Recorren las calles de las grandes urbes y de las pequeñas localidades en busca de metales, residuos procedentes de edificios derribados, restos de obras, objetos a los que sus dueños ya no dan utilidad. Recogen aquello que para los demás carece de valor y vuelven a introducirlo en el mercado a través del ciclo del reciclaje. La sociedad de consumo da a los productos una vida cada vez más corta, pero los recuperadores hacen que estos enseres puedan tener, en ocasiones, vidas infinitas. Chatarreros ambulantes, recuperadores, trabajadores de desguaces, gestores de residuos o fundidores consiguen dar un segundo uso al material que, en principio, se había desechado. Antes era frecuente ver a estos trabajadores ambulantes por la calle con carros, pequeños vehículos tirados por animales o camionetas. Hasta hace no mucho tiempo se les consideraba personajes marginales y, equivocadamente, había quien equiparaba al chatarrero con el material con el que trabaja. Durante años, los gremios y asociaciones que agrupan a chamarileros, desguazadores o recuperadores han luchado por terminar con este estereotipo, dignificar el oficio, y dar a conocer la importancia que tiene su labor para el medio ambiente.
De padres a hijos
La gran mayoría de las personas que se dedican a la recogida y tratamiento de chatarra proviene de familias que han transmitido el oficio de padres a hijos, con sus enseñanzas y la posterior cesión de sus pequeños negocios. Aunque hoy en día muchos siguen ejerciendo su profesión de manera similar, el sector ha evolucionado a gran velocidad y las nuevas normativas sobre tratamiento de residuos han borrado de las ciudades y pueblos de España a muchos de ellos. La mayoría se ha reciclado y ha continuado haciendo el trabajo que tan bien conoce adaptándose a las necesidades actuales y a la legislación vigente.
Gran parte de las pequeñas empresas familiares que, a principios o a mediados del siglo pasado comenzaron su andadura con muy pocos medios y dedicaron grandes esfuerzos para salir adelante, se han transformado hoy en día en grandes plantas de recogida, clasificación y reciclaje de residuos que dan trabajo a un heterogéneo grupo de personas. Chatarreros, recuperadores, clasificadores, camioneros, gruistas, administrativos, comerciales, o fundidores forman parte de esta cadena que permite reutilizar lo que se considera basura, la enorme cantidad de residuos urbanos e industriales que diariamente genera la sociedad. La labor de estos profesionales es muy relevante ya que sacan de la calle metales contaminantes como el zinc, el hierro o el cobre.
Clasificación de residuos
Los chatarreros ambulantes y los propietarios de pequeñas tiendas de compraventa son una parte importante en el proceso de reciclaje. No en vano han trabajado durante años en la recogida, clasificación y venta de residuos, algo que, según señalan desde el gremio, les hace casi imprescindibles en la gestión y tratamiento de todo tipo de materiales, la separación de los productos recogidos y en los procesos de reciclaje que se deben emplear en cada situación.
El cobre es uno de los elementos más valorados por los chatarreros debido al elevado precio que se paga por él en el mercado
El trabajo de los chatarreros consiste, básicamente, en recoger la chatarra, clasificarla y separar los diferentes materiales que la forman para venderla posteriormente. La mayor parte de los residuos se genera en obras o derrumbes, donde los chamarileros adquieren el material sobrante. Las chatarrerías también aceptan viejos electrodomésticos y pequeños enseres que llevan sus antiguos dueños o comerciantes ambulantes. De hecho, miles de familias viven de la venta de los metales que recogen en la calle. Alguna de las grandes chatarrerías situadas en los polígonos industriales asegura tener más de 500 proveedores diarios que visitan sus naves para vender los hallazgos recopilados por la calle.
Los materiales más frecuentes en la recuperación son los metales férricos -acero, hierro…-, los no férricos -cobre, plomo, aluminio-, papel, cartón, vidrio, plástico, madera, neumáticos, vehículos fuera de uso… Normalmente, el hierro es el material predominante pero no el más valorado. El cobre es uno de los preferidos por los chamarileros junto al latón, el aluminio o el acero inoxidable, debido al elevado precio que por él se paga en el mercado. La clasificación es uno de los trabajos más laboriosos en este oficio ya que las distintas piezas y materiales que forman un producto no vienen separadas.
