¡No llego a todo! Cientos de mujeres -y también hombres- intentan a diario compaginar su trabajo con sus necesidades personales y las de su familia, pero no es fácil. El problema de la conciliación es, sobre todo, de tiempo, de estrés y de incompatibilidad (real o percibida) entre las exigencias laborales y las necesidades familiares. ¿Qué se puede hacer? Como se detalla en este artículo, la solución está en un cambio paulatino de mentalidad acompañado de la racionalización de horarios, el trabajo por objetivos y la flexibilidad.
Problemas reales para conciliar
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en España el 29,5% de mujeres empleadas con un hijo trabaja a tiempo parcial (en el caso de tener tres o más niños es del 28,7%), debido a la dificultad de compaginar empleo y familia. En la rutina diaria surgen innumerables ocasiones en las que se hace patente este problema, en especial para las mujeres:
1. Las vacaciones escolares. Las jornadas no lectivas de los hijos no siempre coinciden con los días libres de sus padres y madres, lo que crea problemas de difícil -o costosa- solución. Quienes pueden, y les tienen cerca, llevan a los niños a casa de los abuelos u otros familiares para que les echen una mano. Pero no todos tienen esa suerte y son muchas las familias que deben recurrir a cuidadoras o ludotecas, un gasto extra que desbarata el presupuesto familiar.
2. Un hijo se pone enfermo. Ir al médico con los pequeños o tener que hacerles pruebas, seguir un tratamiento, etc. es en ocasiones muy complicado. Peor aún es si el niño enferma durante más de dos días… De nuevo, casi siempre la clave está en los abuelos, vecinos o una persona fija en casa que pueda atenderlo, porque no todas las empresas ni todos los puestos laborales permiten la opción del teletrabajo.
3. Reuniones de trabajo a deshora. ¿Una reunión inesperada a última hora de la tarde? Como en los casos anteriores, no cabe más remedio que pedir ayuda a los abuelos, amigos o padres conocidos que vayan a la misma hora a recoger a sus hijos y puedan quedarse con los pequeños hasta que la cita finalice.
4. Cuidado y asistencia a padres ancianos o enfermos. Tener a una persona mayor a la que cuidar es muchas veces incompatible con la vida laboral. Hay centros de día y se puede recurrir a los servicios de cuidadores, pero son soluciones caras y no todas las personas pueden permitírselo. Al final, muchos se ven forzados a reducir su jornada laboral o dejar el empleo. De hecho, la principal razón alegada para trabajar a tiempo parcial por cuidar de personas dependientes es no poder costear los servicios adecuados para su cuidado.
¿Qué soluciones hay para conciliar vida personal y laboral?
Cada persona o perfil social tiene unas necesidades diferentes de conciliación, y las soluciones no son generales. Sin embargo, sí hay algunas válidas para un gran número de personas.
En primer lugar, habría que repartir la responsabilidad con otros familiares y, en el caso de los hijos, con la pareja. Como indica Usúe Madinaveitia, creadora del movimiento #mamiconcilia (también #papiconcilia, #miempresaconcilia, #periodistaconcilia, #políticoconcilia, #salpuntual y #salantesdecurrar), parece obvio, «pero por desgracia el peso recae normalmente sobre una única persona que suele ser mujer».
Si es posible, a nivel personal, se debería también buscar la cercanía entre casa, trabajo, centro de salud y colegio/guardería…, pues esto permitirá ahorrar tiempo en desplazamientos y atascos.
Las soluciones deben venir también de la mano de la Administración pública, que por ley brinda permisos parentales, permiso de lactancia, reducción de jornada, excedencias, etc. Cada empresa y cada trabajador tienen que ser capaces después de llevarlas a la práctica en función de sus circunstancias particulares.
Como indica Usúe Madinaveitia, desde algunas compañías hay soluciones como bolsas de horas que los trabajadores pueden ir acumulando para gastar, compra de vacaciones, excedencias, actividades para los días sin cole o guarderías promovidas por la propia empresa, la reducción de jornada, la flexibilidad espacial (teletrabajo) y temporal, etc. En su opinión, la comprensión, apoyo y confianza por parte de la compañía es fundamental en estas situaciones. La tecnología permite estar conectados en cualquier sitio y a cualquier hora para poder resolver asuntos puntuales y urgentes. Y el resto de tareas deberían poder ser asumidas -de manera excepcional- por el resto del equipo o la estructura empresarial.
La mejor respuesta: horarios racionales y flexibilidad
¿Será posible lograr que vida personal, familiar y laboral sean compatibles? Sí. Es preciso un cambio de mentalidad, pero este ya se ha demostrado posible en otros ámbitos: hace años era impensable no fumar en la oficina o un bar, mientras que hoy lo extraño es ver a alguien fumando en estas situaciones. Como señala Madinaveitia, «es cuestión de tiempo, de plantar cara al asunto y empezar a tomar medidas al respecto».
Las dificultades para compaginar familia y trabajo provocan, según un estudio de la Universidad de Zaragoza dirigido por Pablo García Ruiz, un elevado absentismo por asuntos familiares y menor rendimiento o productividad por preocupaciones relacionadas con la propia familia. Por estas razones hay que abogar por la racionalización de horarios laborales, la flexibilidad y el trabajo por objetivos. Hay que intentar que no sea necesario pasar un mínimo de ocho horas diarias en la oficina, sino que lo que importe es que el trabajo esté hecho. Está demostrado que si cuenta con el apoyo de la empresa, el trabajador será más productivo y tratará de rendir más en menos tiempo. Y cuando sus circunstancias cambien, lo normal es que el empleado que haya sido apoyado por la compañía en los momentos más duros sea más fiel.
No solo los padres y las madres tienen problemas para compatibilizar vida personal y laboral. Es peligroso flexibilizar solo sus horarios, ya que se cae en la discriminación positiva, que no es justa y además termina por perjudicar a los progenitores. Para un padre o madre no resulta difícil ponerse en la piel de sus compañeros que no tienen hijos, porque ellos antes pasaron por esta situación. Pero para alguien que no tiene niños es más difícil llegar a imaginar lo complicado que puede llegar a ser conciliar la vida laboral con la familiar, sobre todo cuando surgen imprevistos.
A lo que se debe aspirar, como explica Usúe Madinaveitia, es a que “todos, independientemente de tener o no hijos, de ser jóvenes o mayores, de ser hombres o mujeres, de ser directivo o junior, podamos disfrutar de medidas de conciliación”, porque toda persona tiene derecho a tener vida más allá del trabajo.