Muchos trabajadores desean cambiar de trabajo, bien porque están desmotivados o porque creen que la empresa en la que trabajan no les ofrece perspectivas razonables de crecimiento profesional. Si cuando se encuentra en esa situación el trabajador recibe una oferta que le abre la posibilidad de cambiar a un puesto mejor remunerado, lo más seguro es que se decida a dar el salto. Sin embargo, en opinión de los expertos, en estas situaciones es muy importante analizar lo más fríamente posible los pros y contras que puede suponer el cambio de trabajo.
Definir las prioridades
A la hora de cambiar de trabajo es conveniente pensarlo con detenimiento ya que, a veces, «no es oro todo lo que reluce» detrás de una oferta laboral aparentemente perfecta. El primer punto que debe seguirse a rajatabla es no dejarse deslumbrar sólo por la promesa de un sueldo más alto o una subida en la categoría laboral. A este respecto, cabe decir que, aunque se crea que la mayoría de la gente cambia de trabajo principalmente por tener un mayor sueldo, no es así en todas las situaciones. En opinión de Miquel Bonet, consejero del Grupo Select y autor del libro ¡Búscate la vida!, las motivaciones son diversas en función del perfil de la persona que decida cambiar de trabajo. Así, por ejemplo, para quienes tienen hipoteca y familia a su cargo, es muy importante el tema económico, pero para los que tienen poco más de 20 años pesará más en su decisión final el poder conciliar ocio y trabajo que el salario.
Las circunstancias personales son determinantes a la hora de decidir un cambio de empleo
Según los expertos, lo primero que se debe hacer antes de tomar la decisión de cambiar de trabajo es definir una lista de prioridades y comprobar en qué medida se ajusta a ellas la oferta recibida.
El proyecto:Hay que tener presente que, además de una mejora salarial, el nuevo puesto debe apasionar al candidato y que va a suponer una etapa de desarrollo en su carrera profesional. Para ello, debe ser un proyecto en el que, además de que sean valorados sus conocimientos y experiencia, se pueda aprender.
El puesto:El nuevo puesto no sólo debe ofrecer mejoras laborales, sino que debe exigir mayor responsabilidad y competencias si lo que quiere el candidato es ampliar su currículo. Y, por supuesto, debe ajustarse a su trayectoria laboral y permitirle seguir creciendo profesionalmente.
La proyección:Hay que valorar las posibilidades de evolución que ofrece el nuevo trabajo frente al actual. Reflexionar sobre si en unos años se puede llegar a tener más responsabilidades o evolucionar hacia un área de negocio que no se tiene, y nunca se tendrá, en el actual puesto de trabajo. También hay que tener en cuenta la trayectoria del nuevo centro de trabajo: si es de reciente creación se corre el riesgo de que no tenga éxito en el mercado y, al poco tiempo de nacer, pueda cerrar. En este sentido hay que asegurarse de conocer su trayectoria y funcionamiento, la experiencia profesional del equipo directivo y si el proyecto, según quienes conocen el sector, puede tener o no un futuro halagüeño.
El sueldo:Lo ideal es que el cambio de trabajo vaya acompañado de una mejora salarial. Pero si esto es lo único que se valora para decidirse, es importante tener presente que en el trabajo se pasa la tercera parte de la vida y que, por ello, merece la pena ejercer un empleo en donde se disfrute con lo que se hace.
Razones para cambiar de trabajo
Además de valorar la oferta laboral, tampoco está de más que exista un reflexión sobre los motivos que impulsan a cambiar de trabajo. Algunos de los más usuales son los siguientes:
Desmotivación:El trabajador no se siente motivado o piensa que está estancado. Hace tiempo que el trabajo que realiza no le llena. Piensa que ha tocado techo en su lugar de trabajo y que no tiene ninguna perspectiva de crecimiento profesional.
Deseos de ganar más dinero:Sentirse infravalorado económicamente en la empresa es un motivo muy común para mostrarse favorable al cambio. Pero también es cierto que, a veces, los sueldos no se corresponden con la capacidad de trabajo y la experiencia profesional. En la mayoría de los casos, dependen del sector, de la empresa y del área geográfica donde se trabaje. Por tanto se debe recabar primero esta información: quizás el trabajador compruebe que no está tan mal pagado como creía. También puede ocurrir que su lugar de trabajo esté pasando una mala etapa, y sólo cabe tener paciencia. Cuando llegue el momento, se solicitará una subida de salario explicando el porqué de la petición.