Grandes plantas chatarreras
Una legislación cada vez menos permisiva con la contaminación y la normativa urbana de las ciudades han hecho que los pequeños establecimientos tengan grandes dificultades para adaptarse a las nuevas formas de trabajo. Muchos de los antiguos chatarreros se han desplazado a los polígonos industriales donde se congregan ahora las grandes plantas de chatarrería; otros se han integrado en las redes municipales de reciclaje y algunos han desaparecido. Las más beneficiadas por la legislación han sido las grandes chatarrerías, extensas superficies de terreno -instaladas en la periferia de las ciudades- en las que se recogen, clasifican y reciclan todo tipo de residuos. Han extendido sus prestaciones para amoldarse a las nuevas necesidades de sus clientes.
Muchas chatarrerías gestionan sus pedidos a través de Internet y tienen páginas web muy completas
Las grandes plantas de recuperación están equipadas con las más modernas infraestructuras, que permiten trabajar con un gran volumen de chatarra en poco tiempo. La diversificación y especialización de los operarios de estas recuperadoras, junto a una maquinaria moderna -flotas de camiones, portacontenedores, elevadoras y palas- son alguna de las claves del éxito de las empresas del sector. Otra es la capacidad de modernizarse y adaptarse a las necesidades actuales. Muchas de estas empresas se anuncian en Internet, algunas de ellas con páginas web muy completas donde se puede consultar todos los servicios que ofrecen. Permiten, asimismo, establecer la comunicación, los pedidos, dudas y preguntas a través del correo electrónico. Lejos queda ya para algunas de estas empresas la tradicional busca de chatarra callejera.
Recuperación de chatarra
Al igual que las pequeñas chatarrerías, uno de los principales servicios que ofrecen las grandes plantas es la recuperación de residuos: compran, venden y recuperan chatarras de diversos tipos. En muchas ocasiones prestan este servicio a domicilio cuando se trata de residuos procedentes de la industria y los valoran y clasifican para su posterior reciclaje. En el trabajo de la recuperación también se incluye el desmontaje y retirada de toda clase de maquinaria.
Muchas veces las empresas constructoras o las que se dedican a la demolición necesitan un lugar donde depositar los desechos de su producción. Para cubrir esta necesidad, algunas empresas de recuperación ponen a disposición de sus clientes contenedores de diversas clases y tamaños que se adaptan a los requerimientos de cada empresa. Dependiendo de la cantidad y la clase de residuos existen contenedores que pueden oscilar entre los 6 y los 33 metros cúbicos. En ellos se pueden depositar todos los residuos de la empresa y, de este modo, se evitan los daños que podrían provocar tanto a los trabajadores como al medio ambiente, al mismo tiempo que hacen posible que la empresa aproveche mejor su espacio. Tras alquilar estos contenedores, la chatarrera puede hacerse cargo también de los residuos. En este caso, puede pedir al cliente una cantidad de dinero o retirarlo gratuitamente. En ocasiones, dependiendo del valor que tenga la chatarra, pueden incluso pagar por llevársela.
Una de las grandes fuentes de chatarra para las empresas recuperadoras es la limpieza de pisos, locales, naves… Como indican desde Arcediano Recuperaciones, “con nuestros propios medios y personal retiramos todos aquellos materiales que se pueda imaginar y que aparecen cuando se deja o se adquiere un local, por ejemplo. Muchos antiguos inquilinos dejan sus pertenencias inservibles -muebles, palés, papel, chatarras, restos de obras, materiales defectuosos- en el piso o local que abandonan”. Según explican en esta empresa, es entonces cuando se necesita una primera acometida que garantice que la empresa dispone de los debidos medios y conocimientos de los materiales pues, en la actualidad, la Agencia de Medio Ambiente reitera a todos la obligación de separar los residuos entre susceptibles de ser reciclados o no. De este modo, garantizan que la chatarra peligrosa sean también tratada a través de organismos autorizados que colaboran con la empresa.
Otro de los servicios que frecuentemente prestan las chatarrerías es la gestión de los residuos que no sean tóxicos o peligrosos para su reciclaje o destrucción. Los más frecuentes son los informáticos, eléctricos, electrónicos, palés, maderas… También se destruyen archivos, centralitas, ordenadores, CD.. de manera que quede garantizada la confidencialidad de los datos que puedan contener estos equipos.