Adquirir conocimientos prácticos
Con la llegada del verano, miles de becarios llegan a las empresas en busca de una primera oportunidad en el mercado laboral. En España, el sistema de becas tiene luces y sombras y es, según las fuentes consultadas, muy mejorable en muchos aspectos. Pero lo cierto es que, pese a todo, resulta muy positivo tanto para los becarios como para las empresas. Al menos, en teoría. Las prácticas en empresas están recogidas en el Real Decreto 1497/1981 de 19 de junio (modificado por el Real Decreto 1845/1994 de 9 de septiembre), y su finalidad es la adquisición, por parte del estudiante, de los conocimientos prácticos que no aporta la enseñanza puramente teórica de la carrera que está a punto de finalizar, según explica Antonio Ambite, jefe de la sección de Compluempleo del Centro de Orientación e Información de Empleo (COIE) de la Universidad Complutense de Madrid. La primera conclusión, por tanto, es que la beca es un complemento a la formación del estudiante y no debe confundirse con una relación laboral entre becario y empresa. ¿Qué ventajas tiene esta relación para el becario?
Ventajas para el becario
Experiencia profesional: las prácticas en una empresa no sólo le proporcionan un primer contacto con el mundo laboral, sino que además le ayudarán a adquirir las cualidades, conocimientos y habilidades profesionales que exigen las empresas para acceder a un puesto de trabajo. Y no sólo eso: en este período también consigue una experiencia profesional que le puede ser de gran utilidad en su carrera futura.
Un futuro contrato: los becarios se encuentran con una oportunidad única que no deben desaprovechar. Cuentan con la posibilidad de aportar ideas nuevas que pueden llegar a ser aceptadas e implantadas por la propia empresa que les acoge. E, incluso, los más afortunados pueden ser contratados una vez finalizada la beca.
Para que el estudiante aproveche adecuadamente esta etapa, Ambite señala que no debe incurrir en una serie de errores: “La falta de compromiso, no involucrarse en el entramado laboral, es un error importante, así como negarse a la posibilidad de la movilidad geográfica o tener expectativas salariales por encima de su experiencia profesional o laboral”.
Ventajas para la empresa
La incorporación de becarios también tiene una serie de importantes ventajas para las empresas. Según los expertos, las más importantes son:
Captación de futuros profesionales: con 30 años de experiencia gestionando programas de prácticas, Fernando Martínez Gómez, director gerente de la Fundación Universidad-Empresa, señala que las primeras interesadas en que el becario aprenda y adquiera las habilidades y competencias necesarias para desarrollar una actividad profesional son las propias empresas. En este sentido, las prácticas constituyen para ellas, sobre todo, “un vehículo para captar y formar a su futura cantera”.
Nuevas ideas: las empresas tienen acceso a la forma de trabajar de estudiantes con muchas ganas de aprender y que dan un aire fresco a sus proyectos con ideas e iniciativas novedosas, algo que difícilmente aportan muchos de los trabajadores más veteranos. Un ejemplo de ello es el de una agencia de publicidad madrileña, que ha creado una división integrada por becarios y recién licenciados. Esta agencia cuenta con una serie de clientes que se dirigen a consumidores jóvenes. ¿Quién mejor que los propios jóvenes para detectar por dónde van los gustos de su propia generación?, pensaron los responsables de la agencia cuando tomaron esta iniciativa.
Con los becarios, las empresas acceden a una forma de trabajar con iniciativas novedosas, algo que muchos veteranos no aportan
Falta de riesgo: las prácticas se desarrollan mediante convenios de cooperación entre universidades y empresas. Por lo tanto, no hay una relación laboral. En caso de que el becario no sea del gusto del empresario, sólo tiene que dejar concluir esta etapa y el joven quedará desvinculado, sin ningún otro tipo de compromiso contractual.
Los primeros pasos
Las becas se gestionan a través de convenios de cooperación educativa entre universidades y empresas, en los que quedan establecidas las condiciones generales en las que el estudiante realizará las prácticas. Otra posibilidad es que sea el propio estudiante quien envíe su currículo a las propias empresas. Si éstas se muestran interesadas en una persona en concreto, deben ponerse en contacto con el centro de estudios al que pertenezca el joven.
¿Qué debe hacer un estudiante interesado en ser becario? Las etapas, paso a paso, son las siguientes:
Inscripción: el primer paso consiste en la inscripción del estudiante en la base de datos de orientación de empleo de su centro. Los responsables entrevistarán al candidato y harán una ficha con sus datos personales, formación, experiencias anteriores y otros datos de interés. Toda esta información les sirve para presentar a las empresas solicitantes de becarios una serie de personas con el perfil adecuado.
Entrevistas con la empresa: los candidatos preseleccionados por la universidad realizan posteriormente una entrevista y/o pruebas con los responsables de recursos humanos de la empresa.
