debe señalarse.
Los establecimientos deben respetar la política de pagos y de devoluciones que aplican de modo habitual. Si permiten el pago con tarjeta sin aplicar comisiones durante el resto del año, también han de dejar que el consumidor utilice este medio para abonar el importe de sus compras durante las rebajas. Y si devuelven el dinero de la prenda cuando el comprador no queda satisfecho o lo cambian por otro producto, también están en la obligación de respetarlo en la época de descuentos. En el caso contrario, el comercio debe poner muy claro y en un lugar visible que durante estos meses las condiciones cambian.
Algunos pequeños establecimientos no cobran determinados arreglos -como subir el bajo del pantalón- durante el año. En cambio en rebajas sí que es necesario pagar por este servicio. Si esto ocurre, o si no se realizan estas labores, es necesario anunciarlo en un lugar donde los clientes lo vean con claridad.
En rebajas disminuye el precio, pero no la calidad. El cambio de temporada justifica el descuento, por lo que los establecimientos no pueden poner a la venta artículos con tara, deteriorados o viejos y anunciarlos como rebajas, ya que no corresponden a esta denominación, sino a los saldos, con un tratamiento distinto.
Consejos para sobrevivir a las rebajas
Cada persona afronta de manera diferente la época de rebajas. Hay quien utiliza estos descuentos sólo para adquirir productos necesarios a un precio más bajo y otras que prefieren llevarse a casa caprichos o artículos caros que no pueden o no quieren comprar durante la temporada.
Para no superar el límite de gasto, es preferible salir de compras sin la tarjeta de crédito
Una precaución algo evidente, pero que a menudo el consumidor no tiene en cuenta es comprobar, antes de salir de compras, las prendas que tiene en su armario. Algunas personas aún no han sacado toda la ropa de verano que guardaron cuando llegó el frío, por lo que pueden encontrarse, al volver a casa, con que han comprado una prenda barata, pero muy similar a otra que tenían.
Si el consumidor pretende gastar poco dinero y comprar sólo los productos imprescindibles, es aconsejable que antes de salir de casa haga una lista con los artículos que precisa. Puede consultar con su familia para saber qué necesitan su cónyuge o sus hijos y, de este modo, no adquirir productos que se usarán poco.
Cuando el comprador quiere gastar un dinero determinado y no superar esta cantidad, es mejor que salga sin la tarjeta de crédito para no sobrepasar en ningún caso el límite establecido. No obstante, ésta también es una alternativa arriesgada, puesto que si encuentra un auténtico chollo y no tiene la opción de comprarlo, puede llevarse un disgusto.
Siempre es recomendable un consumo racional, en lugar de comprar por comprar. Según un sondeo realizado por la Dirección General de Consumo de Madrid, dos de cada diez consumidores compran en las rebajas productos que nunca usarán. Es mejor no dejarse llevar por las prisas y comparar los artículos y los precios en varios establecimientos antes de adquirirlos.
Las rebajas son un buen momento para comprar productos que se utilizan durante cualquier época del año. Prendas como pantalones vaqueros, ropa interior, accesorios o complementos pueden adquirirse a muy buen precio y usarse también en invierno.
Salvo que el comprador quiera hacerse con artículos muy concretos y determinados que sean baratos pero le sirvan sólo para una temporada, es mejor que al comprar prescindan de colores demasiado llamativos, patrones extravagantes que sólo serán tendencia durante un año y al siguiente habrán pasado de moda.
Cuando empieza la temporada de descuentos, los compradores acuden de manera masiva a los establecimientos dispuestos a gastar dinero. Es cierto que adquieren productos mucho más baratos que si los hubieran comprado el día anterior, pero tras las primeras semanas de reducción de precio llegan las segundas rebajas. Puede que ésta sea una gran oportunidad para comprar de una manera mucho más sosegada y meditada productos con un descuento mayor, cuando el verano todavía no esté muy avanzado.
Al igual que sucede cuando se compra en temporada, es necesario guardar los tiques para hacer un cambio, una devolución o reclamar un desperfecto. Los derechos son los mismos y los productos tienen la misma garantía cuando se adquieren durante las rebajas.
En el caso de que el cliente esté descontento con el trato recibido o sea consciente de que se vulnera alguna norma relacionada con las rebajas, debe ponerlo en conocimiento de los empleados de la tienda o hablar con el encargado. Si no está de acuerdo con la solución recibida, puede solicitar el libro de reclamaciones. El arbitraje es otro de los métodos para solucionar conflictos entre los comerciantes y los consumidores. No obstante, cientos de inspectores velarán durante los próximos meses para que los establecimientos cumplan con la normativa.