No hay buen ambiente laboral:El trabajador está a disgusto con sus compañeros o sus jefes, y detecta que la dirección de su lugar de trabajo no es la más adecuada. Es importante trabajar en un ambiente agradable, pero antes de tomar una decisión hay que analizar si, en realidad, el origen del malestar no está en el propio trabajador. Es aconsejable esforzarse para no trasladar los problemas personales al trabajo e intentar disfrutar tanto con el trabajo como de la relación con los compañeros. Jaime Lladó y Antonio Valls, autores del libro Consiga el éxito en su trayectoria profesional, señalan que el conformismo impide a muchas personas que padecen un mal ambiente laboral el cambio de trabajo. Así, afirman que puede darse el caso de tener un jefe que no escucha, no ayuda, no valora y no promociona ni lo hará. Sin embargo, por razones de seguridad, se elige seguir en ese trabajo, y buscar fuera del horario laboral la satisfacción de otras necesidades más elevadas.
Conciliación:La imposibilidad de compatibilizar la vida personal con la profesional puede originar graves consecuencias para la vida privada. Si es así, se debe plantear la situación a la empresa y, si no se resuelve, intentar cambiar de trabajo. Los expertos en motivación laboral consideran que no merece la pena, ni siquiera desde el punto de vista profesional, renunciar a la familia a cambio de un ascenso o un aumento del sueldo. Consideran que el equilibrio entre el trabajo y la vida personal es vital para la salud mental y, por tanto, para el desarrollo profesional futuro.
Distancia:Si cambia el domicilio del lugar de trabajo y la nueva ubicación se distancia mucho del hogar del trabajador, o está peor comunicada, puede suponer mayores esfuerzo y tiempo en el desplazamiento. Aunque dedicar varias horas al día en ir al trabajo y otras tantas en volver puede no parecer una razón de peso para dejar un trabajo, perder tantas horas no es práctico. No obstante, conviene analizar los pros y los contras porque estos traslados pueden dar opción a negociar algunas mejoras en las condiciones laborales, o un salto profesional, que compensen la situación.
Miedo al cambio
A pesar de estar descontentos con su trabajo, mal pagados, poco reconocidos y nada motivados, hay muchas personas que no se atreven ni siquiera a intentar cambiar de trabajo. La mayoría sufre, según sostienen los psicólogos, las consecuencias de una serie de resistencias al cambio que les paralizan y les hacen conformarse con lo que tienen. ¿Cuáles son esas trampas psicológicas?
¿Y si en otro lado me va peor?Muchos empleados están tan familiarizados con la rutina de su trabajo que no hacen el menor esfuerzo por mejorar. Son profesionales caracterizados, en algunos casos, por tener una baja autoestima. Los expertos recomiendan a estas personas un trabajo psicológico para reforzar esa autoestima. En otras ocasiones, esa inseguridad procede de la creencia de que, en otro trabajo, no va a rendir tal y como le van a exigir sus superiores.
Esperanza de que se solucionen los problemas:Las causas del malestar pueden ser variadas: un gran estrés, excesiva responsabilidad, largas jornadas de trabajo… Sin embargo, puede que los superiores -o uno mismo se autoconvenza- señalen que es algo coyuntural y que no tardará en solucionarse. En este caso, la recomendación de los expertos es valorar racionalmente si se trata de una vaga promesa para ir saliendo del paso, o si hay visos de mejora.
Falsa lealtad:Hay empleados que llevan muchos años en una misma empresa y llegan a sentir hacia la misma una fidelidad excesiva que les hace soportar situaciones intolerables. Quienes se encuentren en esa situación deben pensar en si, efectivamente, tienen asegurada la continuidad en la empresa o si, por contra, este sentimiento es un freno para su desarrollo profesional.
Ante un posible cambio de trabajo, los autores del libro El puesto es suyo, Charles-Henry Dumon y Alexis de Bretteville, recomiendan realizar una serie de preguntas a quienes ofrecen el cambio, ya que es el único modo de valorar si la oferta merece la pena.
Entre las preguntas debe figurar una esencial: Qué se espera que el nuevo trabajador aporte en el puesto ofrecido. En función de la respuesta, se tiene una idea más exacta de qué es lo que se espera del aspirante, y de si realmente puede ser competente en el trabajo que esperan que vaya a realizar. Tampoco está de más indagar por qué está vacante el puesto. Si la persona que lo ocupaba anteriormente ha sido promocionada, indica que se trata de una función muy valorada; si, por el contrario, ha dimitido o ha sido despedida, es posible que se necesite una mayor explicación para no cometer un error.
Conocer desde cuándo está libre el puesto también tiene su importancia, ya que puede ser sospechoso que un puesto lleve mucho tiempo vacante. En este caso, hay que preguntar cuál es la razón. Y fundamental también es tener datos del futuro equipo (edades, formación, tiempo que llevan en la empresa…), conocer con qué personas se va a trabajar. Es un error aceptar un trabajo por la buena sensación que haya causado el entrevistador.
Además, tiene importancia saber qué posición se ocuparía dentro de la empresa, así como obtener información sobre la persona de la que se va a depender. Así se tendrá una visión más clara sobre las posibilidades para prosperar.