Firma entre becario y empresa: una vez que la empresa comunica el nombre del estudiante seleccionado, el departamento de recursos humanos entrega un contrato administrativo entre becario y empresa (que no es un contrato laboral) y una guía orientativa en la que figuran datos globales de la organización, características de su beca, derechos y obligaciones, asignación económica, vacaciones, etc., así como la duración, el tutor que se le ha asignado, los horarios y los contenidos de la práctica.
Asignación de un tutor: a cada estudiante en prácticas, la empresa debe asignarle un tutor, que se encargará de su formación en el área para la que ha sido seleccionado. No obstante, dependiendo del volumen de becarios, la empresa puede, en función de sus necesidades, diseñar y organizar un programa específico de desarrollo y formación. El objetivo es el desarrollo de las habilidades profesionales y personales.
Informe final: una vez acabado el periodo del becario en prácticas en una empresa, ésta debe enviar un informe a su universidad en el que quede reflejada y evaluada la trayectoria del estudiante en prácticas. Para el estudiante, es importante tener un informe positivo, ya que se trata de un documento que puede incorporar a su currículo.
Integración en la empresa
¿Qué tipo de trabajo debe efectuar un estudiante en prácticas? Según los expertos, los becarios deben integrarse en la actividad de la empresa desde el primer momento, con las lógicas limitaciones en cuanto a su experiencia. Una empresa seria debe, además, realizar una planificación previa del puesto que va a ocupar el becario y la actividad que va a desempeñar. Las prácticas en empresas que realizan los estudiantes al amparo de los programas de cooperación educativa carecen de relación laboral, según indica Fernando Martínez (Fundación Universidad-Empresa). La formalización de la estancia en prácticas se formaliza “a través de un convenio firmado por la universidad de procedencia del alumno, por la empresa, por el propio alumno, y por la institución gestora del programa”.
El perfil cualitativo del becario ha variado en los últimos años. Ahora suelen sobrepasar los 20 años, saben idiomas e informática, y conocen el funcionamiento de una oficina. Si antes era la banca la que más se nutría de becarios, ahora son las empresas de nuevas tecnologías e informática las que toman la delantera. Lo cierto es que el becario cuenta aquí con una oportunidad magnífica, no sólo para aprender cómo es el mundo de la empresa desde dentro, sino también para demostrar su valía y hacer contactos para el futuro. La posibilidad de conseguir un contrato en dicha empresa al acabar el período de prácticas es una realidad, y por ello debe poner toda la carne en el asador, ya que el porcentaje de inserción final de los becarios en las empresas ronda el 45%.
El porcentaje de inserción final de los becarios en las empresas en las que hacen prácticas ronda el 45%
Un becario no debe desanimarse si las condiciones con que se encuentra en la empresa no son las que él considera como ideales. Por ejemplo, el salario que percibirá no le permitirá llevar ni mucho menos una vida de lujo. El becario -como explica Antonio Ambite- no percibe un salario, entendido como una cantidad de dinero con la que se retribuye a los trabajadores por cuenta ajena: “Lo normal es que se negocie una aportación de la empresa en concepto de ayuda para desplazamiento, comida, compensación por cualquier otro tipo de concepto. En definitiva, un aliciente para que el estudiante se decida a aceptar la práctica”. En cuanto al horario, las horas máximas que se pueden dedicar a la práctica son cinco. El mínimo no se plantea, pues lo normal es que la empresa trate de forzar al alza.
¿Qué duración tienen las becas en España? Las universidades establecen un máximo de 500 horas por curso académico, según explica Fernando Martínez. En este sentido, las prácticas de estudiantes universitarios suelen tener una duración de entre tres a seis meses, normalmente en jornada parcial con el fin de que se puedan compatibilizar con los estudios. Las prácticas de recién titulados, que van siempre acompañadas de un plan de formación de postgrado, “suelen ser de seis a doce meses, dependiendo del programa”.
No confundir con un contrato en prácticas
Las prácticas que realiza un becario en una empresa (cuyas condiciones y requisitos se han visto en este reportaje) no se deben confundir con un contrato formativo o en prácticas . Este último es una modalidad de contrato laboral. Para verlo más claro, las características de un contrato en prácticas son las siguientes:
El trabajador debe poseer una titulación de grado superior o medio, y haber terminado los estudios dentro de los cuatro años anteriores a la contratación.
No debe haber suscrito con anterioridad un contrato en prácticas por un tiempo de dos años.
La duración del contrato será de seis meses a dos años.
Pueden realizar sólo dos prórrogas de contrato, aparte de la duración inicial.
Aunque cuenta con muchos aspectos positivos, el sistema de prácticas en España es muy mejorable, según explica Antonio Ambite, quien señala que hace falta “un marco legal que recoja de manera más detallada la relación becario-empresa”. En su opinión, hay que actualizar conceptos, pues las bases sobre las que se está funcionando se remontan a 1981. Además, estima que la empresa y la universidad han de trabajar de forma coordinada para adecuar la necesidad del mercado laboral a la enseñanza universitaria teórica.