Juan José Soriano y Javier Sestián son los dos primeros padres que se han acogido en España a los nuevos derechos que reconoce la Ley de Igualdad. Con sus respectivas parejas han inaugurado una nueva era en nuestra sociedad: la de los padres que comparten -en igualdad de condiciones con su mujer- el cuidado de sus hijos durante 24 horas en sus primeros días de vida.
Desde que entró en vigor la Ley de Igualdad, el pasado 24 de marzo, la Seguridad Social ha concedido ya 7.687 permisos por paternidad de 15 días. Las comunidades autónomas donde se han solicitado y reconocido un mayor número de prestaciones por paternidad son Cataluña, con 1.587, seguida de Madrid, 1.369 y, con distancia, Andalucía, 975.
Más allá del evidente avance en lo que respecta a la equidad de género, la Ley de Igualdad tiene un aspecto habitualmente menos valorado: supone el derecho de las personas -independientemente de si son madre o padre- a adaptar la duración y distribución de las horas de su jornada de trabajo por el cuidado de menores de ocho años, lo que representa una profunda modificación en la cultura y economía de las familias españolas.
¿Que dicen las empresas?
Durante el primer trimestre del año la Seguridad Social ha dedicado más de 329 millones de euros al pago de las prestaciones económicas por maternidad. De éstas, las solicitadas por hombres no alcanzan el 10%, de manera que las empresas han demorado la elaboración de un análisis sobre el panorama que se abre con esta nueva normativa.
En Repsol YPF, por ejemplo, se han concedido cinco permisos por paternidad. «La muestra por lo tanto no es representativa -sostiene Marisa Estrada, de Relaciones Externas de la compañía-«. En cuanto a las características de los demandantes, Estrada detalla que «cuatro están casados, y uno tiene pareja de hecho, con edades entre 32 y 43 años». Coinciden en que todos están trabajando en centros industriales (refinerías de petróleo o planta química) y en lo que respecta a su vivienda, cuatro viven en ámbito rural y uno en ciudad».
Para muchas empresas transnacionales, sin embargo, esta normativa no supone ninguna novedad. Es el caso de IBM, que desarrolla desde años programas ‘Post natal for men’, a través de los cuales se conceden estos permisos incluso en las naciones en las que aún no se han aprobado leyes de estas características. Alfonso González Herrero explica desde esta compañía que debido a la propia cultura de la empresa, se ve con normalidad el hecho de que el empleado pueda acogerse a este derecho, en comparación con otras empresas en las que no está del todo bien visto que un trabajador reduzca su jornada de trabajo para cuidar a sus hijos. «La diferencia reside en la naturalidad con la que se dan estas medidas en cada organización, añade».
Tareas domésticas… tareas compartidas
El trabajo doméstico es uno de los reductos que más cuesta democratizar en las sociedades modernas. Según el Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE), el indicador de tiempo de trabajo no remunerado muestra que las mujeres dedican una media diaria de cuatro horas y 24 minutos al trabajo doméstico, mientras que los hombres lo hacen apenas durante una hora y 30 minutos.
La ancestral división de roles que otorga a las madres e hijas de la casa el ‘privilegio’ de fregar, barrer y cocinar sigue operando en algunas sociedades contemporáneas, a pesar de que en el ámbito laboral las mujeres trabajen a la par de los hombres, aunque, en general, cobrando menos. Esta tendencia, además de ser socialmente desigual es ineficaz desde el punto de vista económico. ¿Qué sociedad se puede dar el lujo de perder el talento y capacidad de las mujeres?
Las consecuencias no son las más deseables. El Euroíndice Laboral de las empresas IESE y ADECCO, sostiene que en España los salarios de los varones son un 18% más altos que los de las mujeres. Un dato elevado, aunque los hay mayores, como el del Reino Unido, donde la diferencia a favor de los hombres es de un 22% y el de Alemania, de un 23%. En contraposición, la diferencia menor entre salarios de hombres y mujeres corresponde a países como Portugal (un 9%) e Italia (un 6%).
Las causas de esta desigualdad se pueden rastrear, por ejemplo, en el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ‘Romper el techo de cristal: las mujeres en puestos de dirección’. En él se pone de manifiesto la razón: «la necesidad de hacerse cargo de los hijos entendida como un importante condicionante para que las mujeres no accedan a altos puestos de dirección ya que, a raíz de esta obligación, se inclinan por empleos flexibles o trabajos de media jornada y desarrollan carreras profesionales más cortas en el mismo plazo que los hombres, dejando sus empleos con más frecuencia o acogiéndose a jornadas reducidas».
La normativa recientemente aprobada que dota a los nombres de mayor protagonismo en el cuidado de sus hijos supone un importante avance en nuestra sociedad. Sin embargo aún quedan muchos obstáculos culturales por superar. Según sondeos internos encargados por empresas que reciben peticiones de este tipo, «muchos temen los comentarios de sus compañeros de trabajo o que su imagen de hombre se vea disminuida».