La unión hace la fuerza. Éste es un dicho a la medida de uno de los sectores que más sufre la crisis actual: los trabajadores autónomos. Muchos de ellos se atreven a desarrollar su labor mediante una estrategia de alianzas para superar las dificultades de la actual situación económica. ¿En qué consiste esta técnica? Un fontanero, un albañil y un electricista, o un diseñador y un programador de páginas web que trabajen por separado se encontrarán con mayores dificultades para captar clientes que si llegan a acuerdos para realizar determinadas actividades de forma conjunta. Cuando se trabaja en equipo con profesionales que se complementan, los beneficios se reparten, pero el número de clientes y los gastos también. Al final todos ganan.
Ventajas de una alianza
La alianza no tiene por qué suponer una pérdida de autonomía en la forma de actuar de cada profesional. Esta unión tiene dos características fundamentales. La primera es que cada uno continúa con su negocio y sus clientes de siempre. La segunda es que se obtienen una serie de ventajas:
- Mayores contratos: en el momento de cerrar acuerdos con sus proveedores, las grandes empresas y los organismos públicos ponen una serie de condiciones a las que pocas veces puede hacer frente un autónomo en solitario. Sí, en cambio, puede ser competitiva una alianza entre varias personas que trabajen en un proyecto común. La iniciativa parte a menudo de un determinado profesional que busca a otros que le complementan en determinadas actividades que él no puede asumir porque no es especialista en ellas.
Colaboración en trabajos puntuales: algunos autónomos se encuentran con que los clientes solicitan servicios en los que no están especializados, aunque tengan cierta relación con su actividad. En estos casos es aconsejable establecer una alianza, para ese trabajo concreto, con otro profesional experto.
Intercambio de clientes: en el momento de realizar un trabajo, el autónomo puede detectar la posibilidad de que el contratante necesita los servicios de otros profesionales. Esta situación se puede aprovechar para facilitarle el contacto de sus “socios”. Es una práctica muy habitual en el sector de las reformas. Es posible que alguien que contrate a un fontanero para renovar las tuberías del cuarto de baño necesite también a un carpintero para arreglar la puerta o a un albañil para hacer algún cambio en el alicatado.
Publicidad mancomunada: varios autónomos que realicen servicios complementarios pueden unirse para contratar diversas inserciones de publicidad en prensa, radio, Internet… Con esta fórmula compartida, la publicidad resulta más barata.
Abaratamiento de costes: un tipo de alianza (en este caso entre autónomos del mismo sector) es el de las denominadas centrales de compra. La fórmula es sencilla: consiste en unir las necesidades de suministros que tiene un determinado grupo para negociar con los proveedores y obtener un precio inferior al que se conseguiría con una compra aislada. Si 30 electricistas se unen para comprar de manera conjunta los materiales que necesitan para su trabajo, obtendrán por ellos un precio mucho más económico.
Precauciones
Uno de los frenos tradicionales de los trabajadores en la puesta en marcha de este tipo de alianzas son los recelos frente a la posibilidad de perder independencia y autonomía en la toma decisiones. En el momento de negociar los acuerdos con el resto de autónomos conviene delimitar las funciones. Hay que dejar claro, por escrito, la labor que desempeñará cada uno, cuánto aportará al proyecto y cómo se repartirán los beneficios de la colaboración. Así se evitarán sorpresas y malos entendidos. También hay que pactar las responsabilidades que asumirá cada parte frente a posibles imprevistos y dejar claro cómo será la salida o el fin del acuerdo. Para ello, conviene negociar qué uso harán las partes de los resultados del proyecto común.
La alianza no supone una pérdida de autonomía en la forma de actuar de cada profesional
El contacto entre los autónomos que integran este tipo de pactos debe ser habitual, diario a ser posible. Así permanecerán claros los términos del acuerdo y cualquier contratiempo se solucionará sobre la marcha. Además del contacto diario, numerosos grupos de autónomos mantienen reuniones periódicas presenciales al menos una vez a la semana. Incluso hay expertos que señalan la conveniencia de generar una relación que vaya más allá del plano profesional: compartir momentos de ocio, cenas con la familia, etc. En estos acuerdos, es determinante mantener una buena sintonía personal, así como establecer un ejercicio periódico de reflexión en el que los socios analicen si se cumplen los objetivos y qué oportunidades futuras se presentan para mejorar el sistema de colaboración.
La elección de los socios
Uno de los aspectos más importantes consiste en la elección del resto de profesionales que conformarán la alianza. Algunos criterios que no deben pasarse por alto son los siguientes:
- Afinidad profesional: conviene coincidir en la forma de entender el acuerdo de colaboración. Los modos de trabajar deben ser similares en cuanto a calidad de los trabajos o rapidez. Sólo así pueden lograrse unas sinergias estratégicas a largo plazo.
- Complementariedad de las actividades: cada miembro de la alianza debe estar especializado en una actividad que sea complementaria a la del resto. Para la creación de páginas web, lo razonable sería que cada profesional tuviera una formación diferente: diseño, programación, comercio, etc.
- Coordinación de trabajos: a diferencia de lo que ocurre en una empresa, donde hay una jerarquía, en una asociación de autónomos todos están en el mismo nivel. No hay jefes que manden ni empleados que obedezcan, por lo que se corre el riesgo de caer en una cierta desorganización que en algún momento pueda molestar al cliente. Conviene elegir, de forma estable o rotatoria, a una persona que desempeñe el papel de coordinador y que enfoque cada proyecto de una forma global. El elegido será quien tenga la relación más directa con el cliente.
Solución de conflictos
No hay que descartar que, a lo largo del tiempo, se originen desacuerdos en la gestión de la alianza. Los cambios que no están previstos pueden alterar el interés mutuo o la necesidad de colaborar.
Uno de los principales conflictos deriva de un error en las expectativas: el cumplimiento de los objetivos comunes no se alcanza, bien porque no se han conseguido los frutos esperados o por una insuficiente dedicación o capacidad de alguno de los integrantes. También pueden surgir desavenencias cuando se deja de creer en el trabajo en equipo. Muchas alianzas se forman con profesionales que no son competencia entre sí. El problema puede surgir cuando, con el tiempo, alguno decida ampliar sus mercados y se convierta en competidor de sus socios.
Conviene, antes de empezar a trabajar en equipo, establecer sistemas de arbitraje y resolución de los conflictos previsibles
El conflicto puede derivar de una mala sintonía personal entre los distintos integrantes del grupo. Antes de empezar a trabajar en equipo, habría que establecer sistemas de arbitraje y resolución de los conflictos previsibles que puedan surgir entre las partes. También deben contemplarse los mecanismos para una hipotética disolución de la cooperación. Desde el principio ha de quedar delimitada la propiedad y la forma de reparto del patrimonio común, así como la cartera de clientes que se genere durante el periodo que dure la colaboración.