Las oficinas de planta abierta (sin paderes o puertas), también llamadas oficinas pradera, son tendencia. O, más bien, un panorama sombrío que se extiende y que amenaza con destrozar la vida social de las personas que trabajan en ellas. Las oficinas abiertas son uno de los mayores frenos a la comunicación entre compañeros, afirma una investigación reciente; es decir, logran el efecto contrario al que persiguen. Pero es que hay más argumentos en contra, como analizamos a continuación: estas praderas son un obstáculo a la productividad y a la concentración, además de una fuente de ruidos y de interrupciones.
Las personas que trabajan en una oficina de planta abierta, que carece de paredes y puertas, hablan un 73 % menos con sus compañeros
No se deje engañar por los supuestamente modernos diseños minimalistas, las mesas blancas relucientes y los colores alegres: las oficinas de planta abierta están, literalmente, arruinando su vida social en el trabajo. Aunque una de las presuntas ventajas de las oficinas abiertas es que estimulan la cooperación y las interacciones entre compañeros, la realidad, dicen los científicos, es más bien al revés.
Según un estudio reciente, el diseño abierto de oficinas reduce literalmente y de forma brusca las conversaciones entre compañeros y da al traste con el trabajo colaborativo, fuente esencial de la creatividad. Resulta que los empleados que trabajan en una oficina de planta abierta, que carece de paredes y puertas, interactúan y hablan cara a cara con sus compañeros un 73 % menos. Lo dicho: una ruina para su vida social en el trabajo.
Oficinas minimalistas: menos charla y más correo
Estos espacios minimalistas de trabajo no son un invento nuevo. En España empezaron a popularizarse a partir de los años 80, aunque habían nacido algunas décadas antes en Alemania. El motivo -o excusa-: estas oficinas son más baratas de levantar, ya que hay menos puertas y paredes, y los trabajadores están más juntos. Pero, además, estas oficinas pradera prometen difuminar las jerarquías, mejorar la interacción entre compañeros y fomentar la colaboración y creatividad. Unas supuestas ventajas que, según este estudio, no logran. O, lo que es peor, consiguen el efecto contrario.
La merma que logran es en el contacto social en persona, las interacciones cara a cara (justo lo contrario de las oficinas que permiten trabajar con perros y gatos). Porque cuando se trata de consultar o escribir un correo electrónico, las interacciones se disparan: los empleados de las oficinas pradera usan un 67 % más el e-mail y la mensajería instantánea (tipo Messenger o WhatsApp), si se compara con los empleados de lugares de trabajo «más tradicionales», es decir, de los que gozan de puertas y paredes y, en consecuencia, de más intimidad.
Improductividad laboral: no todo es jugar al Tetris
Estos resultados se suman a otras investigaciones anteriores que vienen a confirmar que las oficinas de planta abierta son poco menos que el peor sitio para trabajar. Cuando se habla de distracciones en el trabajo, se asume que son los empleados quienes pierden tiempo con actividades «poco productivas», como jugar al Tetris en la pantalla del ordenador. Pero pocas veces se culpa de las distracciones al entorno físico: las oficinas abiertas, aseguran los expertos, son una fuente de ruidos. Y eso es el peor enemigo de la productividad y la concentración.
Admitámoslo: las oficinas pradera son una jaula de grillos. Y eso agota a cualquiera. Además, el ruido provoca que nos cueste ser efectivos en el trabajo, lo que explica que el 31 % de los empleados reconozca tener que llevarse tareas para acabar en casa. El objetivo: poder trabajar en paz.
Oficinas pradera: trabajamos menos, y peor
Con la ausencia de paredes, también desaparece la privacidad. Y contar con privacidad es importante para concentrarse y hacer un buen trabajo, coincide el 95 % de los empleados consultados en otro estudio.
Los empleados de una oficina minimalista no solo rinden menos; además, trabajan peor: el ruido y las interrupciones les hacen cometer más errores. ¿A quién le apetece meterse en un espacio donde no corre el aire, el compañero de enfrente es un vocero al teléfono y el de la mesa de al lado tiene la radio puesta a todo volumen desde las 8:30 horas? No, gracias.
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