Cuentacuentos del siglo XXI

Algunos cuentacuentos viven en exclusiva de narrar historias, pero la mayor parte de estos artistas compaginan esta actividad con otra profesión
Por Marta Parreño 15 de marzo de 2008
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Imagen: David Miller

Imagen: David Miller

Es uno de los oficios más antiguos del mundo y, en pleno siglo XXI, sobrevive a las prisas y a un ritmo de vida marcado por lo práctico y la falta de imaginación. Rodeados de un aura de romanticismo, los «cuentacuentos» se ganan la vida explicando historias allá donde los contraten. Unos pocos pueden vivir exclusivamente de ello, mientras que la mayoría han de compaginar el oficio con otros trabajos para poder llegar a fin de mes. Formación, ilusión y trabajo son los ingredientes básicos de una profesión caracterizada por una vocación incansable.

Crear una pequeña empresa

Desde 1996 el grupo «A la luz de las velas» trabaja contando cuentos, especialmente en el País Vasco, pero, puntualmente, se trasladan a trabajan fuera. Dos de sus componentes se dedican al oficio a jornada completa, mientras que los otros dos lo hacen de forma parcial. Su salario nunca es fijo, ya que cobran en función de las sesiones realizadas y se quejan de estar «bastante desamparados» profesionalmente, porque su actividad no está recogida en ningún epígrafe específico en Hacienda.

Los componentes de este grupo no son los únicos que deben ejercer el «pluriempleo», ya que la gran mayoría de cuentacuentos «se busca la vida como puede», como afirman desde «A la luz de las velas». Algunos crean pequeñas empresas o forman parte de cooperativas de artistas; otros trabajan como autónomos, como es el caso de un cuentacuentos de Guadalajara que lleva 15 años explicando historias y ocho dedicado exclusivamente a ello, quien asegura ser autónomo y conseguir lo suficiente para vivir, pero explica también que muchos de sus colegas lo simultanean con otros trabajos. Este profesional calcula que en España hay entre 50 y 70 cuentacuentos profesionales que no necesitan compaginarlo con otra actividad. Él es uno de ellos, y su actividad se expande por toda la geografía española, -sobre todo por la zona centro (Castilla la Mancha y Madrid)-, aunque sus cuentos han viajado también por Europa, África e Iberoamérica.

En España hay entre 50 y 70 cuentacuentos profesionales que no necesitan compaginar esta actividad con otros trabajos

Además de ser una afición, el de cuentacuentos es un oficio, una labor que requiere de herramientas, formación, recursos, una inversión inicial y cierta habilidad. Desde «A la luz de las velas», aseguran que existen ciertos parámetros técnicos y expresivos que hay que trabajar de forma profesional, y ello requiere una formación y un reciclaje continuos en aspectos como la voz, el manejo del cuerpo, la presencia en escena o el desarrollo de un buen repertorio. ¿Y dónde muestran este repertorio?

Sesiones en bibliotecas, aulas de cultura y cafés

La narración oral puede desarrollarse en cualquier lugar, y los profesionales aseguran haber actuado en los lugares más inverosímiles -«en el antiguo foso de los monos del Retiro, en un vagón de tren en Costa Rica, en una antigua bodega palaciega en Junquera…»-, pero los «clientes» principales de los cuentacuentos son las bibliotecas, las aulas de cultura, colegios, institutos, cafés y, en menor medida, también los teatros. Estos espacios se contratan por sesión, y la manera de hacerlo es, normalmente, a través de la página web, vía teléfono móvil o por correo electrónico. Los honorarios varían en función de la duración, que suele ser de una hora por sesión, y de la cantidad de público. Estos profesionales recomiendan que el público no cuente con más de 50 niños o niñas en caso de público infantil, aunque el número de espectadores adultos puede ser más amplio.

Los cuentos no son sólo para los niños, cada vez son más los adultos que disfrutan de las sesiones de estos trovadores modernos

El público es tan heterogéneo como las historias que narran. Los cuentos no son sólo para los niños, y cada vez son más los adultos que disfrutan de las sesiones de estos trovadores modernos. Mientras las sesiones infantiles pueden ser más flexibles y abiertas, dependiendo de la edad de los pequeños, las que van dirigidas al público adulto suelen girar alrededor de un tema que las enmarca. Entre las más solicitadas por los adultos están los cuentos eróticos -«Sexo Oral»- y los de miedo -«Cuentos Oscuros»-. Pero Caperucita, los Tres Cerditos y el Gato con Botas también caben en estas sesiones. El cliente solicita al cuentacuentos un tipo de repertorio, y éste suele disponer de cuentos tradicionales, de autor, adaptaciones de libros e incluso historias escritas por él mismo.

Propaganda y dietas también hacen oscilar los precios, tan variados como los cuentos y el público al que se dirigen. El grupo vasco, por ejemplo, cobra alrededor de 260 euros por sesión, aunque el precio varía en función de diversos factores. Asimismo, en el precio de sus actuaciones se incluye la cantidad de kilómetros que se tengan que hacer para desplazarse, o las noches que hay que pasar fuera de casa.

GRANDES LECTORES Y BUENOS ESCRITORES

El cuentacuentos es una persona que ama las historias. Muchos son grandes lectores, algunos son buenos escritores y, en general, todos son buenos “escuchantes”. Por ello no hay un perfil determinado de trabajador del cuento. Sí existen varias generaciones y, actualmente, un movimiento de profesionalización del sector todavía no asentado. Poco a poco surgen nuevas hornadas de narradores que vienen adaptándose a un terreno que tiene como figuras a Estrella Ortiz o Vicent Cortés, que empezaron hace 25 años, y a Félix y Pablo Albo o Pep Bruno, que se iniciaron en el mundo del cuento hace 15 años. Cada narrador brilla con estilo propio, y por ello una de las reivindicaciones de estos artistas es que aparezca el nombre del contador asociado a la sesión de cuentos, en lugar del término genérico “cuentacuentos”.

Pero, ¿por qué le sigue gustando al público que le cuenten cuentos en un siglo como éste marcado por las nuevas tecnologías y sobre todo por la imagen? Como explica uno de estos profesionales, los cuentos “han estado con nosotros desde siempre, pero hoy en día que vivimos abrumados por tantas imágenes externas, los cuentos nos abren un camino para crear nuestras propias imágenes internas. Nuestro grupo reivindica la importancia de recuperar la palabra, porque supone recuperar la voz”. Probablemente, cada persona que va a escuchar lo hace por un motivo diferente, aunque “escuchar cuentos nos humaniza a todos”.

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