No hay seguros de riesgo específicos para personas mayores de 55 años. Quienes ya han cumplido esta edad carecen de modalidades exclusivas, aunque las aseguradoras les reservan ciertos productos de ahorro. Mediante estos seguros de rentas vitalicias, la entidad garantiza al asegurado una renta periódica hasta su fallecimiento, a cambio de pagar una prima. Sirven, sobre todo, para organizar el ahorro disponible y repartirlo en forma de rentas a partir de un determinado momento.
Rentas vitalicias
El valor económico de la vida de un individuo lo marcan su edad, sexo y estado de salud. Más de 32 millones de personas tienen contratado en España un seguro de vida. El perfil medio del beneficiario es el de un hombre cercano a los 40 años. Sin embargo, esta póliza no es vitalicia. Las aseguradoras establecen el final del contrato del seguro de riesgo entre los 50 y los 75 años, en función de la compañía y del tipo de producto.
Esto es así debido a que, al alcanzar cierta edad, las responsabilidades y las necesidades se reducen y el objetivo fundamental del seguro de vida (conferir estabilidad económica a los beneficiarios del asegurado en caso de siniestro eventual) ya no se cumple. Del mismo modo, si se sobrepasa un número de años aumentan las probabilidades de morir, por lo que las aseguradoras (que trabajan con los índices de mortandad y esperanza de vida) cobran una prima mayor por ese riesgo.
Los seguros de vida específicos para mayores no interesan ni a la empresa ni al asegurado
Los seguros de vida específicos para personas mayores no interesan ni a la empresa ni, sobre todo, al asegurado, ya que su coste es considerable. Una prueba realizada en las páginas web de tres aseguradoras españolas lo corrobora: se preguntó por las primas anuales que debe pagar una persona con 30, 40 y 50 años que contrata un seguro de vida con las coberturas básicas (fallecimiento por cualquier causa o anticipo de capital en caso de invalidez). El resultado fue que el individuo de 30 años desembolsa una media de 65 euros anuales por asegurar un capital de 30.000 euros, mientras que el de 50 años podría pagar hasta dos veces más. Estos datos, sin embargo, varían en función de las características del asegurado: en especial, según su sexo, su estado de salud y la profesión que ejerza.
Quienes ya hayan cumplido 55 años pueden optar, en cambio, a productos de ahorro. Los seguros de rentas vitalicias garantizan al titular una renta periódica hasta el momento de su muerte, a cambio de pagar una prima.
Asegurar otros momentos difíciles
Además de los seguros de vida, hay otro tipo de productos con mucho éxito en el mercado que protegen a sus beneficiarios en situaciones difíciles de afrontar y que suponen un coste económico elevado:
Seguro de decesos. Si se suman todos los trámites que se gestionan al fallecer un familiar (entre otros, tramitar el expediente, el certificado de defunción y la tasa de inhumación, contratar un servicio religioso, el traslado del cadáver en coche fúnebre, etc.), los gastos pueden rondar 2.000 euros en un sepelio económico. Por eso, muchas personas aseguran este momento. En 2009, las aseguradoras cubrieron los costes de los funerales y sepelios de casi 232.000 personas fallecidas.
Seguros de dependencia. Un total de 1.423.553 personas solicitaron a 1 de septiembre de este año valoración para recibir ayudas enmarcadas en la Ley de Dependencia, cuyo perfil tipo es el de una mujer mayor de 80 años. Las personas que se beneficiaron de una prestación fueron 622.190.
El temor a no poder afrontar los gastos en caso de ser dependiente en el futuro, motiva a numerosos ciudadanos a contratar este tipo de seguro. Cubre los gastos que conlleva la reducción de la autonomía personal, a causa de la edad o por alguna enfermedad o accidente.
¿Qué son? Una herramienta que garantiza el cobro de una determinada cantidad de dinero cuando el asegurado tiene un siniestro que le causa la muerte o la invalidez.
Tipos de seguros de vida. El seguro de vida español tiene una estructura compleja, con varias categorías, para responder a diferentes necesidades. Una primera clasificación distingue entre individual (el beneficiario es una persona particular) y colectivo (utilizado en el mundo de la empresa a favor de los trabajadores), aunque también destaca una división básica del seguro de vida. Se diferencia entre el seguro de riesgo (que compromete una indemnización en caso de muerte o invalidez) y de ahorro (se acumula un patrimonio en el tiempo, que se recupera de modo habitual cuando llega el retiro laboral).
¿Por qué se contrata? Cuando el individuo contrata un seguro de vida de riesgo, lo hace para tener un soporte en caso de que le suceda algo. En principio, puede tener varias obligaciones en su vida: una deuda (la hipoteca) y una familia (cónyuge o hijos) que quedarán cubiertas.
Modos de pago. Se paga una prima que determinará la cantidad que se percibirá en caso de fallecimiento. El desembolso puede realizarse cada año o dividirse en plazos.
Precio de la prima. Depende de varios parámetros, como la modalidad de seguro elegida, el capital contratado, si el asegurado es hombre o mujer, su edad, factores médicos y profesionales, estilo de vida, etc.
¿Quién asegura su vida? El perfil de la persona que contrata este tipo de seguros es un varón de 39 años, casado, empleado por cuenta ajena, sin titulación específica, residente en capitales de provincia, que contrata seguros de riesgo con una prima anual inferior a 300 euros y con un capital asegurado que no supera los 18.000 euros.
Límite de edad para contratar un seguro de riesgo. Estos seguros se renuevan de manera automática cada año, pero la fecha de finalización está prefijada y varía entre los 50 y 75 años, en función de la compañía aseguradora y la modalidad de seguro de vida.